Redacción. Llevamos más de un mes de estado de alarma, y la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias sigue sin aportar equipos de protección a los trabajadores penitenciarios de la provincia de Huelva acordes al medio cerrado del entorno penitenciario y la pandemia que sufrimos a nivel mundial.
A modo de ejemplo, en el centro penitenciario de Huelva se está proporcionando a cada trabajador una mascarilla quirúrgica para unas 40 horas semanales, cuando su vida útil de la misma no va más allá de tres horas, porque la administración penitenciaria no puede asegurar el abastecimiento a todos los trabajadores.
Hay que tener en cuenta que un centro penitenciario puede ser un lugar terrible para la propagación de la enfermedad. Tiene la ventaja relativa de ser un espacio aislado, con una población reclusa, en su mayoría, disciplinada y acostumbrada al confinamiento, de modo que, haciendo las cosas bien, deberían sentirse protegidos. Pero, al mismo tiempo, también es un lugar con un alto porcentaje de personas inmunodeprimidas, que han sufrido toxicomanías y otras patologías, lo cual podría tener consecuencias fatales.
Por otra parte, la posibilidad de que los trabajadores enfermen puede dejar mermados los efectivos, y dar lugar a incidentes que tratamos de evitar a toda costa.
Por ello también creemos de vital importancia y así lo hemos solicitado por escrito a la Consejería de Salud y Familias que es la autoridad sanitaria que asume la obligación de hacer llegar los test a los andaluces, no solo la realización de test PCR a los trabajadores que se encuentren en cuarentena por síntomas o por contacto estrecho sino también la realización de test serológicos a todos los trabajadores penitenciarios porque entendemos que para prestar con seguridad el servicio esencial que presta el colectivo de prisiones es imprescindible la realización de estos test.
En definitiva, a través de una mejoría en los medios de protección y un aumento de realización de test diagnóstico , nuestra intención es blindar a la población reclusa. Porque desde que se logró cerrar todo el acceso a la prisión, somos el único vector que puede causar el contagio. Y por tanto si nosotros, los trabajadores penitenciarios, estamos protegidos la población reclusa estará protegida.