Juan Antonio Ruiz Rodríguez. En este artículo repasamos la historia de las conocidas capeas de San Juan del Puerto con el fin de que podamos encontrar ese significado especial de esta celebración tan arraigada en el municipio en el marco de sus fiestas patronales en honor a San Juan Bautista materializadas del 19 al 23 de junio de cada año. Un trabajo que bien podría haber titulado “Junio y sus toreras capeas” como en 1980 parafraseara Mari Paz Medina (q.e.p.d.), la maestra querida.
Echando un vistazo a las revistas patronales, el maestro-historiador Juan Bautista Cartes ubica el origen de las capeas sanjuaneras en casi tres siglos atrás, celebraciones que vinieron a impulso del pueblo para acontecimientos concretos como fue el Voto a San Juan Bautista tras el Terremoto de 1755, eventos –prosigue el profesor- que contaban con respaldo municipal de la época, ganaderías de la zona y apoyo popular. Cartes incide que los festejos se celebraban en la entonces terriza Plaza de la Iglesia para pasar a mediados del siglo XIX a la muy cercana ‘Plaza de los Toros’ o Calle Prim, que recoge el callejero urbano.
A modo de ejemplo curioso, traemos el apunte histórico visto en el blog de José Manuel Márquez sobre la suspensión de una capea el domingo 21 de junio de 1896 por la indisposición del alcalde. Un lustro después, el diario La Provincia, en el mes de junio señala “mañana darán comienzo las fiestas que anualmente se celebran en el cercano pueblo de San Juan del Puerto, en honor a su Santo Patrono. Las tradicionales capeas, constituyen el mayor aliciente de las fiestas”. Según cartelería consultada de 1935 y 1936 se celebran “grandes becerradas con Vicente Portillo y José Pérez ‘niño del matadero’ con sus correspondientes cuadrillas, respectivamente.
Casi medio siglo después, en 1947, el alcalde José González describe estas tradiciones “encierros diarios de los toros a través de la población y emotiva estampa andaluza, corridas de los mismos constituyendo un espectáculo típico que da a las fiestas gran renombre y popularidad en toda la comarca”. Una década más tarde, el programa explica el término “operación del encierro” donde la juventud irá a buscar el ganado que más tarde ha de lidiarse.
En 1959, los días 21, 22 y 23 de junio a las 10 de la mañana son los encierros y a las 7 y media de la tarde se lidian “tres hermosos y bravos novillos de acreditada ganadería”. Jornadas que como describe 8 años después Manuel el del Rocío vendrían cargados de “horas de emoción y alegría que pasan en la calle Pozonuevo durante los días de toros” (vía urbana de 200 metros, otrora Pedro Sotomayor). Encierros convertidos en el municipio por todos estos años en el “clarinazo que antecede a la apoteosis del día 24”. Así lo sentencia Manuel Orta Núñez en 1967 hablando de ‘pasión taurófila’.
Cierto y verdad es que el término ‘capea’ o ‘suelta de vaquillas’ están arraigados en este llano pueblo de la campiña onubense. “Grandes Festejos Taurinos” se repite una y otra vez en los programas de la última centuria. Francisco Mora, en 1967 habla de los toros “que no son tales, sino mansas e inofensivas vacas que recorren Pozonuevo”. O de “cornúpetas que recorren la histórica y simpática calle” se refiere Rafael Domínguez en 1970. Incluso hay quien de esta manifestación lúdica, realiza poemas como Isabel Sánchez “tus ciudadanos que esperan / aclamarte a ti San Juan / y torear en tus capeas / para engrandecerte más”. En 1972 se habla de “emocionantes encierros y grandes festejos taurinos”.
Llegamos a 1970. Los tradicionales festejos tienen lugar durante 4 jornadas, del 20 al 23 de junio y es tanto el arraigo a las sueltas de vaquillas en esta localidad que es habitual escuchar entre el vecindario la expresión “San Juan Bautista y los toros”. Antiguamente se traía el ganado a caballo y es lógico leer en programas oficiales frases como “numerosos caballistas y gente nueva, hacen galas de pericia en esta faena, para que ninguna vaquilla se desmande…”. Ganado que enfilaba la calle Real hasta la gañanía de Don Diego donde descansara hasta la hora de la corrida. En esta época, según Tomás Rodríguez, a las 7 de la tarde se producen pequeños encierros ya sin caballos desde la gañanía hasta la plaza. Otra gañanía señera era la de Luís Mª Toscano que en los años 90 disponía de un amplio corralón en calle Huelva esquina calle Nogales, sin echar en olvido la de Santamaría en c/ Odiel o Pinzón en Nogales.
Respecto a la construcción de la plaza, y por testimonio oral del abuelo de Ana Mª Pérez, le decía en 1971 que antiguamente era construida “por un carrusel de ruedas” utilizándose también talenqueras en donde muchos maletillas se echaron al ruedo. En 1919 participan Manuel Álvarez y Eduardo Pérez Bogota, novilleros de mucho cartel en la Huelva de la época, destacando el sanjuanero Domingo Correa Montes “torero de mucho cartel en España” que sufrió una tremenda cornada en la Maestranza en 1923. Domingo nació curiosamente en la casa que ocupa hoy el edificio consistorial; sus padres venden el solar al entonces alcalde Pedro Rodríguez Toscano en 1900. Cabe recordar a Joroco, décadas posteriores a Jaime de San Juan, la actuación a principios de los 90 de la Escuela Taurina de Huelva o el debut el pasado año del joven sanjuanero Enrique Toro Pérez que repetirá en 2019.
En cuanto a los encierros, Quinin en 1972, indica que tienen “un sabor indefinible”. Era muy habitual ver por la calle Pozonuevo y Plaza de los Toros a mozos y mozas con bastoncillos avellanaos que costaban 2 pesetas a principios de los 70 y usarlos en defensa en momentos de peligro. En 1973 a las 11 de la mañana se corren los típicos encierros y la recordada periodista local Isi Sayago califica un año después la Plaza como “simpática y humilde” para unas capeas “simpáticas por donde las miremos” tal y como dijo Bartolina Rebollo en 2003.
Desde 1975 hasta 1981 tres días fueron los que centran la atracción de los populares festejos. A las 11 horas los “típicos encierros” y a las 8 y media de la tarde “grandes festejos taurinos”. En 1977 comienza a colaborar los ganaderos locales Antonio y Eduardo Báñez González, sumándose los herederos de Diego Garrido o Íñiguez ya en 1986. Antonio Arillo en 2013 se pregunta “¿qué niño sanjuanero no ha soñado despertar en el Alosno embarcando las vacas?”. En la primera mitad de los 80 los festejos pasan a tener 4 días para a partir de 1988 a la actualidad disponer de 5 jornadas; del 19 al 23 de junio. En esta fecha es habitual la “vaquilla del aguardiente” de Acosta. Paco Orta subraya en 2018 “cinco días inigualables donde se exterioriza esa pasión taurófila que anida entre nosotros”.
José Carranza aborda en 1977 la historia del toreo especificando “tiene en las capeas de San Juan del Puerto una significación popular y religiosa bajo el amparo y protección de Nuestro Santo Patrón San Juan Bautista”. Y no es hasta 2001, cuando en la misma revista patronal, el aficionado Francisco Pérez Robles (q.e.p.d.) da una fecha aproximada del origen capeístico en el municipio. Mientras data a las capeas en España en 1699, aquí y por testimonio familiar directo empezaron a celebrarse en la Plaza de la Iglesia con piso de tierra desde 1800. De San Juan del Puerto es la ganadería de Diego Garrido Domínguez y otro de los vecinos destacados en este ámbito fue Antonio Cruz García, el “alcalde de los caballos”. Otras ganaderías cercanas forman parte de la historia de las capeas sanjuaneras, como Cuadri incorporada en 1996, García Palacios un año después, Antonio Rubio en 2000, Millares a partir de 2009, Leocadio Quintero en 2011 o Prieto de la Cal.
En 1986, el niño Ángel Quintero Marín habla de Pozonuevo como “revestida de su traje marrón” y un joven Miguel Sayago se pregunta seis años antes “¿qué sería de nuestra fiesta sin encierros?”. En este año los encierros en el campo se producen a las 7:45 para seguir a las 10:30 con la suelta de vaquillas con típicos encierros y a las 8 de la tarde los grandes festejos taurinos.
Los sanjuaneros han sabido “vender” sus queridas tradiciones en sus pregones sanjuanistas. Juan Pérez en 1982 dice “las gentes del pueblo y otros lugares aquí encuentran cobijo, el desenfado y la broma, fraternidad y cariño, una mesa preparada con tapas y aliños sin que falte una copa de vino”. Miguel Pérez en 1994 recita “hoy como ayer en tu Plaza de los Toros como diestros bien plantaos torean los chiquillos entre palos, sin muleta, con música de martillo”. En los días previos a la celebración, la infancia del lugar juega al toro. Protagonismo especial adquirido hasta el punto que el consistorio institucionaliza el ‘Día del Sanjuanillo’ el 23 de junio, donde el color blanco y azul de la enseña sanjuanera predomina en las vestimentas de quienes participan.
Domingo Prieto en el año 2000 se refiere a los 4 pueblos de la provincia que celebran capeas “parecidas y al mismo tiempo diferentes” añadiendo que todas sobreviven “muy al borde de la legalidad”. El poeta Antonio Minchón en 2002 canta “las reses que se traerán / se lidiarán en la arena / por mozos y maletillas / y ocasión todos tendrán / de lucirse en la faena / sean de fuera o de esta villa”. En este sentido, Fernando Guevara 4 años después recuerda de cuando niño jugaban toda la mañana recorriendo varias veces “las distintas suertes del toreo”. En 2009 Manuel Jesús Montes concreta “sobre tu arena, sobre esa vena aorta de tu vida que es la calle Pozonuevo, una vaca brava”. Calle que siempre ha sido motivo de piropos “donde cabemos todos, donde nadie se siente forastero” dice Juani Rivera en 2012. Así, Fali Quintero en 2015 expresa “de los palos de una plaza y del arte de una calle, orgullo del sanjuanero”; y Loli Guevara finaliza rimando “Pozonuevo es anfitriona y reina de lugareños y forasteros que dejan sus huellas sumergidas en arenas llenas de encanto y ansiosas de ajetreo”.
Desde la pasada década de los 90 el esquema taurino poco ha cambiado hasta hoy: encierros en el campo de 11:30 a 12:30; suelta de la ‘vaquilla del aguardiente’ que normalmente pertenece al hierro de Acosta; los encierros de 12:30 a 13:30 y los tradicionales festejos taurinos de 18:40 a 21:30 con la ganadería de Báñez, los cuales, tenían que encerrarse de 21:30 a 21:45 “con el fin de animar el recinto ferial” -recoge la programación de entonces.
Las peñas de amigos son parte del paisaje capeístico sanjuanero. ‘El Chiquero’ nace a principios de los 90 o la cada vez más numerosa Peña ‘La Puerta’, que además de disfrutar de los recortes, ambas animan al son de la música de la banda al medio millar de aficionados que cada tarde ocupan los tendidos que comenzaran a montarse en 2012 reemplazando heterogéneos y limitados andamios. Un año después el público goza del Certamen de Clases Prácticas para jóvenes promesas con la lidia cada tarde de un novillo. Hechos que facilitaron la creación en el municipio de la Asociación Cultural ‘El castoreño’.
Cierto y verdad es que la normativa legal para la celebración de estos festejos requiere hacerse pública para su estricto cumplimiento. Desde 2009 se habla de prohibiciones, condiciones, espectadores, participantes o sacrificio de las reses. En este orden, desde 2014, queda prohibida la utilización de botellas y vasos de vidrio, y en cuanto a los bandos municipales queda clara la total prohibición a cualquier tipo de maltrato a los animales o la instalación de remolques en el recinto.
Si Niebla dedica sus capeas a la Virgen del Pino, Beas las hace coincidir desde 1835 con su feria de San Bartolomé y Trigueros desde 1812 tras la aprobación de La Pepa, San Juan del Puerto está plenamente preparado y dispuesto para dedicárselas como se iniciara desde el Voto de 1755 a su principal seña de identidad: San Juan Bautista.
Pasión taurófila sanjuanera que ya va para tres siglos. Quedan invitados.