Redacción. En ella Raquel reflexiona sobre el tiempo, utilizando el cuerpo estático como pintura viviente que espera la inexorable llegada de la noche. En la acción las palabras y los sonidos se transforman a medida que se van incorporando a la escena diferentes elementos musicales, mientras la artista pasa de un estado de asistencia y fría veneración a un gobierno del caos, dirigiendo los pasos de los músicos entre las sombras. Hasta alcanzar, a modo de éxtasis, la melodía final de este ejercicio de poesía visual desgarradora, donde nos preguntamos si la artista yace o nace.
Esta representación, a su vez, supone una interesante confrontación entre la quietud del arte clásico, adorado pero inmóvil, y la exuberancia de las nuevas artes escénicas, vivas, gritadas, pero ignoradas. Raquel se atreve a explorar el arte del futuro con todas las consecuencias a través de esta propuesta de vanguardia, excelsa en composición y vestuario, música y tiempo, donde vuelve a citar a todas las artes para tejer la más estilizada improvisación. Es una propuesta estética inimitable, de una artista única,
En la obra Raquel Martín ha tenido la colaboración de la excelente flautista María Barrio y un grupo de alumnos y músicos del Conservatorio de música J.M Perianes.
Raquel Martín comienza a partir de febrero una gira internacional, no teniendo previstas más actuaciones en Huelva a corto plazo.