Ana Rodríguez. Alba Munera, Omar B. Fernández, Sara García, Josema Vidal, María Rodríguez, Ana Cárdenas, Samuel Nogaledo, Andoni Villasmil, Jesús Pavón y Francisca González son los actores de Tiflonuba, un grupo de teatro amateur que estos días estrena una adaptación de la obra de García Lorca Bodas de sangre, en el Teatro del Mar de Punta Umbría y en el Cardenio de Ayamonte. Sin embargo, este grupo tiene una peculiaridad, la mitad de sus componente son invidentes.
Tiflonuba nació en el año 2000 bajo el paraguas de la Once en Huelva y en 2012 se integró en la Asociación Cultural ‘Dos Ríos’ de la citada organización. Su director es Teo Domínguez, de Tekantor Teatro, un gran profesional -Premio Nacional Martin Arjona al Mejor Guión Adaptado en 2003- que con su buen hacer ha logrado que, desde sus comienzos, el grupo apuntara muy alto.
Un ejemplo de la repercusión que Tiflonuba está alcanzando es que, hace sólo unas semanas, recibió el Premio Max Aficionado 2013 que concede la Fundación Autor de la SGAE. Este galardón es un merecido reconocimiento a la trayectoria y valores de estos actores que han participado en festivales de Arte e Integración en ciudades como Valencia, Sevilla, Motril, Algeciras y Badajoz y a los que hemos podido ver en su provincia, Huelva, donde el año pasado representaron, dentro del II Circuito Provincial de Teatro de la Diputación Provincial la tragedia de Sófocles Antígona.
El principal empeño de Tiflonuba es, como indica su director, “que nuestro panorama teatral, el amateur, sea una referencia importante, tanto teatral como cultural, al modo de los países que se dedican a su cultivo, como Inglaterra o Estados Unidos”. A pesar de que su dedicación no es profesional, la existencia de este tipo de movimiento es crucial y el grupo onubense en concreto ha fijado su punto de mira en “extender nuestra producciones y apostar por el desarrollo cultural a través del teatro, tanto en nuestra provincia como en el resto de Andalucía”.
Los actores de Tiflonuba tienen entre 20 y 25 años, la mayoría son ya universitarios, “pero cuando entraron en el grupo hace 12 años eran unos niños”, recuerda Domínguez, quien ha visto crecer personal y artísticamente a los chavales.
En cuanto a sus capacidades de visión, el director del grupo afirma que Tiflonuba “es un proyecto de integración social y cultural tanto para videntes como para invidentes. Para los primeros, porque aprenden a concienciarse, y aquí ha quedado demostrado, de que no existen personas diferentes para nada y que todos, contando con los mismos apoyos y medios, podemos llevar a cabo nuestro sueño de expresión y comunicación hacia el público”.
Del otro lado, para los invidentes, el grupo es “una explosión de satisfacción personal por sentirse protagonistas, realizados, en un ejercicio de superación que los llena de emoción. Yo pienso que nuestros ciegos ven. Muchas veces, cuando ensayamos, me doy cuenta de que no sólo se ve con los ojos, sino con otros sentidos y ellos tienen esos otros sentidos muy desarrollados”.
A la hora de estudiarse los textos, cada uno tiene su táctica. Algunos los imprimen en Braille, “pero otros se lo aprenden a través de la declamación. Yo se lo voy leyendo y ellos lo memorizan, como cuando te aprendes una canción”, comenta Teo Domínguez.
El otro 50% de la actuación, la expresión corporal, los invidentes lo cubren a través de la repetición de movimientos. Como explica el director del grupo, “nuestros actores son todos invidentes de nacimiento, con lo cual no pueden tener ninguna referencia espacial. Por ello tienen que ir trabajando para que el código de comunicación corporal se conduzca a través de ejercicios repetitivos. Éstos, tan comunes en el teatro, les sirve para llenar las referencias espaciales y luego crear unas claves que van asumiendo”. Un esfuerzo digno de admiración y reconocimiento.
En cualquier caso, el ejercicio teatral ayuda a todos a desarrollar su expresión corporal, verbal y una poderosa herramienta, la memoria, resultado todo un reto que estos jóvenes superan airosamente.
Un buen momento para descubrirlo será este mes de julio, con la representación de la adaptación de la lorquiana Bodas de sangre, con guión de Teo Domínguez, que hace escala en Punta Umbría (25) y Ayamonte (26). Esta tragedia griega, transformada e integrada en la tradición andaluza, permitirá mostrar la energía y el entusiasmo de sus jóvenes actores.
En ella, además de actuar, cantará María Rodríguez, Premio a los Nuevos Valores del Flamenco en la Bienal Flamenca Once Andalucía, (Granada, 2012), que estará acompañada al baile por el Grupo de la Academia de Baile Flamenco de Trigueros ‘Toma que Toma’.
Además, Tiflonuba ha entablado conversaciones con el Ayuntamiento de Huelva para representar la obra el próximo otoño en el Gran Teatro, lo cual dará una nueva oportunidad a los onubenses para disfrutar de ella y comprobar, por sí mismos, que en el arte, como en todo, no existen barreras.
La Once. La existencia de experiencias artísticas formadas por grupos de personas con discapacidad visual ha sido una constante que ha acompañado a la evolución de la Once. Desde sus inicios, el teatro estuvo muy ligado a las actividades que se realizaban en los colegios de la Once. Más tarde esa afición por el arte se fue extendiendo por muchos centros de la Organización, apareciendo así numerosos grupos de teatro.
Estos grupos de personas ciegas o con discapacidad visual han ido construyendo un movimiento artístico numeroso y muy sólido que ha llegado a constituir para la Once una tarjeta de presentación social de lo que son capaces de realizar estas personas en los campos de la escena.