Mari Paz Díaz Domínguez / Ateneo de Huelva. El rol como ama de casa, esposa y madre privó a la mujer de un acceso igualitario a la educación y a otros ámbitos de la sociedad durante décadas en España. Esta situación provocó que las primeras en romper estas barreras formativas fueran las mujeres de la alta sociedad y burguesía, que encontraron en la escritura una forma de expresarse y de acercarse al mundo. Siendo así, son muchos los nombres femeninos que plasmaron sus creaciones en libros y periódicos, a pesar de que, a veces, se escondieron tras seudónimos o, simplemente, bajo el anonimato. A pesar de ello, las últimas investigaciones están descubriendo una nutrida nómina de escritoras onubenses, o vinculadas de alguna forma con Huelva, cuyas obras merecen la pena conocerse.
En este contexto, el Ateneo de Huelva quiere recuperar la memoria de estas creadoras con este pequeño homenaje que se lleva a cabo con motivo del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer. Una reseña que, sin duda, podría ser mucho más extensa.
CASILDA DE ARANDA, ‘ANTÓN DE OLMET’. La poetisa onubense Casilda de Aranda fue una destacada figura literaria, que solía firmar con el seudónimo de ‘Antón de Olmet’ (Huelva, 1871 – Madrid, 1950). Casilda destacó por su activa colaboración en los periódicos madrileños La Época y La Correspondencia de España. Fue hermana del poeta y diplomático Fernando Antón del Olmet, Marqués de Dosfuentes. Publicó varios libros (dos volúmenes de versos) y llegó a estrenar una obra teatral en Madrid, aunque resultó ser un fracaso, viéndose truncada su carrera literaria. Prácticamente desconocida en Huelva, formó parte de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza y recibió la Medalla de esta ciudad.
JOSEFA BLANCO. También se dedicó al teatro la escritora onubense Josefa Blanco Mora, autora de la obra teatral El peor enemigo, estrenada en el Teatro Cómico de Huelva en 1906. Fuente: Biblioteca de escritoras onubenses – Archivo Municipal de Huelva.
ZENOBIA CAMPRUBÍ. Zenobia Camprubí Aymar (Malgrat del Mar, Barcelona, 1887 – San Juan, Puerto Rico, 1956) permanece unida para siempre a Huelva. Casada con el Premio Nobel de Literatura moguereño Juan Ramón Jiménez, previamente había residido en La Rábida entre 1909 y 1910 junto a su familia. Una de las primeras mujeres en España con carnet de conducir, además de ser precursora de los negocios de exportación de artesanía popular para su venta en el extranjero y pionera también en la lucha por las libertades y derechos de la mujer, sin olvidar que a ella se le debe que conozcamos en España e Hispanoamérica la obra del escritor indio Rabindranath Tagore gracias a su labor como traductora. Del mismo modo, Zenobia fue la autora de un interesante diario escrito en inglés en Cuba, durante los años del exilio del matrimonio, gracias a lo cual conocemos mejor cómo fue la vida de ambos allí. Existen numerosos estudios sobre Zenobia, realizados por investigadores como Ángel Sody Rivas, Emilia Cortés, Pepa Merlo o Graciela Palau de Nemes, entre otros. La propia Emilia Cortés, con la colaboración de la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez de Moguer, nos ayuda a rescatar este texto de Zenobia:
EL VOTO FEMENINO
El 20 de agosto de 1936 Zenobia y Juan Ramón abandonaron Madrid, no sabían que era el inicio de su exilio. Un mes más tarde, tras una breve estancia en Nueva York y Washington, marchan a Puerto Rico donde pasarán dos meses. Aquí, en la isla, el 29 de octubre, Zenobia da una conferencia ante el Club de Mujeres de la Facultad de la Universidad de Puerto Rico, en la que recoge diferentes aspectos de la actividad de la mujer española, durante los veinte años anteriores a la Guerra Civil. Aquí traemos lo que dijo sobre el voto femenino, conseguido en 1931 y ejercido por primera vez en 1933:
[…] Llegado el día en que había de discutirse si se otorgaba o no el voto a la mujer en las Cortes Constituyentes, empezamos a acudir temprano de todas partes las que nos interesábamos en el asunto. A la puerta del Congreso me encontré a varias señoras de las asociaciones feministas que me saludaron invitándome a unirme a ellas. Me entregaron entonces un paquete de papelitos misteriosos encargándome que se los fuera entregando a los diputados, a medida que llegaran. El misterioso papelito no contenía más que dos líneas recordando a los Sres. diputados que la nueva constitución declaraba que en España no habría ya más privilegios, y que todos los españoles eran iguales.
Los diputados entraban presurosos pero no hoscos. Cómo iban a estarlo si hasta los conserjes se unían jubilosos a nosotras apuntando: “No malgaste usted la papeleta, señorita, que ese señor no es diputado” o “A ese sí, que no se les escape”. Esta obligación que nos habíamos impuesto resultaba heroica, si se tiene en cuenta que los asientos de las tribunas no están numerados y que, mientras nosotras nos afanábamos en la puerta, el interior del edificio se iba llenando. […]
Una vez dentro, nos encontramos con una Cámara enardecida en la cual sólo figuraban dos mujeres diputadas. Y de estas, con gran regocijo de los caballeros, una estaba en pro y otra en contra del voto de la mujer. Las dos diputadas habían hecho la carrera de leyes: Victoria Kent y Clara Campoamor. La primera, con su aire muchachil, sensitiva, reflexiva y concentrada; la segunda, con el gesto un poco brusco y la voz bastante bronca. Las dos, de acuerdo en el fondo pero Victoria Kent, temerosa de que la mujer española no estuviera aún lo suficientemente preparada para ser otra cosa que un instrumento ciego. Clara Campoamor, tan ansiosa de obtener el voto que estaba dispuesta a arrostrarlo todo hasta las mofas de algunos diputados mal educados que coreaban sus voces, a ratos descompuestas. […]
Al enterarse del resultado, algunos diputados daban saltos en sus escaños asegurando que ahora abogarían por las reformas más avanzadas para hacer contrapeso al lastre que les traería el efecto conservador del voto de la mujer.
Emilia Cortés Ibáñez
ROSARIO DOMÍNGUEZ MUÑOZ. Desde Higuera de la Sierra, Rosario Domínguez Muñoz, donde ejercía desde 1870 como maestra, llegó a publicar varios artículos en la revista madrileña La Educación.
CONCHA ESPINA. Concha Espina (Santander, 15 de abril de 1879-Madrid, 19 de mayo de 1955) fue una escritora y periodista cántabra que alcanzó fama nacional por sus crónicas diarias de los sucesos de las minas de Riotinto de finales del siglo XIX, noticias que inmortalizó en su novela El Metal de los Muertos. En este libro se narra la huelga del 4 de febrero de 1888 en la Cuenca Minera, conocida como ‘El Año de los Tiros’. La publicación tuvo un enorme impacto en Huelva. Eterna candidata al Premio Nobel de Literatura, sus primeras creaciones las publicó en el periódico santanderino El Atlántico. Espina se casó con Ramón de la Serna, con el que se marcha a Chile, donde fue corresponsal de El Correo Español de Buenos Aires. Cuando regresa a España colaboró con varios rotativos: La Atalaya, El Cantábrico… Luego, se trasladó a Madrid, donde estrenó una obra de teatro. Su trayectoria literaria fue intensa, con más de diez libros. Entre sus numerosos premios podemos citar que fue miembro de honor de la Academia de Artes y Letras de Nueva York en 1935 y, en 1950, recibe la Medalla del Trabajo. El periodista e investigador Juan Carlos León Brázquez ha indagado y rescatado su figura en diversos trabajos.
MARÍA FERNANDA CANO, ‘MARY FRANCIS COLT’. María Fernanda Cano Caparros, que firmaba con el seudónimo de ‘Mary Francis Colt’ (Huelva, 1925) fue una autora que publicó la mayor parte de sus novelas como presuntas traducciones del inglés, algo habitual en su época. En sus obras existieron muchos rasgos que recordaban a la maestra de las novelas de intriga, por lo que está considerada como la ‘Agatha Christie española’. Fue una escritora muy prolífica, con numerosas obras publicadas. Su trayectoria ha sido rescatada por el Archivo Municipal de Huelva, con su directora Lola Lazo al frente. Aunque escribió novelas románticas y dos obras de teatro, tituladas La mano y la garra (1972) y La extraña señora Vernon (1975), la mayoría de sus publicaciones –y las más conocidas- fueron novelas policiacas y de intriga, tan habituales en los años sesenta: Pista en la oscuridad (1955), Hilario y la desconocida (1964), El payaso ciego (1966) o La cinta roja (1967). Sus obras han sido recopiladas por la Biblioteca de Mujeres de Huelva del Archivo Municipal de Huelva.
ÁNGELA FIGUERA. Ángela Figuera (Bilbao, 1902 – Madrid, 1984) fue una escritora que estuvo destinada como profesora en el Instituto de Enseñanza Secundaria de Huelva en la Segunda República, después de que aprobara las oposiciones de Catedrática de Lengua y Literatura para institutos de Segunda Enseñanza en 1933. Aquí tuvo a su primer hijo, aunque falleció al nacer. Tras su paso por Huelva se traslada a Madrid, donde tuvo otro hijo, al que llama Juan Ramón, por su admiración por el Nobel moguereño. Al finalizar la guerra, por la represión franquista, pierde su cátedra y su plaza de profesora por apoyar al bando republicano. Esto le animó a escribir, como sucedió con otras mujeres, como Carmen Laforet, Premio Nadal en 1944 por su ópera prima Nada. En 1948, Figuera publica Mujer de barro, primero de otros muchos libros. Su presencia en Huelva es muy relevante, al estar considerada una de las escritoras más representativas de la Generación de la Postguerra Española. Sus obras completas se publicaron de forma póstuma en 1986, dos años después de su muerte. La Biblioteca de Mujeres de Huelva del Archivo Municipal de Huelva también ha rescatado sus creaciones.
MARGARITA JIMÉNEZ. La onubense Margarita Jiménez, fallecida en 2011 en Madrid, ciudad en la que se había afincado, también cuenta con obras de interés. Entre sus libros podemos citar El viaducto y Las Visitillas, así como dos publicaciones dedicadas a la capital de España, como fueron Madrid en sus plazas, parques y jardines, así como Madrid y provincia en sus Plazas Mayores. Títulos que pueden consultarse en el Archivo Municipal de Huelva.
INÉS GARCÍA ESCALERA. La Biblioteca de Mujeres de Huelva del Archivo Municipal de Huelva también ha rescatado la obra de la profesora onubense Inés García Escalera, que, a nivel literario, centró sus creaciones en el teatro, con obras como Ciudades de lona, El General Varela, El General Yagüe o El Teatro, todas ellas editadas en los años cincuenta del pasado siglo XX.
MARÍA LUISA MUÑOZ DE VARGAS. Se trata de una de las figuras más destacadas de la literatura y la cultura onubense de comienzos del siglo XX, estando considerada la primera mujer colaboradora habitual que ha tenido la prensa de Huelva. Su incursión en el periodismo se produjo como escritora, siendo el diario La Provincia (1874 – 1937), propiedad de su padre, José Muñoz Pérez, su cabecera de referencia. De hecho, María Luisa fue la responsable de que en este diario se publicara por primera vez en España un texto en español de la obra del escritor portugués Fernando Pessoa, según ha demostrado la investigadora Pepa Merlo. La biografía y la obra literaria de Muñoz de Vargas ha sido estudiada por la periodista e investigadora Esther Colchero.
La biografía de María Luisa comienza el 15 de abril de 1898, cuando nace en una de las familias más distinguidas de Huelva. Conocida como ‘Luchy’, estudió en Inglaterra, donde adquirió una destacada formación académica que le permitió dedicarse a la literatura. Escribió numerosos libros, además de colaborar en un buen número de periódicos. Su casamiento con el escritor y médico de la Compañía de Minas de Riotinto, Rogelio Buendía, en 1922, al que le unía una estrecha amistad con Juan Ramón Jiménez, le abrió las puertas de las revistas literarias. Entre los títulos con los que colaboró se encontró el mensual iberoamericano Cervantes (1916-1920); Pictorial Review (Nueva York, 1889-1939), la principal revista femenina del momento; y, por último, La Isla (Cádiz, 1932-1940). Otra de las publicaciones en la que colaboró fue la gaceta literaria onubense Papel de Aleluyas (1927 – 1928), donde, en la portada de su primer ejemplar, María Luisa publicaba un poema, pero firmaba con el seudónimo de ‘Félix de Bulnes’. En otras ocasiones utilizó el nombre de María Luisa Muñoz de Buendía, siguiendo la costumbre anglosajona de ponerse el apellido del marido. El poema se titulaba ‘Noche’ y decía así:
NOCHE
Hacen un mal matrimonio
Padre Sol y Luna Blanca,
la luna sólo se acuesta
en cuanto el sol se levanta.
Las estrellitas del cielo
todas están disgustadas
de ver pálida a la luna
y hay noches en que a su madre
bodas con el sol preparan
y entonces las estrellitas
brillan, se guiñan y bailan,
esperando alegremente
que una hermanita les nazca.
La gran colcha azul del cielo
de diamante está bordada;
mira, el perfil de la luna
pone la colcha rosada,
ya asoma su cara alegre
entre el embozo de plata;
como se ha celebrado bodas,
se levanta más delgada.
Félix de Bulnes
(Revista Papel de Aleluyas, julio de 1927)
Papel de Aleluyas, ‘Revista de literatura y arte. Hojillas del calendario de la nueva estética’, está considerada como la publicación onubense más destacada de la Generación del 27 y una de las más representativas del panorama literario español del periodo situado entre 1926 y 1929. Dirigida por Rogelio Buendía, Fernando Villalón y Adriano del Valle, María Luisa colaboró en esta revista junto a Rafael Alberti, Luis Cernuda, Gerardo Diego o Manuel Altoaguirre, entre otros. Muñoz de Vargas escribió varios libros (poesía, novelas, teatro). Porque, por encima de todo, fue escritora. Su primer libro fue Bosque sin salida (1934), con prólogo de Juan Ramón, con el que mantuvo una gran amistad.
CEFERINA NARANJO. Ceferina Naranjo Hermoso fue una escritora nacida en Cabezas Rubias. Escribió un libro de poesías titulado Ansias de Paz, que es todo un canto de amor a su localidad natal, dado que cada poema es una estampa de su pueblo, sus costumbres y sus habitantes. La relevancia de sus creaciones literarias ha llevado a los vecinos del municipio a promover iniciativas que recuperen su figura, como, por ejemplo, dedicar la biblioteca de Cabezas Rubias a esta autora.
REPOSO NEBLE. Nacida en 1929 en Bollullos Par del Condado, Reposo Neble Balbuena fue una destacada escritora que trabajó en el Ayuntamiento de Bollullos y como profesora en las Escuelas Profesionales, al tiempo que cultivaba su gran pasión: la literatura. Escribió en todos los géneros posibles, desde el relato breve a la novela, pasando por la poesía, el cuento o el teatro. Además, Neble colaboró con varios periódicos. En cuanto a su obra literaria, destacan títulos como La ladrona, Adiós Isabel María, Evocación, Tres historias sonrosadas, Horizontes de ático, El último de los Ferkusson, El tiempo anclado, Rene Val, Mariano Núñez Alegría y un largo etcétera, como el ejemplar Retablos. También es suya la obra de teatro Canción de amanecida y el libro El ahorcado, su gran novela.
MARÍA DE LA CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ GARZÓN. También es onubense María de la Concepción Rodríguez Garzón, autora de la letra de la canción ‘Clara noche de Luna’, cuya música fue compuesta por Enrique Díaz, como recoge el Archivo Municipal de Huelva, que cuenta con una copia de la pieza enviada “A mi querido amigo el Gran Onubense José Marchena Colombo”, quien fuera presidente de la Real Sociedad Colombina Onubense y director de la revista La Rábida. Un tema que sus creadores dedican a “nuestra muy querida sobrina Dolores, Duquesa de la SEO de Urgel”. Concepción fue esposa de Enrique Díaz y Franco, ambos propietarios de los terrenos en los que hoy en día se erige la Parroquia del Sagrado Corazón de Huelva, como apunta Eduardo Sugrañes.
ISABEL TEJERO. La poetisa Isabel de los Reyes Tejero Rodríguez (Calañas, 1897 – Madrid, 1978) nació en una familia acomodada, pero su adolescencia estuvo marcada por un cúmulo de infortunios que, de alguna manera, afectaron a su personalidad. Como ha recordado el escritor e investigador Juan Carlos de Lara, “la ruina de los negocios familiares, la temprana muerte de su madre, así como el posterior fallecimiento de su padre y de su hermano José, marcaron esos primeros años de producción literaria”. Autora de discursos y conferencias, y amiga de personajes como Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí o Daniel Vázquez Díaz, colaboró en destacadas revistas de su época, entre las que destacan Gloria Femenina de Madrid, Revista Española de Morón de la Frontera, La Rábida de Huelva, donde dedicó un poema a las carabelas en 1924, y Mujeres Españolas, El Parnaso Español, La Musa Española o El Reino, editadas en Madrid, sin olvidar sus publicaciones en el diario onubense Odiel (1935 – 1984). Sus cuatro libros se titulan Sensitivas, Rosas y Estrellas, Poemas de Inquietud I y Poemas de Inquietud II. Además, formó parte de la Real Academia de Declamación, Música y Buenas Letras de Málaga, siendo Académico Protector, aunque esto no impidió que mantuviera una constante relación con su localidad natal a lo largo de su vida. Su trayectoria ha sido estudiada por Cristóbal Llanes Baquero.
AMALIA TOSCANO. Poca información tenemos de la autora triguereña Amalia Toscano, de la que hay constancia que publicó en la revista La Iberia (Sevilla) en el año 1902.
ELENA WHISHAW. La arqueóloga inglesa afincada en Niebla Ellen Mary Whishaw, Elena Whishaw, (1857- 1937), estuvo dedicada a una intensa labor investigadora durante toda su vida, interesándose por los estudios arqueológicos e históricos. Después de vivir con su marido en Sevilla, Huelva y Riotinto, tras el fallecimiento de este, se afincó en 1916 en Niebla, donde permaneció hasta su muerte en 1937. Diez años antes, en 1927, fue nombrada Hija Adoptiva de Niebla, localidad donde también instaló un Museo en la finca de la Puerta del Buey, creando la Escuela de Arqueología Anglo-HispanoAmericana para divulgar el patrimonio iliplense. Con su fallecimiento, el Museo fue dispersando su contenido. El doctor en Historia José María Acosta Ferrero ha desgranado la vida y obra de esta arqueóloga, conocida como “la inglesa de Niebla”, que fue directora de la Escuela Anglo Española de Arqueología. Entre las obras que dejó escritas, la más conocida es Atlantis in Andalucia, publicada en inglés, como la mayoría de sus textos. Acosta ha ayudado a rescatar a esta investigadora que estaba prácticamente olvidada, hasta que se ha ido recuperando desde la década de los noventa hasta hoy, cuando siguen surgiendo trabajos sobre su vida y obra, como lo de Gladys Méndez o Nieves Verdugo, entre otros.
A esta relación, Ramón Llanes añade y apunta el ejemplo de ACRACIA MÁRQUEZ GALÁN. Nació en Calañas en 1933. Aunque residió en Huelva desde la temprana edad de nueve años, se sintió siempre muy unida a su pueblo. Se le quedó en el alma el dolor por no haber podido ir al colegio, se le quedó la pena de no haberse podido preparar para ser la profesora que soñaba, mientras limpiaba la casa de otros, siendo después esposa y madre siguiendo los cánones de la época, aunque jamás perdió la pasión por las letras. Nació y murió poeta, como las flores en su estallar fantástico. Escribir fue parte de su vida, como única fuga. Edita en 2007 su poemario “Exilio de un Poeta” dedicado en su totalidad al poeta y escritor moguereño, premio nobel, Juan Ramón Jiménez, referente literario por el que se apasiona los últimos treinta años de su vida, transmitiendo todo ese amor en pro de su memoria.
LA PRIMAVERA
¡Cantan los pájaros, canta la primavera¡
Los arroyos corren…, se oye el murmullo
de sus aguas claras que pasan deprisa,
van a su destino, tal vez sea un hermoso río.
Por todos lados flores de miles de colores
que al llegar a su vera se siente el perfume de la primavera.
Los ojos se ensanchan al ver tantas flores.
La flor de la jara blanca y delicada,
con sus pocas hojas despide un perfume
jamás igualada por ninguna otra.
Y las abulagas con su amarillo
tan fuerte y tan lindo.
Y las amapolas en medio del trigo,
¡lo verde y lo grana queda tan bonito!
Los lirios morados, el romero verde…
ACRACIA MÁRQUEZ.
(Texto y reseña rescatada por Ramón Llanes).
5 comentarios en «Escritoras olvidadas: El Ateneo de Huelva rescata la memoria de la literatura onubense con nombre de mujer con motivo del 8-M»
Agradecer la iniciativa del Ateneo, el trabajo de investigación de Ramón Llanes y a este periódico, por haber dado luz a los nombres de tantas mujeres onubenses que supieron dedicar parte de sus vidas a la creación literaria haciendo huecos entre sus obligaciones como madres en unos tiempos nada fáciles para ellas.
Siempre está bien indagar en la historia para que no se olviden los nombres de las que no se conformaron sólo con ser madres y esposas adnegadas.
Perfecto homenaje en este día de celebración.
Excelente publicacion
Desconocía la existencia de la calañes a Acracia Marquez Galán. Gracias primo, habrá que investigar sobre ella.
Diré que la persona que más a investigado sobre Isabel Tejero es la bibliotecaria Paqui Hidalgo.
Me ha encantado; del verbo encantar. Muy ilustrativo.
Magnífico trabajo de escritoras que merecen ser conocidas y reconocidas por su actividad creadora por los onubenses.