José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘Cuaderno de Muleman’. Cueva de Alibaba. El turismo se ha convertido en el nuevo oro amarillo de la provincia, que mira a la capital como uno de los referentes y principales focos más activos de esta atracción de visitantes y viajeros. Una actividad turística que se ha convertido junto a la industria química en un motor económico de la capital de sectores esenciales como la hostelería, el taxi y el comercio, actividades que han logrado crear un bonito y especial vínculo de precariedad mutuo con los repartidores de mensajería, gracias a la jornada laboral de doce horas diarias de la que pueden disfrutar cada día. Un turismo que está trasformando de manera vertiginosa algunas zonas más importantes de la capital, que se han convertido en auténticos parques temáticos como Disneyland, la Warner, Port Aventura, Terra Mítica o la mismísima Isla mágica de la capital de la Comunidad.
Pero todo este desafío en el que se ha convertido esta amenaza para la integridad de la capital, ha hecho florecer una oferta turística diversa y de calidad en muchos municipios de la provincia, que se preparan para competir con este modelo de turismo de masas que termina convirtiendo a estas zonas en ríos de gente llenando calles y bares mientras los museos y lo puntos de interés cultural permanecen vacíos. Una propuesta turística como la que presentará Jabugo muy pronto y que espera romper esta tendencia maliciosa del turismo de masas que amenaza con destruir la calidad de un bien social y humano como es viajar y que se pretende conseguir renombrando la famosa Cueva de la Mora de Jabugo por la Cueva de Alibaba y los cuarenta jamones de Jabugo.
Un golpe comunicativo que pretende poner en valor, una cavidad donde la Prehistoria se mantiene eterna y no cumple años en uno de los yacimientos más importantes de la provincia, en el que los visitantes se podrán asomar a la arqueología en la que han aparecido vasos de cerámica decoradas al estilo neolítico, esculturas ideológicas de la Edad de Bronce e incluso animales grabados en la osamenta de otros animales, elementos que forman parte de las colecciones de grandes museos y que muy pronto podrían volver a Jabugo para formar parte de un futuro museo prehistórico que se complementaría con el disfrute de la riqueza medioambiental de sus senderos, la excelente gastronomía de la zona y la belleza de su pueblo y sus gentes.
Un cambio de denominación de la Cueva de la Mora a la Cueva de Alibaba y los cuarenta jamones de Jabugo, que pretende atraer a todos los visitantes hasta esta cueva que quieran conocer su riqueza prehistórica y conocer la historia de ese famoso cuento que aparece recogido en el libro las mil y una noches. Un viaje que podría comenzar allí a las puertas de esta cueva, con las palabras “ábrete sésamo” donde se descubrirán los verdaderos y grandes tesoros que encierra este enclave único de Jabugo. Un proyecto turístico en el que Jabugo ya trabaja en la segunda fase, que podría culminar con el lanzamiento de un nuevo lema para Jabugo, la ciudad de las mil y una noches de jamones.
