Sevilla La Giralda, Córdoba La Mezquita, Granada La Alhambra y Huelva… El Puerto de Tartesos

Juan Agustín de Mora. Esta podría ser una carta de presentación basada en un elemento distintivo, Huelva Puerto de Tartesos. Porque llevamos tiempo inmemorial escuchando en Huelva no hay nada que ver, Huelva no tiene nada, la capital carece de interés. Ea, pues ya lo tiene: identificado un elemento definitorio y sustancial de la que fue la ciudad más antigua de Occidente, su puerto. Y no es cualquier cosa, aunque a la vista lo que pudiéramos apreciar -si se consigue la anhelada puesta en valor- sean elementos estructurales carentes de una estética artística o monumental.

No es cualquier cosa porque completa un registro arqueológico -Muro de San Pedro, Necrópolis de la Joya, Acueducto pre-romano del Conquero y ahora Puerto en la zona baja de la ciudad- que confirma esa condición de capital tartésica. Esa que la ubicación en el mapa de los escritos de los geógrafos clásicos le asignan.

Capital de Tartesos, nada menos. Localización que fue ansiada meta de Adolfo Schulten en los años veinte del siglo pasado. Una mítica urbe, y su supuesto reino o civilización, que el arqueólogo alemán con su libro mundialmente famoso hizo que fuera la fascinación de los intelectuales y curiosos. El no encontró todo lo que luego ha aflorado desde el subsuelo por el trabajo de tantos arqueólogos durante más de cinco décadas, pero nosotros si.

Pues ya la capital de Tartesos no es legendaria. Es identificable, está en el subsuelo de Huelva. Está en los orígenes remotos de la antigua Onuba. Sus restos pueden ser tangibles, visibles, apreciables y nos pueden llevar a través de la imaginación a un fantástico viaje en el tiempo. Y la Huelva actual tiene en sus manos un emblema poderosísimo para fortalecer su identidad e imagen ante el exterior.

El catedrático de la Universidad de Cádiz, Diego Ruiz Mata, en la reciente presentación en Huelva de su libro ‘Tartesos y Tartesios’, trasladaba a la ciudadanía onubense el reto de darse cuenta del tesoro que tiene bajo sus pies la ciudad. De ese tesoro un fiel y simbólico exponente es, sin duda, su puerto.

Y Ruiz Mata recalcaba la importancia de la evidencia del ‘decanato’ de la ciudad y su capitalidad tartésica no ya como un hito cultural o etnológico, si no económico. Explotar la marca Tartesos desde su capitalidad tiene una posibilidades enormes. Por eso encabezamos el artículo llamando la atención al símbolo característico de cada ciudad. No son comparables pero tienen en común ese carácter simbólico y de referencia. Referencia para un visitante y como elemento de atracción inicial. Luego llegas a la ciudad y te das cuenta que tiene mucho más que ver, pero ese punto de partida, tenerlo, es esencial.

Huelva, Capital de Tartesos, ese es el claim, el mensaje. Un llamativo reclamo que puede resultar extraordinario si somos capaces de mostrar los restos de nuestra protohistoria con dignidad, no como meros apuntes. El objetivo debería ser definir un centro de la ciudad enmarcado en ese concepto de capital milenaria de una civilización pretérita, única y singular, que ha fascinado a tantísima gente.

Ya lo comentamos en otro artículo, pero solo hay que observar los esfuerzos que hacen otros lugares para abanderarse, aunque sea tangencialmente y forzando un poco la historia, de la marca Tartesos. Tenemos muchísimo más que algo, una legendaria enseña que si no la aprovechamos es que es «pa matarnos«. ¡Ay, si este tesoro arqueológico se hubiese descubierto en otra ciudad!

Puerto Tartesos, Huelva, capital.