Antonio Delgado Pinto. Apenas ha terminado la guerra civil cuando en Europa se inicia la segunda guerra mundial. Huelva, provincia donde una nutrida colonia británica está asentada desde hace más de medio siglo, es el escenario donde los simpatizantes del totalitarismo europeo y los de las fuerzas aliadas se ven obligados a convivir y a compartir los lugares públicos.
Presentamos cinco edificios que fueron testigos de esa época en la que, por otra parte, el ocio empezaba a ocupar una parcela cada vez mayor en la vida cotidiana de los onubenses.
BÚNKERES DE BONANZA. Arquitectura militar en la desembocadura del Guadalquivir
Los búnkeres del litoral andaluz atlántico se construyeron en los años cuarenta con dos objetivos principales: servir de apoyo en la pretendida conquista de Gibraltar por parte del ejército alemán y como vigilancia y control del tráfico marítimo entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo.
Estos, conocidos también como búnkeres de Malandar, están situados en la desembocadura del Guadalquivir, en la margen derecha del río, y apenas se utilizaron. Su sólida construcción ha hecho que, a pesar de su temprano abandono, sigan conservándose, casi tres cuartos de siglo después, como en el momento en que se edificaron.
CABEZUDOS. Un poblado forestal de mediados del siglo XX
La plantación masiva de eucaliptos comenzó en esta zona en la segunda década del siglo pasado y pasó a ser propiedad del estado en 1947. Es entonces cuando Patrimonio Forestal se hizo cargo de la explotación y comenzaron a construirse las primeras casas.
Cabezudos contó durante los cuarenta años en que estuvo habitado con un colegio, una iglesia, un consultorio médico, una cantina, un comercio de ultramarinos y un pequeño casino, edificios que siguen en pie hoy día.
En este mismo término municipal de Almonte existieron otros poblados forestales de los que apenas quedan vestigios; los más importantes fueron Bodegones, El Abalario y La Mediana.
FONDA DE MINA CONCEPCIÓN. Centro neurálgico de un poblado minero
Fue el edificio más emblemático de Mina Concepción junto con el cine-casino, la iglesia y el cuartel. Yo solía venir aquí a principios de los años ochenta, ya que era el único sitio donde había teléfono público en el poblado. Desde entonces no ha llovido tanto, pero ha transcurrido tiempo suficiente para que el número de habitantes se haya reducido drásticamente y para que algunas construcciones, como esta, hayan quedado irremisiblemente abandonadas.
A pesar de las inclemencias sociales y políticas, el edificio aún se mantiene en pie. Sus magníficos zócalos y sus esquinas de piedra aún nos muestran signos de sus pasadas glorias.
CINE ESPAÑA. Una de las mayores salas de cine del Condado
Aunque se llama Cine España, yo siempre lo conocí como el cine de la carretera y tengo que reconocer que está indisolublemente ligado a mi adolescencia. En él asistí a la proyección de muchas películas de serie B de los años setenta, pero también a algunos estrenos importantes, así como a la que probablemente fue la única semana de cine de Bollullos.
Este cine fue inaugurado a principios de los años cincuenta y funcionó durante más de medio siglo, tiempo durante el cual no solo sirvió para proyectar películas, también acogió representaciones teatrales, conciertos musicales, mítines políticos, actuaciones de carnaval y algún otro evento.
Su patio de butacas contaba con 625 asientos y el gallinero con 141, lo que totalizaba un aforo de casi ochocientas localidades. Anejo a él, aún puede verse el cine de verano, de proporciones mucho más modestas, con su pequeño patio de butacas, su pantalla y sus huecos de proyección.
Después de más de veinte años de abandono, el único futuro que parece quedarle es su demolición y, como tantas otras edificaciones locales, no habrá momento en que no lamentemos haberlo dejado desaparecer.
ESTADIO COLOMBINO. Campo de fútbol testigo de las glorias del Decano
A mediados de los años noventa veníamos aquí mi hijo y yo para ver jugar al Recre, al igual que veinte años atrás yo había venido con mi padre.
Fue diseñado para sustituir al antiguo Velódromo, cuna del futbol nacional, por los arquitectos Rodríguez Cordero y Anadón Frutos, y fue durante casi medio siglo el estadio del Recreativo de Huelva.
Ante los rumores de derribo, las propuestas de dejar la portada como monumento conmemorativo no interesaron y ningún estudio de viabilidad fue realizado en ese sentido; ni la presión de los aficionados ni la nostalgia ni el sentido común pudieron con la especulación edilicia y, después de siete años de abandono, fue demolido en 2008, cincuenta años después de su inauguración. Gran parte de la vida de la Isla Chica se fue para siempre con la desaparición de este edificio fundamental en la historia de nuestra ciudad.