José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘El Cuaderno de Muleman’. Pablo Isla dejará Inditex con 55,4 millones de euros en acciones y otros 9 millones del plan de pensiones. Además, podrá optar a una indemnización de dos años de sueldo a cambio de un blindaje, que le obligaría a no fichar por otra empresa rival directo de la firma, una cantidad que podría rondar los 12 millones de euros y que se embolsaría a partir de abril del próximo año, una vez que se hiciera efectivo el relevo generacional que concluirá con la toma de posesión de la nueva presidenta de Inditex Marta Ortega.
La salida de Pablo Isla se presenta, por tanto, como una oportunidad única para el pueblo de Linares de la Sierra, que podría haber fijado su residencia de manera temporal. Una circunstancia que podría venir precedida, de un proyecto de inversión en la población serrana que revolucionaría la comarca.
Aunque aún no se conocen todos los detalles, el nuevo proyecto empresarial del que Pablo Isla sería el nuevo inversor de referencia, estaría vinculado totalmente a la bella localidad linerense, un proyecto que se desarrollaría a medio plazo personalmente el ejecutivo con más talento de los últimos años que ha dado el IBEX25.
Y que haría elegido Linares de la Sierra para pasar un año sabático, después de años de sacrificio personal y familiar. Un año que dedicaría a recuperarse de las secuelas de una actividad laboral intensa en la que ha estado inmerso los últimos 17 años de su vida en los que ha sido capaz de consolidar un equipo humano, que ha llevado al grupo Inditex a convertirse en la empresa textil número uno del mundo. Un ejecutivo que a sus 57 años podría decir que lo ha hecho todo, menos vivir, que es lo que podría hacer en Linares de la Sierra muy pronto, donde podría compatibilizar sus nuevos proyectos empresariales con algunas de sus grandes pasiones, la gastronomía, los vinos, el senderismo, la recolección de setas y la cría de cerdos ibéricos.
Unas experiencias emocionales aún por cumplir y para las que se habría fijado en una de los pueblos más bonitos de la provincia en las que Pablo Isla ya habría visto alguna propiedad inmobiliaria en la que comenzar esta nueva etapa, como nos cuenta uno de los vecinos de Linares de la Sierra que en los próximos días se pondrá en contacto con él por carta, para asesorarle en todo lo que necesite.
¿Cómo van esos contactos?
Pues la verdad que bastante bien, ya tengo casi terminada una carta en la que intento explicarle con el mayor detalle posible, que es lo que se va a encontrar en el pueblo cuando aterrice en helicóptero en la plaza de toros. Y en la que he intentado poner en situación como sería su vida a partir del momento en el que ponga sus pies sobre el característico suelo empedrado, cuando pasee por sus calles estrechas y empinadas o se detenga en una de las fachadas de una casa típica de un pueblo que en otoño comienza a oler a chimenea todo el día y en invierno el frío se cuela por la ventana, hasta que la primavera trae el zumbido de las abejas que liban las flores que el verano se encargará de secar, en ese corazón verde que abriga la blancura de este pueblo, en donde el tiempo parece haberse detenido en una arquitectura dulce y silenciosa.
¿Qué es lo que podría ofrecerle Linares de la Sierra a Pablo Isla?
Linares de la Sierra le puede ofrecer todo, pero sobre todo esa calidad de vida que ha ido perdiendo durante los últimos 17 años. Y eso se lo dice alguien que ha tirado muchos años de su vida en la capital trabajando en el mejor restaurante de la ciudad noche y día. En la ciudad se vive bien, hay que reconocer que a menos de cinco minutos andando podemos tener todo lo que creemos necesitar. La ciudad te puede dar muchas cosas, el olor a pollería del local de tu edificio, el bullicio del bar de moda, el claxon a la hora de la siesta, el calor sofocante emanando del asfalto, las manifestaciones contra los fosfoyesos, el olor putrefacto de polo químico, la farándula tóxica, incluso la fama como cocinero de uno de los restaurantes de modo de la ciudad, pero nada de eso es comparable al silencio asfixiante de un pueblo de lunes a viernes, antes de que el viernes por la tarde los turistas llenen con su bullicio las calles de un pueblo que recuperará su calma otra vez el domingo por la tarde.
¿Por qué habría elegido este pueblo?
Yo lo tengo claro, cuando decides huir a un lugar, lo haces para recuperar tu yo y esas experiencias que te hacen sentir vivo. Y yo creo que venirse con su mujer aquí, puede ser una forma de recuperar juntos ese tiempo perdido con un nuevo proyecto de vida en el que esté presente lo que más le gusta hacer y también al mismo tiempo pueda seguir participando con sus habilidades ejecutivas en otros proyectos, pero esta vez, desde esa distancia que te permita saborear tu propio éxito sin tener que dar explicaciones a nadie de ello. A veces cuando montas una empresa que empieza a crecer mucho y que te obliga a compartir el viaje y las decisiones con esos compañeros, no se disfruta tanto, como cuando tú eres dueño de tus errores y tus aciertos.
¿Sabe lo que tiene pensado hacer una vez que se instale aquí?
No lo sé exactamente, pero te podría decir que seguro que tiene pensado algo que tenga que ver algunas de las cosas que ama, como la gastronomía, lo mismo tiene pensado montar un restaurante para esos amigos y amigas que vendrían seguramente los días particulares al pueblo. O lo mismo se embarca en un proyecto micológico y se dedica a cultivar setas o trufas, algo que podría incluso convertirse en una actividad generadora de riqueza para la comarca. O porque no, también podría montar una empresa de turismo activo y ambiental, ofrecer rutas guiadas y alojamientos rurales elegantemente equipados por su mujer. Incluso no descartaría algo tan simple como comprar una pequeña huerta junto al pueblo con una pequeña casa, con un salón con chimenea, una pequeña cocina, dos acogedoras habitaciones y un gran porche desde el ver cómo crecen una piara de cerdos ibéricos al rumor del silencio de la Sierra.
¿Para cuándo tiene previsto su llegada?
No sabría decirle con exactitud cuándo aterrizará aquí, pero posiblemente antes de lo que la gente se piensa, porque cuando uno tiene una edad tiene que tomar las decisiones con rapidez. Cuando se es joven y decides salir de tu pueblo para irte a la ciudad a estudiar o a buscarte la vida, volver no es una prioridad, bueno diría incluso que no está en el diccionario de tu huida, pero cuando tienes cincuenta y siete años y más de 70 millones de euros en el bolsillo, te tienes que dar prisa en decidir si de verdad quieres disfrutar de ellos en vida o prefieres donarlo al ayuntamiento de un pueblo de la Sierra vaciada.