P. Gamero. Que nadie lo dude. Con Diego de la Villa el Recre ascendió dos veces. Una, con él en el palco, sufriendo como nunca lo hizo, tras ganar al Deportivo B una tarde de junio de 1998; otra, en 2000, ya fuera de la entidad, pero gracias a su legado económico que permitió el saneamiento del club, pudo estar en primera línea cuando por los impagos oros equipos perdieron la categoría.
Diego de la Villa Ortiz, un licenciado en Ciencias Químicas en Metalurgia, fue presidente del Recreativo de Huelva desde 1995 hasta 2000, en la era pre Sociedad Anónima Deportiva. “Se puede decir que llegué para un rato, y estuvo cinco años”, señaló De la Villa, que tras figurar en una junta gestora tras la salida de Miguel Galardi, ganó las elecciones a la presidencia del club el 15 mayo 1995. “Entré en la gestora para echarle una mano a Félix Pérez, no pensé estar más tiempo, pero mira, al final…”, señaló De la Villa que recordó que “se vivía una situación muy mala, con impagos, encierro de jugadores…”.
Pero ese momento complicado de la entidad lo cambió Diego de la Villa y su equipo, que impuso una forma de trabajo basada en la austeridad, pero que le dio muy buenos resultados, económicos y deportivos. “Se gasta lo que se recauda” fue su lema de siempre, lo que acompañado de buena vista a la hora de fichar, el Recre pudo entrar en el fútbol profesional.
Señaló que casi “inventé el concurso de acreedores, pero sin necesidad de jueces, a base de trabajo, de un poco de sentido común”, todo eso tras incorporar a su junta directiva “a personas que habían estado conmigo en otros menesteres, gente muy válida desde el punto de vista organizativo y económico”. “Había que ser muy estrictos a la hora de cuadrar balances, gastarse sólo lo que se tenía, la máxima era el equilibrio entre ingresos y gastos… el tema deportivo venía a partir de esa premisa”, dijo.
Y así, a base de picar piedra en todos los aspectos, “se ficharon jugadores con futuro, con ganas de triunfar, y que veían varias veces los distintos miembros de la comisión deportiva. El paso en falso era posible, pero poco probable”.
Se mostró agradecido en una época complicada que “Juan Ceada y a Juan Vázquez Pavón salvaron al Recre con un crédito”, y que también, ya instalado en el club, que “las empresas respondieran”. “Muchas puertas se abrieron, quizás porque demostramos que íbamos en serio”, apostilló.
Situó entonces los problemas del Recre “lo que se debía a los bancos, a ex directivos y a Hacienda y Seguridad Social; poco a poco se fue negociado, algunos condonaron su deuda, otros la canjearon en parte por publicidad, ahí quizás fuimos los primeros en llegar a acuerdos con los bancos. Pudimos salir a flote”.
Tras una primera temporada con Manolo Villanova, llegó el momento de su relevo, y la llegada del técnico que cambió al Recre: Joaquín Caparrós. Su fichaje tuvo su historia, y su pizca de anécdota: “Fue curioso. A través de Emilio de la Riva nos llegaron informes de un jugador, un mediocentro del Moralo, que podíamos incorporarlo, Aguilera -luego fichó por el Recre-. Nuestra forma de trabajar estaba clara, y se basaba en el seguimiento exhaustivo de los jugadores que podían venirnos bien. Fue Julio Peguero el primero en ver a Aguilera, y cual fue la sorpresa que en su informe, además de hablar bien del futbolista, llama la atención de la forma de jugar de su equipo, del trabajo que hacen todos y de la mano del entrenador. Ese equipo era el Moralo, y su entrenador Joaquín Caparrós”.
A partir de ahí, la comisión deportiva se implicó en el seguimiento del futbolista, pero más incluso en el equipo. “Tanto Emilio como Rafael Blanco -hombre fuerte en la comisión-, coincidieron con Peguero y recomendaron que se fichara al entrenador, porque se veía que era el más idóneo para el Recre, por su forma de trabajar, su forma de ser, y porque se veía que era un entrenador que sacaba enorme rendimiento a sus jugadores”, señaló De la Villa.
“Creo que Joaquín nunca supo que lo estábamos siguiendo a él. Pudo conocer nuestro interés por Aguilera, en cierto modo él mismo fue quien habló con Emilio, por su amistad, de ese jugador. Nos reunimos en Madrid y llegamos pronto a un acuerdo económico. Indudablemente acertamos de pleno”, indicó.
En la primera temporada de Caparrós se rozó el ascenso, perdido con el Numancia, pero completando “una temporada excelente”. Y es ahí donde De la Villa sitúa el cambio radical del club: “Para mí, cómo respondió la afición tras caer eliminado es el principio de todo, ese recibimiento en el Ayuntamiento fue algo que no se me olvidará nunca. Ahí nació la recremanía, que fue clave en los años venideros.
Mira como fue aquello que yo, que no me suelo dejar llevar por muchas emociones y en público, en el balcón del Ayuntamiento ese día dije que el año que viene íbamos a ascender. Pues fue así”.
La 1997-98 fue una gran temporada de nuevo, y eso que el equipo se debió sobreponer a la pérdida de su goleador, Iván Rosado, pero se hicieron los fichajes pertinentes siguiendo las directrices que se marcaron, y todo salió muy bien. Tras ganar al Deportivo B, la espera a que concluyera el partido del Barakaldo, que nos permitía ascender, se hizo eterna. “Lo pasé mal, claro, todos lo pasamos mal. Era el ascenso, tenerlo en las manos, o enfrentarnos de nuevo a una situación similar a la del año anterior”, comentó el ex presidente.
“En Barakaldo dijeron que el Espanyol B fue primado por el Recre, qué poco nos conocían. Es más en el último partido de la liguilla, ya con todo resuelto, al salir el equipo al campo le tiraron billetes falsos, como para criticar que habíamos primado al Espanyol B”, recordó.
La temporada siguiente en Segunda fue buena y el equipo se salvó sin problemas. Pero al término de la misma se marchó Caparrós, algo que fue inevitable. “Le llegó una oferta del Villarreal, que entonces estaba en Primera División, me lo dijo y claro, le comenté que no podía desaprovechar esa oportunidad. Tuvo la mala suerte que al final, el Villarreal descendió, y tuvo que entrenar en Segunda A”, indicó De la Villa.
“Fichamos a Del Barrio, precisamente el entrenador el Barakaldo, una muy buena persona y creo que mejor entrenador de lo que pudo demostrar aquí. Fue una temporada rara, el club se había convertido en sociedad anónima deportiva y nos quisimos ir en julio. Pero la Andaluza nos dijo que, como directiva, podíamos quedarnos seis meses, y como el trabajo estaba iniciado, seguimos, hasta que llegó el momento de la creación del primer consejo de administración. Ya ahí, por mi forma de trabajar y proceder, no cuadraba, y nos fuimos”, recordó.
Aunque al final el descenso se produjo, el Recre se salvó administrativamente, algo que considera De la Villa un logro de su equipo: “Es evidente que fue gracias al trabajo que iniciamos, si la entidad no hubiera estado saneada, esa salvación no se hubiera producido”.
Han pasado 20 años y confesó que “nunca me han ofrecido ser presidente de nuevo, creo que saben que mi forma de trabajar no entra mucho con esto de las Sociedades Anónimas en el futbol”. Lo que sí tiene a gala es que “todavía me recuerden, y me gusta, porque entiendo que supone que algo bueno se habrá hecho. Hay personas que en el campo me piden que me haga fotografías, algunos me dicen que he sido el mejor presidente, sin duda eso me halaga. Porque es el reconocimiento a la labor y la gestión que hicimos, no sólo yo, todos los que estuvimos en esa directivas, fuimos un grupo de personas que sentiamos al club”.