Mari Paz Díaz. Afrontar la pandemia del coronavirus es complicado para todos. Pero hay colectivos que lo sufren de forma especial, bien por tratarse de un grupo de riesgo o, bien, por encontrarse en una situación delicada. Es lo que sucede con las mujeres embarazadas, que viven estos días con cierta inquietud y preocupación. Es verdad que no existen evidencias científicas que demuestren que sea una población con más riesgo que el resto para contraer la enfermedad o sufrir complicaciones que afecten al feto. Sin embargo, la posibilidad de contagio está ahí, como para cualquier otra persona, por lo que tomar precauciones es necesario. En este contexto, hemos querido conocer la experiencia de una onubense, que, a pesar de las dudas y miedos que pueden surgir, hoy puede disfrutar de su pequeña, nacida hace un mes. Un caso que puede servir de ejemplo para muchas mujeres que se encuentran en una situación similar. Porque, al final, la vida siempre se abre paso.
Se trata de María Bautista Vázquez, de 35 años y residente en Huelva, que fue mamá el pasado 27 de marzo en el Hospital Juan Ramón Jiménez de una preciosa niña, llamada Sonia. El padre de la pequeña, Jorge Flores, de 37 años, y sus hermanos, Lucas y Patricia, de 12 y 6 años, respectivamente, están muy felices con el nuevo miembro de la familia. Eso sí, la situación actual es el resultado de un camino lleno de incertidumbre, como ha querido contarnos a Huelva Buenas Noticias la propia María. En su caso, su embarazo se iniciaba el pasado mes de junio de 2019. Tal y como ella misma recuerda, «fue un embarazo muy deseado, pero, desde el principio, lo viví con mucho miedo psicológico, porque dos años antes había tenido un aborto. Entonces, con seis meses, sin esperarlo, el embarazo se paró, así que me daba terror pensar que pudiera pasar algo similar».
A pesar de las dudas, todo fue muy bien. Sólo que, en la recta final, se produjo la llegada del coronavirus a España. «Lo primero que se me pasó por la cabeza fue llamar a mi madre, que vive en Villanueva de los Castillejos, para traérmela a mi casa, a Huelva. Porque, si me ponía de parto, no podía dejar a mis dos hijos solos. Fue así como mi padre, que ya es mayor, tuvo que quedarse 20 días solo en el pueblo», nos cuenta María, que recuerda que, durante esos días, «no es tanto lo que sucede, como el miedo que tienes porque le pase algo a tu familia, a lo que se une tu estado».
Además, a esta preocupación, se unió la cuestión económica, puesto que María y Jorge regentan una tienda de muebles, Muebles Jorma, en Huelva, que cuenta con una plantilla de 6 trabajadores, ellos dos junto a dos dependientas y dos montadores. Y, con la declaración del estado de alarma, tuvieron que cerrar. Tal y como ella recuerda, «al principio no me contaban mucho, porque intentaban no agobiarme más. Hay que tener en cuenta que me quedaba poco para el parto y tenía las hormonas a flor de piel. Yo entonces era un continuo agobio y, cada vez que veía las noticias, me ponía peor. El negocio para mí era una preocupación añadida, pensando también en los trabajadores y demás. Y, cuando tuvimos que cerrar y hacer las gestiones con la gestoría para presentar un ERTE, fue un momento muy duro para mí. Después de cinco años de haber levantado el negocio, nos veíamos en esa tesitura. Fue sólo una semana antes del parto y fue muy triste. Pero, bueno, poco a poco nos vamos recuperando y esperamos que pase todo. Ojalá podamos remontar y mantener nuestro negocio, porque tenemos un equipo de trabajadores muy bueno».
Fue así cómo llegó al momento del parto. ¿Cuál es el protocolo a seguir en estos casos? María tenía otras conocidas que estaban embarazadas y que habían cumplido antes que ella, así que pudo enterarse de la situación en el hospital y le dieron muchos mensajes de tranquilidad, porque el personal sanitario estaba muy bien organizado. Eso sí, reconoce que, «a pesar de todo, no te tranquilizas por la posibilidad de contagio que existe en un centro hospitalario». En cualquier caso, María fue al Hospital Juan Ramón Jiménez con mascarilla puesta y no se la quitó hasta llegar a casa de regreso. Incluso estuvo con la mascarilla puesta durante el parto.
Pero, «a pesar de llevar la mascarilla, cuando llegué a la consulta de Ginecología del hospital me asusté mucho, porque había dos parejas y nadie de ellos llevaba ni guantes ni mascarillas. Y, además, cuando estaba en monitores pregunté a los sanitarios si era necesario llevar la mascarilla y me dijeron que sí. Sin embargo, las otras familias no llevaban ninguna protección, así que me asusté. Con todo lo que estaba pasando se crea una especie de psicosis por los riesgos de contagio. También el líquido desinfectante estaba agotado en el centro hospitalario. Yo llevaba el mío propio e, incluso, se lo ofrecí al personal sanitario para que lo usara antes de tocarme y analizar la barriga. Realmente, da mucha pena cuando ves a los trabajadores tan atentos, pero te das cuenta de la falta de recursos, porque muchas de las mascarillas que llevaba el personal en ese momento era de fabricación propia o compradas por ellos mismos», recuerda esta onubense.
En cuanto al parto en sí, según relata, tras dos partos naturales sin ningún tipo de complicación, en esta ocasión, se lo tuvieron que provocar debido a una fisura en la bolsa, con lo que, al incrementarse los dolores de parto, le aconsejaron que se pusiera la epidural. Este hecho provocó que tuviera que estar tres días en el hospital, desde el viernes hasta el lunes, en lugar de dos, con la consiguiente intranquilidad para ella y la niña. A pesar de ello, una vez en el paritorio, se encontró con caras conocidas, puesto que, tanto el anestesista como la matrona habían sido clientes suyos en la tienda, «una circunstancia que se agradece mucho, puesto que se portaron genial y siempre es bueno ver una cara familiar. Además, el médico, que no conocía, también se portó muy bien. La niña se había girado y, aunque parecía que iba a necesitar forces, finalmente no hizo falta. Fue todo muy bien«.
Otro de los momentos de incertidumbre para ella fue una vez que tuvo a la niña, puesto que, «aunque estuve sola durante la dilatación, después del parto, según el protocolo, me cambiaron de habitación. Entonces tuve que compartirla con otra familia y esto siempre te crea un poco de temor. Sin embargo, tuvimos la suerte de que se trataba de una pareja de Gibraleón encantadora, que habían estado encerrados en casa y que tomaban muchas precauciones, por lo que estuvimos muy a gusto. Incluso, hubo un momento de la noche que las dos madres nos quitamos la mascarilla para poder descansar y dormir más tranquilos. Es más, todavía seguimos en contacto«.
Fue así como María y Sonia pudieron marcharse a casa. Según nos dice, «la niña está muy bien. Le estoy dando el pecho y está muy sana. De todas formas, hasta que no cumplió quince días no estuve tranquila. Sí tuve un poco de preocupación porque tuve un poco de fiebre a causa de la subida de la leche y siempre piensas que puedes haberte contagiado. Pero, afortunadamente, todo ha estado bien. Eso sí, el temor no te lo quita nadie».
Para María, la situación que estamos viviendo es muy triste en general para todos los que son padres, porque, como en su caso, «mi familia todavía no ha podido conocer a Sonia, salvo por fotografías y conexiones por las redes sociales. La única que ha podido verla fue mi madre que estaba en mi casa, aunque no pude ni abrazarla ni pudo coger a la niña en brazos. Luego, mi padre vino a recoger a mi madre para llevársela de regreso a Villanueva de los Castillejos, porque nosotros estábamos bien. Y ese momento fue muy dramático. Mi padre sólo pudo ver a los niños de lejos en el portal y hasta se le saltaron las lágrimas. Todo esto es muy duro. Ya desde el mismo momento que sales del paritorio te sientes muy desamparada, porque te ves sola, no como sucedía anteriormente en el que te rodeaban todos tus familiares. Ahora todo es muy frío. Los pasillos del hospital están vacíos. Es una situación difícil y triste, a pesar de la felicidad que Sonia ha traído a toda la familia, puesto que ha sido una niña muy deseada».
Con todo ello, María lanza un mensaje de tranquilidad a todas las futuras mamás, porque, al fin y al cabo, «soy una persona positiva. Y estoy segura que saldremos de esta y podremos remontar». Eso sí, les aconseja que «no hay que tener reparo en decirle a las personas que nos encontremos que deben tomar precauciones frente al virus. Huelva es la ciudad andaluza con menos casos y los casos que hay están muy controlados. Además, en el Hospital Juan Ramón Jiménez, la zona de Maternidad está muy alejada del área dedicada a los enfermos de coronavirus. Pero, aún así, es mejor prevenir».