José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘El Cuaderno de Muleman’. La nueva ley de educación, la LOMLOE, se ha aprobado finalmente este jueves en el Congreso y con ella se ha abierto en la educación un nuevo clima de optimismo e ilusión, que marcará las próximas generaciones de alumnos y alumnas. Una octava ley de la educación de la democracia, que viene con nuevas propuestas, que buscan adaptarse al contexto social de cambio en el que nos encontramos y que ha sido aprobada, sin el consenso de la mayoría de los grupos del arco parlamentario.
Pero a pesar de esa desafectación política con la que llega este LOMLOE, al mismo tiempo viene avalada por una serie de modificaciones que pretenden dar respuesta a muchos de los déficits de un sistema educativo que busca en esta reforma contener entre otros, la excesiva tasa de abandono escolar. Para ello la reforma implementará algunos mecanismos para evitar esta lacra de un sistema, que busca un equilibrio entre la obtención de competencias y la consecución de un título que adjuntar al currículum que te permita aspirar a cubrir una plaza de mozo de almacén en una empresa de mensajería durante la semana del Black Friday.
Una LOMLOE que busca evitar la segregación escolar, hará posible que el castellano no sea la lengua vehicular, prohibirá ceder suelo público a la educación concertada, se volverá al ámbito de la diversificación, se suprimirán las reválidas, acabará con la segregación por sexo, las notas no contarán en los procesos de admisión a los centros educativos, la religión dejará de contar para nota, se implantará un currículum por competencias, se potenciará la educación especial y se podrá obtener bachillerato con una asignatura suspensa. Una medida estrella, esta última, que tiene entre sus objetivos reducir la alta tasa de repetidores.
Para conseguir esto, la ley contempla en Primaria que los estudiantes solo puedan repetir curso al final de cada una de las tres etapas (segundo, cuarto y sexto) y permitirá que el equipo docente decida si los alumnos, que suspendan más de dos asignaturas en la ESO puedan pasar de curso «de forma excepcional». Otra de las medidas que permite esta ley, es que se podrá conceder el título de Bachillerato con una asignatura suspensa.
Todas estas decisiones serían tomadas por el equipo docente con la ayuda de una máquina de la verdad diseñada por grupo de profesores y profesoras y, que podría fabricarse muy pronto en Paterna del Campo, como nos cuenta el coordinador de este proyecto, un profesor de filosofía en uno de los centros, donde se llevarán a cabo los primeros procesos experimentales con esta máquina de la verdad que viene no exclusivamente a quedarse, sino a revolucionar la educación.
¿Qué le parece la nueva ley?
En contra de lo que todo el mundo opina, a mí la LOMLOE me parece además de todo un acierto, no solo por su nombre tan melódico, sino una revolución que abre la puerta de una tecnología que nunca había entrado en el debate del modelo de educación que queremos para nuestra sociedad.
Con esta ley por tanto, se abre un nuevo escenario que promueve la utilización de máquinas con el objetivo de contribuir a la mejora del sistema de decisión educativa, como es el caso de esta máquina de la verdad que evitará, que el equipo docente en el 99% de los casos decida, que alumnos que no han superado algunas asignaturas deben pasar de curso u obtener un título. Dejando en manos de esa revolucionaria máquina de la verdad y el alumnado su futuro educativo, de la misma manera que hoy en día los algoritmos deciden por ti, el sabor de los preservativos que utilizas, el color de la comida de tu gato, el olor del desodorante para tus axilas o el sonido de las notificaciones de tu aplicación de mensajería instantánea.
¿Cómo se les ocurrió la idea?
He tenido la suerte de pertenecer a un equipo docente muy heterogéneo, donde hay ingenieros, filólogos, biólogos, músicos, psicólogos y profesores de filosofía como yo. Profesionales que compartimos la pasión por la educación pública y de calidad, el senderismo, la paella los domingos y las películas de espías.
Esto último creo que ha sido la clave que nos ha permitido diseñar esta máquina de la verdad de la educación, que nos eximirá de la responsabilidad de tomar decisiones de manera pseudo arbitraría y subjetiva.
Si es verdad que todas las decisiones en el ámbito de educación se toman de acuerdo a una serie de datos y criterios, que aunque un padre o una madre se coloque delante de ti cuando has suspendido a su hijo, espetándote que le tiene manía a su hijo y que le acaba de joder la vida, en el 99% de los casos nos limitamos a recoger toda la información que podemos, procesarla de acuerdo a unos criterios establecidos y trasladarla al alumnado, a sus padres o tutores legales en forma de un número del 0 al 10.
Ahora con la nueva evaluación, todo se complica porque entra en la ecuación el factor subjetivo que, aunque depende de criterios competenciales, establecer si han superado estos criterios competenciales en algunos casos no deja de ser algo a su vez subjetivo, un modo de ver si un vaso lleno de agua por la mitad, esta para ti medio lleno o medio vacío. A la vista de este dilema filosófico y después de ver el interrogatorio en una de las películas de James Bond, fue cuando se nos ocurrió esta máquina de la verdad de la educación.
¿Cómo funciona?
La máquina tiene un funcionamiento similar al de una máquina de detectar mentiras, con sus electrodos, su pantalla gráfica, sus conexiones eléctricas de alta tensión conectadas al sujeto. Eso sí, todo digital que funciona con un software que hemos diseñado nosotros mismos, de acuerdo a un algoritmo de última generación patentado por el equipo docente que hemos participado en este proyecto y que se podría decir que es uno de los más avanzados en el ámbito educativo, que podría incluso utilizarse en el ámbito de la política.
Una máquina que tendrá un coste muy bajo, solo se necesita un ordenador portátil, una Tablet o un teléfono móvil, instalar el software libre que hemos diseñado y que se puede descargar cualquier docente y poner en marcha el módulo de la verdad como lo conocemos nosotros, que son un conjunto de clavijas y electrodos conectados a través del puerto USB o similar y que va conectado al alumno o la alumna. A continuación, se ejecuta el programa, este hará unas preguntas aleatorias que producirá unos estímulos, que el algoritmo se encargará de interpretar y decidir si un alumno o alumna debe pasar o no de curso.
¿Podría causar efectos secundarios?
En principio no se pretende instalar el módulo de castigo, eso sí, la máquina está preparada para implantarlo en cualquier momento. Pero al tratarse de un sistema en pruebas, lo que nos interesa es obtener resultado que nos permitan dotar de confiabilidad a la máquina y comparar las decisiones tomadas por ella con las decisiones que hubiera tenido que tomar el equipo docente sobre la idoneidad o no, de que un alumno obtuviera el título de la ESO, aunque hubiera suspendido alguna asignatura. Vamos para que se quede todo el mundo tranquilo que la máquina no produce ningún tipo de descarga eléctrica sobre el usuario que la esté utilizando.
¿Por qué esta máquina solucionará gran parte de los problemas de la educación?
Yo no creo que solucione parte de los problemas de la educación, yo creo que es la solución definitiva al sistema educativo. Yo reflexiono mucho sobre la educación, para eso soy filósofo, lo mío es pensar, y lo que yo pienso es que el fin de esta ley es simple, y no es convertir a alumnos y alumnas en NOTARIOS/AS, es convertir a una parte de los alumnos y alumnas en PRISIONEROS VOLUNTARIOS FORZOSOS, durante unos años para que adquieran un INGRESO MÍNIMO VITAL DE CONOCIMIENTO para subsistir en un sistema cada vez más complejo y poder criar a sus hijos en un entorno familiar mínimo y eso a costa, eso sí, de parte de un profesorado que cuestiona la eficacia de cualquier ley, porque les gustaría, algo imposible, que sus clases estuvieran llenas de NOTARIOS/AS, aunque no sé si a muchos profesores y profesoras les gustaría tener 35 notarios en su clase, yo en mi caso no, porque esos sería algo tan irreal como contraproducente, para un sistema educativo que debe buscar en la diversidad, su motor de ser y cambio social.