José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘Cuaderno de Muleman’. Ratón Pérez. La dentadura de un niño tiene 20 dientes de leche, 10 en la parte superior y 10 en la parte inferior de la boca. A los seis años de edad las muelas se caen y se reemplazan con los dientes que serán parte ya de la dentadura definitiva de un adulto, un proceso que continuará hasta la adolescencia y que terminará con la formación de una estructura dental compuesta por 32 dientes, de los cuales 8 son incisivos, 4 caninos, 8 premolares y 12 molares, incluyendo también las cuatro muelas cordales o terceros molares, más conocidas como muelas de juicio. Situación dental, que en el caso de que el Ratón Pérez fuera un ser humano y no un ratón, como se piensa en este estudio internacional escrito en Galaroza, que además ha concluido con la afirmación de que el Ratón Pérez sufría de hiperdontia.
Independientemente de la controversia que este personaje de cuento, amante recolector de dientes de leche de niños, haya suscitado en las últimas investigaciones, que apuntan a qué este podría tratarse más de un ser humano con aspecto de ratón que un ratón común. Lo cierto es que durante muchos años este ser mágico, tierno y generoso ha tenido la responsabilidad en muchas zonas del planeta de ser el encargado de visitar la casa de todos los niños que por cualquier circunstancia se veían desposeído de alguna de sus piezas dentales ya fuera de manera natural o fortuita, estos seres eran los encargados de recogerlos y dejar un presente.
Pero este estudio, escrito por un importante dentista en Galaroza concluye, que el Ratón Pérez no sería un ratón, sino un ser humano mitad ratón y mitad humano, es decir, sería un ser con la rapidez y la inteligencia de un ratón, pero con el cuerpo de un humano con rasgos de ratón como una cola, pelos en todo el cuerpo, una nariz alargada terminada en punta como el hocico de un roedor y la dentadura de un humano con hiperdontia, es decir con al menos 34 piezas dentales en la boca, dos más de las habituales que en el ser humano, algo que es tremendamente extraño y que solo afecta al 3% de la población de planeta.
Por último el estudio concluye que mientras en los seres humanos una vez que después de la caída de los dientes de leche y se desarrollan las nuevas piezas dentales, desaparecen los ameloblastos, células encargadas de la formación del tejido dental y que es la causa que provoca que no se pueda regenerar por sí sólo los dientes que se caen o han sido extraídos después de los dientes de leche, como pasa con la piel, los huesos y otros tejidos del cuerpo humano, algo que en el Ratón Pérez tampoco ocurriría pues ellos seguirían manteniendo la capacidad regeneradora de sus dientes para siempre.
Una hiperdontia, también llamada dientes supernumerarios y una capacidad infinita de regeneración dental que podría explicar esa obsesión compulsiva de un ser como el Ratón Pérez que desde hace años vive en Galaroza y no hace mucho fue visto cerca de la casa encantada, en el camino de subida al Cerro de Santa Brígida, un lugar con unas vistas impresionantes de cuento de la Sierra, desde una de los parajes más mágicos que alberga en su interior el depósito de dientes de leche más grande del mundo.