J.A. de Mora. Treinta años hace ya que cerró el templo del lenguado a la plancha en Huelva, el popular Restaurante los Gordos. Ya queda lejos, pero no en el recuerdo porque aquel establecimiento familiar situado en el mismo corazón de la ciudad era más que un ágora gastronómico. Representaba la esencia de un barrio y una forma de vivir y disfrutar onubense cien por cien. Su entorno, el del antiguo Mercado del Carmen -lamentablemente derribado- tenía una raigambre absoluta con el halo de la Huelva marinera.
Hoy por allí, con sabor a esos otros tiempos, solo queda de aquel fascinante bullicio el restaurante de los Calviño y los jamones Tomás Castaño en la calle Tendaleras, el Café Central y la tienda de Aquilino Vidal en lo que sería la cara opuesta del mercado a la que ocupaba la fachada de Los Gordos.
Los Gordos fueron pioneros en la difusión de la imagen gastronómica de la capital onubense. En 2018 fueron recordados en la I Gala del Turismo de la Provincia de Huelva, como homenaje a aquellos años de vanguardia a la hora de trasladar la marca onubense en la gastronomía del pescado y marisco.
El restaurante Los Gordos fue heredero de la antigua Casa Domínguez, situada en el mismo neurálgico lugar. La calle del Carmen, nº 14, al lado del también recordado Bar Casa Calvo, que hacía esquina. Los Dominguez eran unos laboriosos hosteleros cuyo negocio pasó a la siguiente generación, formada por los hermanos Pepe, Paco y Juan Domínguez, ‘Los Gordos’.
En realidad, según nos comenta Beatríz, hija de Paco, a quienes empezaron a llamar, cariñosamente, ‘Los Gordos’ era a sus abuelos. Aquellos que regentaban la Casa Domínguez. Y lo hacía su clientela, en particular gente de la mar. Para ellos, y en general, siempre se destacó la solidaridad de los propietarios de Casa Domínguez. Nunca le faltó a nadie que necesitara alimento y pasara por allí un buen plato de comida para vencer al hambre, nos dice la nieta de los originarios ‘Gordos’.
De los tres hermanos de los Gordos solo vive el mayor, Pepe, que está próximo a cumplir el siglo. Paco, que tenía un torrente de voz inconfundible, falleció en 2004. Pepe y Paco eran muy recreativistas. En realidad muy de Huelva. Paco estuvo muy vinculado a la Hermandad de la Cinta. Así mismo, ambos tuvieron la peña madridista onubense en el restaurante, con una sala dedicada a al tema.
Su vinculo con los referentes identitarios de Huelva también se situaban en el exacerbado litrismo de sus padres. Ambos, José y Luisa, fueron socios de honor y reconocidos por su fervor y altruismo demostrados con la Tertulia Miguel Báez Litri.
El éxito del restaurante, además por supuesto de una eficaz cocina, tenía la base en la compra de un pescado excelente como materia prima. Cuando alguien preguntaba donde se podía ir a comer pescado en Huelva con garantías la respuesta no tenía duda, a Los Gordos, a la vera del Mercado. Los famosos lenguados de Los Gordos se hicieron célebres en Huelva y en el exterior. La carta ofrecía además sabrosos guisos onubenses y un marisco y jamón serrano de máxima calidad.
Por eso, en tiempos en los que no había la profusión y el desarrollo gastronómico de hoy en día, el restaurante Los Gordos aparecía en la Guía Michelín de entonces, un verdadero mérito. Recibieron premios y reconocimientos, y muchos famosos no perdieron la oportunidad, al visitar Huelva, de pasarse por el afamado ‘Los Gordos’.
Las celebridades que acudían a los primeros festivales iberoamericanos iban siempre al mítico restaurante del Mercado. Entre ellos el popular actor Antonio Ferrandis, ‘Chanquete’ de la serie televisiva Verano Azul, sobre quién Beatriz nos cuenta una simpática anécdota. Una de las veces que acudió al restaurante como de costumbre Paco Dominguez se puso a charlar con él. Tanto juego dio la charla que pasada la sobremesa el hostelero onubense le invitó a merendar a su casa. Ferrandis, ni corto ni perezoso aceptó y recuerda Beatriz que gracias al desparpajo de su padre estuvo viendo el capítulo de ese día en la Tele con ‘Chanquete‘ sentado en la butaca de su salón.
Para ella también fue muy especial cuando los payasos de la tele, Gaby, Fofó y Miliki fueron al restaurante. Otro momento singular fue la visita de un ministro de Egipto. El acontecimiento dio lugar a que los servicios públicos limpiaran intensamente aquella calle. Ocurrió como nunca antes, en una pequeña arteria afectada por la actividad del mercado con el que lindaba. Y se colocaron dos grandes macetas a la altura de la puerta del restaurante.
La famosa anécdota de las espinas del inmenso lenguado forma parte del imaginario de la Huelva de los setenta. Acudir a los Gordos era una garantía de buen comer y también… de falta de anonimato y de poder llevarse cualquier sorpresa por la naturalidad y familiaridad de sus propietarios con los clientes. Lugar muy propio para comidas de empresa, era común que -nos dice Beatriz- ‘mi tío Pepe cuando llegaba un cliente llamara la atención anunciando la llegada en voz alta y el nombre de la empresa a la que pertenecía el cliente’.
Ese ambiente de familiaridad comportaba, efectivamente, que Pepe o Paco pudieran sentarse en la mesa de cualquier cliente a debatir los temas de actualidad. Como si de una tertulia se tratase. La atención a los clientes era por igual, sin distinciones por su notoriedad. Por eso incluso en una ocasión el nobel de Literatura Camilo José Cela -de conocido carácter- tuvo unas palabras de más con Paco, probablemente al no sentir una deferencia especial.
Seguro que sin un master en marketing, los hermanos Domínguez no podían haber elegido un eslogan -hoy claim- más directo y acertado que ‘Los Gordos, después de su casa donde mejor se come‘. Hubo un antes y un después de los Gordos en la hostelería onubense, es algo evidente. Tras ellos fueron apareciendo otros establecimientos con un enfoque similar.
Además de los titulares del negocio, los hermanos Domínguez, es recordado el personal que contribuyó a que el nombre de Los Gordos fuera un emblema hostelero de nuestra ciudad. En la cocina Manuela, Rafaela y Antonio; en la sala Vicente o Pepe Martín. Anita y Mercedes también colaboraron en llevar el restaurante adelante.
Nos preguntamos si en aquella época hubiese existido internet y los portales, tipo tripadvisor, donde los viajeros expresan valoraciones y opiniones, cual habría sido el perfil del restaurante Los Gordos. Interesante y divertido sin ninguna duda. En todo caso, en los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado el top de comer bien en la capital onubense estaba en Los Gordos de Huelva.
12 comentarios en «El mítico ‘Los Gordos’ de Huelva, cuando el cielo era probar un lenguado a la plancha único»
Fueron años inolvidables, esa casa fue como mi casa, llegué a trabajar a ella con 16 y salí de ella cuando cerro en el año 92, catorce años de vida junto a Los Gordos, el compañero Vicente y Martín. Unos años Inolvidables.Le estaré agradecido siempre, eran mi familia, Pepe, Paco, y Juan. A sus familiares un abrazo muy afectuoso y cariñoso.
Nunca olvidaré esos años, cuando Paco a media mañana en verano nos acercaba el exquisito gazpacho q hacia, persona encantadora simpatico cariñoso familiar como cuando hablaba de sus Zipi y Zape , sus enternecedores nietos, a los q mando un saludo, sin olvidar a su extraordinaria señora, q lo quería con locura, ah por cierto soy Paqui de la churrería Luis, al ladito de ellos, nos quedará siempre en el recuerdo, gente q no se olvida
Paqui, aquí “Zipi” para decirte que os recuerdo en la churrería con muchísimo cariño y lo bonito (y sabroso) que era siempre visitaros. No tengo claro cuál de los tres, si mi hermano Paco, el abuelo o yo disfrutaba más de veros. Salimos “gordos” continuando el apodo familiar. Un abrazo enorme desde Sevilla.
Nos encantaba!!, ibamos con mis padres a menudo, cada vez q ibamos con mi madre a Huelva, mi padre q trabajaba en Huelva, nos decia… ‘nos vemos en los gordos para comer!!, cuantos recuerdos!!!
Mi empresa de aquellas fechas fuimos proveedores de ellos en vinos tintos de Rioja y Brandy de Osborne y lógicamente también fuimos sus clientes.
Alguien sabe porqué cerró?
Fue la vida de mi abuela y mi tía, de las cuales ni se les ha mencionado cuando el alma de todo restaurante está en la cocina ,tuve la suerte de deiletar siempre sus platos pero ,mis recuerdos eran en ella a las cuales me permitían entrar para poder verlas
Recordar a Beatriz que… Manuela, Rafaela y Antonio en cocina. Pepe Martín y Vicente en sala, y Anita y Mercedes también colaboraron en llevar el restaurante adelante. Manuela hacia los lenguados, corvinas, potajes y sopas. Ella era el almamater dela cocina. Osea que Beatriz había más personas en el restaurante que sin ellos no hubiese funcionado igual, o no?
Recordar que una labor importantísima fue la de cocina con Manuela, Rafaela y Antonio, o en comedor como Vicente o Pepe Martín, así como Anita y mercedes. Todos fuimos necesarios para sacar a delante esa gran empresa. Desde pues de 30 años sigo pensando en error de cerrar el restaurante.
Incorporados al artículo. Gracias por el apunte.
Ese local era de mi abuela María Fernández silgo mi madre me lo contó de pequeña cuando íbamos al mercado mi madre me contó que lo malvendio historia de Huelva
Por supuesto que me acuerdo de ellos, y me alegro de que lo hayan incluido en el artículo, eran personas estupendas y que recuerdo con cariño.