Mari Paz Díaz. Ser un enamorado de tu trabajo y ser reconocido por ello es un privilegio que pocos pueden conseguir. Pero, cuando ambos factores se unen, es un motivo de alegría para continuar con tu labor diaria. Y lo sabe bien Manuel Jesús Domínguez Mora, un médico de 43 años, natural de Beas, que ejerce como Médico de Familia desde hace cerca de ocho años en El Campillo. Una responsabilidad por la que hace unos meses recibía el Premio al Empleado Público del Año 2019, que otorga el diario Huelva Buenas Noticias y el sindicato CSIF, en la categoría de Sanidad. Un reconocimiento que pone de manifiesto cómo este facultativo ha sabido ganarse la confianza de los campilleros en su atención médica, donde siempre busca la cercanía y la complicidad con el paciente. Cualidades que le han permitido ser merecedor de este reconocimiento.
Un galardón que Manuel Jesús acogió con sorpresa, «porque entiendo que hay muchos médicos que trabajan en Huelva, que son más conocidos al ejercer en lugares como la capital. Y luego están los enfermeros y enfermeras, que es un colectivo muy cercano al paciente. Pero, una vez que me lo dieron, estoy muy agradecido, porque siempre es bonito que reconozcan tu trabajo. Así que estoy muy contento y orgulloso, más que por mí, por mi familia, por la gente de Beas, de El Campillo y por todos mis compañeros, porque este reconocimiento, aunque lleve mi nombre, es para todos ellos. No se puede ser un buen profesional si no tienes un buen equipo detrás«.
Siendo así, este médico dedica este reconocimiento «a mi familia, a Beas, a El Campillo y a mis compañeros». Y es que, «soy tímido, me gusta pasar desapercibido, pero me alegro mucho por mi familia que está muy contenta, sobre todo, por mis padres, Javier (Jerónimo) y Paqui».
Un premio al que se le unió la dedicatoria que el municipio de El Campillo quiso tener con su médico, puesto que el Ayuntamiento campillero le otorgó una Mención Especial con motivo del Día de la Villa el pasado mes de agosto, «otra gran sorpresa para mí, porque no soy del pueblo, pero, desde luego, me hizo mucha ilusión». Una distinción de relevancia, dado que, con este acto, la localidad conmemoraba el 88 aniversario de su emancipación de Zalamea la Real y su constitución como municipio independiente con el nombre de Salvochea.
Y es que, como suele suceder con la Medicina, Manuel Jesús es médico por vocación. Según nos cuenta, «desde pequeño mi madre recuerda que yo decía que quería ser médico. También tenía una tía enfermera y eso ayudaba, pero, realmente, en mi familia no había tradición por esta carrera. Así que fue una elección vocacional». Fue así como, tras acabar el instituto por la rama de Ciencias, este beasino se marchó a Sevilla para estudiar Medicina en el año 1994. Su balance de esos años es «muy buena, porque adquieres la experiencia el irte a un piso solo a otra ciudad, independizarte y hacer cosas por ti mismo. Eso enriquece mucho a nivel personal. Y tampoco se puede olvidar el tema de las amistades, que todavía perduran desde entonces. Así que muy contento de haberme ido a Sevilla, porque te abre mucho la mente el estudiar una carrera fuera».
Tras acabar la licenciatura en el año 2000, «tuve que estudiar para el MIR, que es cuando uno aprende realmente la profesión, haciendo la residencia. Me preparé el examen en una academia. Entonces, a mí me gustaba mucho las especialidades de Digestivo y Familia, pero no saqué la puntuación suficiente para el primero, así que, aunque pude coger otras áreas, me decanté por el área de Medicina Familiar y Comunitaria», nos cuenta. Entonces, se tuvo que marchar tres años, entre 2002 y 2005, a Soria, donde vivió otra experiencia «muy lejos de casa, en una ciudad pequeña en la que se conocía todo el mundo. En Soria fue donde comencé a sentirme médico verdaderamente, permitiéndome relacionarme con compañeros de toda España».
Finalizados sus estudios, trabajó un mes en el Hospital Vázquez Díaz, en la Unidad de Cuidados Paliativos, junto al médico Juan Luis González, pasando, tras obtener el título de Especialista en Medicina Familiar, a Gibraleón y San Bartolomé, donde tuvo su primer contrato de cuatro meses.
Después de estos destinos, este médico tuvo su primer trabajo en Calañas y El Cerro del Andévalo, lo que le llevó en 2006 a comenzar a trabajar en la Cuenca Minera. Primero lo hizo en Berrocal, donde estuvo cuatro años, pasando después un año y medio a Nerva. Y, finalmente, hace cerca de ocho años, a El Campillo, donde permanece desde entonces.
Su balance de todo este tiempo en El Campillo es «muy positivo en todos los aspectos. Mi relación con mis compañeros ha sido muy buena desde que llegué -hay un equipo de 5 personas estables- y la verdad es que somos una piña en el Consultorio de El Campillo. Somos un equipo. En el pueblo me siento como en casa. No siento que estoy trabajando, puesto que soy feliz. No me cuesta levantarme temprano para ir al trabajo, estoy muy a gusto. Y eso lo agradece la población. Y, como hago lo que siempre he querido hacer, cuando los pacientes entran en la consulta, es como si fueran miembros de mi familia. Por ello, voy a seguir estudiando y formándome para hacer bien mi trabajo, que entraña una gran responsabilidad».
A todo ello se une el hecho de que este beasino es un enamorado de la gente de la Sierra, según nos comenta, «por lo campechanos, lo honestos que son. Además, me gusta mucho la naturaleza. Y pueblos como El Campillo te permiten realizar una medicina más cercana y de familia». Por ello, aunque reside en Beas y en verano se marcha a Punta Umbría, «no me cuesta hacer kilómetros con el coche, porque me compensa la calidad humana de mis pacientes«, afirma.
A nivel personal, Manuel Jesús Domínguez está casado y tiene dos hijas de 10 y 7 años, que también están muy orgullosas por todos los reconocimientos obtenidos por su padre. En cualquier caso, para finalizar, este Premio Empleado Público del Año 2019 deja un mensaje a sus pacientes, a los que «me gustaría decirles que voy a seguir siempre trabajando, estudiando para dar lo mejor de mí cada día en la consulta. Sé que la medicina es muy complicada, que la gente enferma y se muere, pero también se curan y me tienen aquí para lo que necesiten, para cualquier problema. A mi familia, agradecerles su comprensión, porque son muchas horas, muchas guardias. A mis hermanos -su hermano mayor se llama Javi y su hermana, María José-, y a mis padres, decirles que también me tienen aquí. Y, por último, a la gente del pueblo, agradecerles su confianza y que me hayan votado. A todos, gracias».