Laura Cebrino. Nacido en Huelva capital, Daniel Rosa Téllez (1980) comenzó a estudiar Administración y Dirección de Empresas en la Onubense en 1999. En 2003, a punto de finalizar su licenciatura, el joven marchó a Nijmegen (una ciudad holandesa muy universitaria, cultural y verde de unos 160.000 habitantes) gracias a una beca Erasmus.
Este viaje supuso para él su primer contacto con el extranjero: «Quise aprovechar la oportunidad para mejorar mi nivel inglés y conocer algo de mundo», confiesa el joven, «y tan buena fue la experiencia que cuando terminé la beca supe que mi destino estaba fuera de España«, continúa.
Tanto fue así, que el joven a su vuelta a Huelva tardó solo tres meses para marchar de nuevo a Nijmegen y ya solo regresar a casa para pasar las vacaciones.
«Me acostumbré a la multiculturalidad, a tener un grupo de amigos de nacionalidades diferentes, a hablar tres idiomas en un día y a tener toda Europa a tiro de piedra en coche o en avión para hacer turismo», culmina.
El joven reconoce que su nivel de idiomas al llegar a Holanda era muy bajo, tanto que solo dominaba bien el español; no obstante en seis meses ya consiguió dominar el inglés y en tres años hacerse con el idioma por completo gracias a usarlo a diario; eso sí, controlar el holandés le llevó más tiempo, pues estuvo aprendiéndolo de forma autodidacta, sin acudir a clases.
Desde entonces, Daniel ha trabajado durante quince años como consultor y desarrollador de software de integración en varias empresas holandesas, hasta que en marzo de 2018 se mudó a Ecuador, lugar en el que reside en la actualidad junto a Valeria, una chica ecuatoriana que conoció en Holanda mientras estudiaba un Doctorado en Genética de Plantas; a día de hoy es su esposa y viven juntos en Quito, «aunque ahora trabajo desde casa, sigo dedicándome a la consultoría y al desarrollo de software de integración a nivel internacional. La verdad es que es un trabajo que considero divertido; programar e implementar un sistema de integración es como un puzle, y resolverlo es todo un reto para mí».
Su último año en Holanda estuvo viviendo en Wageningen, un pueblo más pequeño que Nijmegen, de unos 30.000 habitantes, entre los cuales coexisten más de cien nacionalidades distintas debido a su Universidad, que cuenta con un gran prestigio a nivel internacional debido a su especificación en materia científica y agrícola.
El onubense nos habla del contraste que con respecto a Holanda tiene Quito: «Concretamente vivimos en San Rafael, un sector situado en la periferia, al sureste de la ciudad y a cinco minutos de la Universidad donde trabaja Valeria. En esta zona se vive más tranquilo que en el núcleo urbano de la capital, y además aquí el clima es una gozada, tenemos sensación de primavera todo el año, la temperatura está en unos 25 grados durante el día y en 10 grados por las noches, es más, amanece y atardece siempre a la misma hora casi sin variación (a las 6 y a las 18 horas).
¿Qué destino de ambos es entonces más afín a España? Según Daniel «Holanda presenta más contrastes con respecto a España a muchos niveles: el carácter de sus habitantes, el idioma, la gastronomía, el clima… Aunque yo reconozco haber sido adicto al gran shock cultural. Con respecto a sus residentes, son más fríos que los andaluces y mantienen bastante las distancias, tanto físicas como sociales, aunque también es justo decir que cuando un holandés te acepta en su círculo, es muy buen amigo.
Ecuador en comparación se parece más España, tanto en el clima como en la gastronomía o en el carácter de sus gentes, además de que el hablar el mismo idioma lo hace todo más fácil. Yo diría que en Ecuador la gente es muy parecida a los andaluces; son gente amable, educada y cercana; te hacen sentir como en casa.»
Daniel se despide: «Disfrutad de Huelva, porque tiene de todo, no tiene nada que envidiar a ningún otro lugar. Aún así, viajad, conoced otros países, visitad de otras culturas y aprended a hacer las cosas de otras formas».