Miguel Mojarro.
Entre mis amigos de Cortegana, hay uno que completa las dos aportaciones de escritores de la Zona al tema de los contrabandistas. O del contrabando, como se quiera.
En esta serie de «Lecturas casineras» son varios los autores de Huelva (cinco) que han visto sugeridas sus obras para esta situación pandémica. O para cualquier ocasión, que nunca se debe buscar justificación para leer. Debería estar en la Constitución (como se dice ahora) como actividad semanal obligatoria, al menos para los que pretendan dejar de ser necios. Que somos muchos.+
Hoy volvemos a La Raya, que para eso está en toda la vertical de nuestra provincia. La Raya, esa frontera que siempre fue (y es) entelequia para las mentes menos realistas. Porque La Raya es solamente una línea (una raya) en los mapas, que «une» pueblos y gente de ambos lados, con un guiño de complicidad
Muchos son los lazos que relacionan ambas «orillas», sobre todo en épocas de penurias y arbitrariedades geopolíticas. Nadie podrá separar nunca a gente que ha compartido tantas necesidades y soluciones cuando la penuria era de la familia.
Por eso el contrabando ha sido (¿es?) el vínculo mas poderoso entre los amigos de ambos lados. Por eso hay escritores en Aroche y en Cortegana que han hurgado en la Historia de la zona, para ofrecernos descripciones, datos, imágenes, testimonios, … de esos días en los que el hambre se satisfacía a base de caminatas nocturnas, entre jaras y barrancos.
José Luis Lobo Moriche nos recibe hoy como estudioso de la memoria histórica del contrabando. Muchos estudios se han hecho de aquella época de mantas y café en mochilas de hambre. Pero en Cortegana y en Aroche, hay dos enamorados de la Historia, Lobo y Chamizo, que nos facilitan los hechos que nadie de Huelva (de España) debe ignorar.
No es bueno leer en los manuales lo que nos cuentan los que dicen saber del tema, pero bajo la lupa de intereses que no son precisamente amigos de la Historia. La Historia solamente se conoce leyendo en la realidad y buscando en las fuentes que lo vivieron o que lo escribieron mientras lo vivían.
Eso hace Lobo Moriche en su Cortegana querida, buscar textos que hablan de aquello, preguntar a gente que lo vivió de la mano de sus padres, recoger imágenes de cartulina raída y ennegrecida en las que se ven rostros, personas y escenas que no mienten. Como siempre decimos, la fotografía es notario inequívoco de la realidad.
En nuestra web de Azoteas (ya extinta), escribimos en 2017 algunos comentarios sobre la obra de Lobo Moriche. Lo encabezábamos con el título de «La Historia tiene un amante». Otra entrada de aquella web, rezaba: José Luis Lobo Moriche, la Historia como Patrimonio (O viceversa)
Hoy siguen en nuestra convicción ambas ideas: José Luis Lobo es amante de la Historia y la considera como patrimonio social al que no se debe renunciar.
Decíamos entonces:
«La Sierra de Huelva tiene un encanto que la hace formar parte de un patrimonio social especialmente valioso: La Historia.
Grupos sociales, relaciones, costumbres y necesidades, son aspectos que deberían estar permanentemente en nuestros zurrones.
Hay un hombre que camina por la Historia de Cortegana, de Aroche, de La Raya, … buscando hechos y razonando su existencia. Viajando por la memoria y dibujando lo que fue. Trayendo hoy los caminos y personas que son de ayer, pero que fueron realidad en nuestra Sierra. No hace mucho.
José Luis Lobo Moriche es, fue y será Maestro de una Historia que para él es adicción.
“El Acebuchal”, “Atlante”, “La Raya de los malditos”, … son ejemplos de su dependencia de un Patrimonio social que debería ser inquietud y regodeo permanente en todos nosotros».
Y sale de Cortegana para adentrarse en los retorcidos comercios que en La Raya han sido y serán.
José Luis Lobo Moriche, se muestra en sus libros como adicto a un Patrimonio que tiene mucho de social, de memoria y de amor propio. Entiéndase “amor propio” como esa virtud que algunos tenemos de sentir placer al contemplar lo nuestro, sus cualidades, su estética. Sin que esto signifique desprecio de “lo otro”, ni chovinismo engreído.
Lobo Moriche, zurrón a la espalda, nos lleva de la mano hacia “cosas nuestras” de otro tiempo y sentimientos que son valores. De su pluma he aprendido cosas desconocidas y curiosas de aquella vida de nuestro “estraperlo”, ese desconocido por los que no vivieron la época ni escucharon su memoria.
Con independencia de ideologías, deben ser conocidos los hechos de nuestras cunas, sus luces y sus sombras, porque es la mejor manera de afrontar el futuro (el nuestro), con solvencia y dignidad.
Como ese trabajo encantador sobre la actividad “mercantil” a ambos lados de La Raya, que me parece una hermosa aportación a la Historia real de una zona, que tiene el encanto de “estar al final” de todas partes.
Si los dormitorios de Cortegana tienen aún mesilla de noche, en ellas debería haber algún escrito de José Luis Lobo Moriche, para no estar a medio vestir».
Nuestra «Lectura casinera» de hoy propone uno de sus numerosos libros sobre la zona: «La raya de los malditos».
Es novela que se introduce en las neuronas donde habita la intimidad, para que tengamos el valor de mirar de frente a la ignorancia sobre nuestra Historia. Pocos son los que pueden presumir de conocer lo que hemos sido, cuándo y por qué. Y creo que la primera obligación de toda dignidad es conocer sus precedentes, sus raíces y de quién se es heredero. Porque tenemos lo que nos dejaron y somos lo que nos hicieron.
La «Raya de los malditos» tiene como tema central el mundo de los contrabandistas (café y telas) en la frontera esa que hay en los mapas, entre España y Portugal.
Entre 1939 y 1955, aventuras y lucha por la supervivencia, en lenguaje que algunos han calificado de épico. Discrepo. Lobo no es épico, no es amante de las aventuras de corte triunfal. Lobo es, aunque él mismo lo sepa, poeta.
Su libro es una poesía dura, realista, impregnada de imaginación y de sentimientos sociales. Lo que pasa es que en este nuestro mundo amado («querida España …») lo social no tiene cabida en la poesía, salvo bagatelas efímeras y de moda.
Lobo es portador de una prodigiosa mente de poeta, que observa la realidad para exprimirle su jugo humano. Es esa clase de poeta que mezcla las ideas con la observación de su entorno.
Su realidad se dibuja en el marco de las dos ventanas de su vida, a través de las cuales mira, imagina y grita su visión social de la Historia.
Tras una de ellas, toman vida las metáforas y los pensamientos, las sensibilidades y la realidad, el hombre y su evolución, …
La otra ventana da a la tierra y el espacio que le rodea. Árboles y su vida. Laderas y las heridas de los barrancos. Prado y huerto, vida y pensamiento.
De estas dos ventanas salen las palabras escritas de José Luis Lobo, paradójico luchador contra la vida, porque la vida lo hace ser rebelde.
Vive y escribe en la misma casa en la que creció. Cerca del Casino de Abajo, tocando con las manos el bullicio de la plaza. Pero cerca también de un campo que conoce muy bien, palmo a palmo, desde el recuerdo de sus dormidas en un saco azul. Amigo de los caminos y los perros con su compañía inteligente.
Y en el pueblo, maestro reputado, buen comunicador, áspero y cercano, tozudo, fiel, «empujador» de sus alumnos hacia el crecimiento, … pero siempre sin subirse a la tarima del aula. De un luchador como Lobo, fiel a sus convicciones, incansable, solamente puede esperarse un libro tajante como «La raya de los malditos«. Sólo Jose Luis Lobo ha podido escribir reseña tan realista de un trozo de nuestra Historia, llena de cicatrices que se conservan y de poesía que no es fácil percibir. Pero está ahí.
A su edad, dice (hace) como Perez Reverté y un servidor: Puede perimirse el lujo de decir lo que quiera y no esperar alabanzas sin sustancia de los que son insustanciales. Vive de sus autenticidades y de lo esencial.
Una amiga mía, de Cortegana, me comenta cuando charlamos sobre José Luis (ella lo llama Pepe Luis) cosas de cuando éste era más joven (ella también): «No le gustan los peregiles en la salsa de su vida exigente. Su sentido de lo esencial lo aparta de lo superfluo. Es hombre, marido, padre, maestro, del campo, escritor, … Es fuerte. «
La «Raya de los malditos» narra sentimientos del autor entre lo negro de la noche, las tinieblas de los montes, la densidad de las sombras y ese personaje clandestino que pulula por sus páginas: la Diosa Noche.
La ventana que da a la calle, ofrece a Pepe Luis la vista gozosa del Casino de Abajo, con sus ocres de ribetes, su poderoso empaque en la Plaza de muchas fuentes en el tiempo, con sus «palomitas» manchando el mostrados de aguardiente, los periódicos hojeados por muchas manos y ojeados de titular en titular. Y el café humeante, hijo de aquel que se traía de Portugal en noches (lo negro) duras y dolientes.
Entre periódicos y palabrería, las tertulias repiten y repiten cada día los mismos argumentos sobre la actualidad. Una actualidad que va dejando, goteando, recuerdos de aquellos días de contrabando doloroso.
José Luis Lobo, de Cortegana, poeta del dolor rebelde, tozudo militante de la no resignación, escribe sobre nuestra Historia. La Historia debe ser nuestra compañera de sueños cada noche (negra) y en nuestra mesilla de noche, un ejemplar que nos cuenta lo sucedido. Pero no por los interesados, sino por los que lo vivieron. Y si no están vivos, por lo que escribieron los que vivieron los acontecimientos.
Y eso hace Lobo Moriche, leer lo escrito entonces y consultar los recuerdos de los que lo vivieron. O de sus hijos, que también son memoria viva de la Historia.
Heredamos los bienes, las deudas, el ADN, pero también la memoria. De eso se trata, de Memoria.
Grupo Azoteas