La muerte… esa cruel ruptura (I)

NIcolás Capelo, en la edición anterior de los Premios Buena Gente de Huelva.

Jaime de Vicente. En un magistral relato, recogido con variantes en diversas tradiciones orientales, un criado llega a la casa de su señor, despavorido porque ha visto en el mercado a la Muerte mirándole con ojos amenazadores. El señor le presta su caballo más veloz para que busque refugio en Samarra. Después se dirige al mercado, encuentra a la muerte y la increpa: “¿Por qué has mirado amenazante a mi criado?” La respuesta: “No era amenaza sino sorpresa por verle aquí cuando esta noche tengo una cita con él en Samarra”. La despiadada ejecutora se complace en ocasiones en llegar en los momentos y lugares más insospechados.

Nicolás Capelo era poseedor de una energía inagotable, que se plasmaba en múltiples actividades que iban desde las artes plásticas, con un singular gusto para el retrato, hasta la interpretación musical –fue el alma de la asociación de cantautores de Huelva-. De ella disfrutamos en repetidas ocasiones en sus conciertos en el OCIb, Otoño Cultural Iberoamericano. En el plano personal, cientos de personas le considerábamos el amigo ideal, aunque sus afectos más profundos los destinaba a su familia, de la que se sentía legítimamente orgulloso. Si tuviera que destacar un rasgo de su personalidad, seguramente sería su extraordinaria capacidad de comunicación.  Por ejemplo, en los últimos tiempos nos compartía una serie de entrevistas a personajes singulares de los que obtenía declaraciones sorprendentes. Y cambiaba un trabajo que no le llenaba por otro precisamente en el campo de la comunicación en una televisión onubense.


Festival de Cine de Huelva

Nicolás estaba en Tarifa anunciándonos con una grabación en directo la última aventura  que se disponía a emprender. Mientras esperaba a la monitora de la escuela de buceo, vestido ya de neopreno, nos mostraba la divisoria entre los dos mares, el Atlántico y el Mediterráneo. Y a continuación confesaba, sonriente y nervioso, estar “acojonado” ante la experiencia que se disponía a añadir a su colección. Minutos después, el terrible accidente cuya noticia se extendió rauda a través del teléfono y las redes sociales. La vida, en su expresión más vitalista, era derrotada una vez más por la muerte implacable y sin sentido. Tan solo nos dejaba el recurso de la resignación y del apoyo a una familia desolada.

Pero, a pesar de todo, la Vida continúa ayudándonos a habitar un mundo a menudo absurdo. Cubre con un manto de consuelo las tragedias que vemos cruzar ante nosotros. Nos ayuda a convivir con esa tremenda incógnita de conocer cuál es la línea de salida pero ignorar casi siempre dónde se encuentra la meta. No obstante, si no podemos decidir, ni siquiera conocer, el tiempo que nos es concedido, lo que sí está en  nuestra mano es llenar cada día de contenidos válidos, de amistad, de entrega a los demás. Eso es lo que supo hacer como pocos Nicolás Capelo. Y esa forma de ser y de actuar, abierta y generosa, es el legado que deja a los que le conocimos. Su recuerdo permanecerá como ejemplo inspirador de una forma de vivir determinada, capaz de superar la cruel ruptura de la muerte.


Puerto de Huelva

4 comentarios en «La muerte… esa cruel ruptura (I)»

  1. Nos has dejado el alma impregnada de tu ausencia. Que la Eternidad te sea propicia. Hasta siempre, Nico.

  2. Un poco para algunos y un mucho para otros, a cada uno de los que tuvimos la inmensa suerte de conocerte nos dejaste algo extraordinario, un recuerdo único, una conversación, una broma, un dibujo, una canción tú sonrisa… pero sobre todo tú generosidad, te echamos de menos, amigo.

  3. Seu carinho e seu amor pela arte, somados ao seu grandioso talento artístico atravessou fronteiras, chegando a outro continente distante. Aqui também, Nicolas Capelo foi conhecido e admirado por sua arte e pelo amor que dedicava aos seus familiares.
    Nunca deixava sem resposta um de seus admiradores, sempre apresentava um feedback quase que imediato à aqueles que lhe oferecia uma palavra e um elogio.
    Esse homem com o coração de menino, alegre e descontraído respeitava a cada um de seus admiradores que o acompanhava pelas redes sociais.
    O Brasil também chora e sente demais essa repentina partida, nos deixando no coração um grande sentimento: SAUDADES!!!

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