Redacción. Puebla de Guzmán sigue celebrando el Baile del Pino de San Juan como una costumbre extemporánea, pero que a principios del siglo XX, sin redes sociales ni medios de comunicación, suponía una de las fiestas populares más importantes de la localidad y lugar de encuentro y relación de sus habitantes.
A principios del mes de junio, al igual que se hacía en otros pueblos de la comarca andevaleña (aunque con nombres distintos en algunos casos como los Pirulitos de El Cerro y Paymogo, o los Mastros en Villanueva de los Castillejos y El Almendro) y del Alentejo portugués, los vecinos se organizaban para ir a talar varios pinos que plantaban y adornaban con guirnaldas y flores en determinadas calles y plazas, y desde San Antonio a San Pedro, se bailaba y cantaban coplas a su alrededor, acompañados de acordeones, guitarras y panderetas hasta altas horas de la noche y yendo de ronda de uno a otro.
Sin detenernos a buscar orígenes y significados antropológicos y rituales de esta costumbre festiva, este baile suponía en la mayoría de los casos la primera y mejor oportunidad que tenían nuestros mayores para iniciar el cortejo de sus pretendidos amores. De ahí que las letras de las coplas que se cantaban, centenares de ellas, fueran de lo más explícitas y mordaces, un verdadero lenguaje de ida y vuelta, de preguntas y respuestas que permitían las ilusiones amorosas o dejaban zanjado el camino.
Ese tonto se ha creído
porque lo miro lo quiero,
tienen mis ojitos maña
de mirar a quien no quiero.
Ole, ole, que mire usted pa mi
ole, ole, no me dé calabazas.
Ole, ole, que ya me las comí
Ole, ole, cuando salí de casa.
Anda ve y dile a tu madre
que te meta en un chinero,
que te ponga cuatro velas
porque yo ya no te quiero.
Ole, ole una vez me engañaste
ole, ole, flor de romero.
Ole, ole, ya no me engañas más
ole, ole, porque no quiero.
Hoy en día, con el soporte del Ayuntamiento y el impulso de los vecinos de algunas calles se rememora la festividad en el pino plantado en la calle Llano, no con el contenido que tenía antaño, pero sí con los recuerdos vivos en las personas mayores que muchas de esas noches se concentran para bailar y cantar alrededor del pino, alegres de que se conserve y difunda parte del patrimonio cultural del pueblo. Puedes ver un resumen de la tradición antaño en este vídeo.