Ana Rodríguez. La cooperación internacional es un término muy escuchado cuyo amplio trasfondo a veces se nos escapa. En el terreno de la salud, esta expresión cobra una relevancia aún más especial, pues supone abordar -incluso a veces romper- las limitaciones de profesionales con buena disposición, pero escasa formación en técnicas novedosas, entre otros aspectos. En este punto, entra en juego la solidaridad y experiencia de profesionales como el doctor Juan Carlos Gómez Rosado, coordinador de la Unidad de Cirugía Colorrectal dentro del Área de Cirugía General y Digestiva del Hospital Virgen Macarena de Sevilla.
En los últimos meses, este profesional ha llevado a cabo su segunda experiencia en el extranjero para compartir -la cooperación internacional es, en esencia, eso, compartir- sus conocimientos con médicos de países en vías de desarrollo. Un gesto de generosidad que Gómez Rosado realiza «como la mayor parte del personal que trabaja en Salud, por una convicción intrínseca, por un afán de ayudar, porque crees que haces un bien al mundo. Estas colaboraciones se hacen todavía con más ganas que el trabajo diario ya que te dan otras satisfacciones, por eso tiendes a repetirlas«.
En septiembre de 2018, el doctor viajó a Mongolia junto a su compañero, el también cirujano Enrique Navarrete, el anestesista del Hospital Ángela de la Cruz José Lozano y el doctor Francesc Marsall de Tarragona para formar a profesionales locales de las poblaciones de Tsetserleg y Ulan Bator en el abordaje quirúrgico y seguimiento de pacientes con hernia inguinal.
Una expedición completamente altruista que además supone un desembolso por parte de estos profesionales, pues tuvieron que costearse el viaje y la estancia. Afortunadamente, «el SAS hace un trabajo muy de agradecer en su compromiso con la cooperación internacional, ya que gracias al permiso de cooperación dispones de unos días para este tipo de contribuciones sin perder sueldo ni vacaciones», pone de relieve Gómez Rosado.
Nacido en Huelva, lleva más de 30 años en Sevilla, donde reside desde que comenzara sus estudios en medicina. Realizó la especialidad de Cirugía en el Hospital de Valme, aunque lleva 18 años trabajando en el Virgen Macarena y se dedica a la Cirugía General -durante un tiempo ocupó la subdirección médica-. Su primera cooperación la emprendió hace casi una década en Sekondi-Takoradi, la capital de la Región Oeste de Ghana (África central). «Estuvimos operando hernias en dos hospitales locales a enfermos previamente preseleccionados. Éramos dos anestesiólogos y cinco cirujanos e hicimos 80 intervenciones de hernias complejas a pacientes, la mayoría en régimen ambulatorio por las limitadas condiciones de ingreso», recuerda el doctor.
Desde entonces, Gómez Rosado siempre quiso repetir la experiencia, no dándose las circunstancias apropiadas para ello hasta el pasado 2018. La oportunidad de visitar Mongolia vino de la mano del proyecto humanitario ‘Operation Hernia’, organizado por una ‘charity’ registrada en Reino Unido y coordinado a través de la Sociedad Europea de Hernia. Como explica Juan Carlos, «esta organización te pone en contacto con lugares en los que la hernia tiene una tasa de mortalidad alta porque es un problema que se abandona, no se trata, cuando con una reparación preventiva esto no ocurriría».
La ausencia de medios o de cirujanos adecuadamente formados son las principales causas de la proliferación de estas protrusiones, que abundan en este país porque «tienen patologías importantes como el cáncer de hígado, la cirrosis, que obligan a hacer cirugías con apertura del abdomen amplia. Ello genera hernias secundarias por debilidad de la pared, mal cierre, etc. Son paredes complejas y requieren de técnicas no habituales», detalla Gómez Rosado.
Dado que la Unidad de Pared Abdominal del Hospital Virgen Macarena, liderada por el doctor Navarrete, es muy avanzada, que sus profesionales se desplacen para formar a cirujanos de otros países, en este caso de Mongolia, en estas técnicas de pared compleja es todo un lujo.
La expedición, de 15 días de duración, se trasladó de Barcelona a Pekín en avión y luego en furgoneta por carreteras muy precarias hasta Tsetserleg y Ulan Bator, donde atendieron en total a 36 pacientes, 11 en el Hospital Central de Tsetserleg, de ámbito provincial, y el resto en el nacional Second General Hospital de Ulan Bator.
Organizaron, por un lado, operaciones conjuntas en las que los profesionales procedentes de Sevilla mostraron su manera de intervenir a los autóctonos, así como otras en las que los médicos locales practicaban las técnicas quirúrgicas aprendidas bajo la supervisión de los españoles. También celebraron reuniones de trabajo para discutir y ver vídeos de casos e impartir conocimientos teóricos. «Hemos alcanzado el fin último de una cooperación, que no es resolverles el problema, sino darles las herramientas para que ellos lo solventen«, afirma Gómez Rosado.
Los pacientes pudieron volver a casa en un periodo máximo de tres días gracias a las técnicas empleadas en las intervenciones, «todas con colocación de malla específicamente diseñadas y que permiten una reparación de la pared abdominal sin que haya tensión. Ellos no disponían del material que hemos llevado. Con él hemos resuelto la situación y les hemos dejado un remanente que aprovecharán al máximo. Además les hemos suministrado contactos con firmas comerciales para que puedan obtener las mallas», explica Gómez Rosado.
De los médicos locales, el doctor del Virgen Macarena destaca su buena predisposición, pues «no siempre el cooperante es bien recibido, pero en Mongolia estaban deseando aprender y lo han hecho. Mantenemos el contacto y hacemos seguimiento a las personas operadas para saber si el problema se ha resuelto bien y sin incidencias».
Asimismo, los medios que encontraron en ambos hospitales fueron desiguales. El provincial de Tsetserleg, con capacidad para 200 camas, era una construcción deteriorada, con ventanas en los quirófanos y una distribución irracional. Aunque no reunía las condiciones adecuadas sí disponían de algunos buenos materiales, como un ecógrafo, una torre de laparoscopia, un respirador de origen ruso… Por su parte, el nacional presentaba unas salas de hospitalización desastrosas, pero un quirófano muy bien dotado.
De los centros sanitarios, a Juan Carlos le llamó la atención la dedicación del personal a promover medidas de cuidado básicas que «aquí algunas veces descuidamos y no somos conscientes de lo importantes que son, como lavarse las manos. Allí nada más tocar a un enfermo te vienen con un bote de alcohol para que te laves las manos. Buscan evitar infecciones y problemas desde el punto de vista primario».
Entre operación y operación, el doctor reconoce que tuvieron algo de tiempo para disfrutar de la naturaleza de la zona y ver algún monumento durante el viaje de vuelta, pero lo que de verdad se lleva de este desplazamiento es la gran experiencia profesional y humana. «Te llama enormemente, te engancha porque lo haces por convicción y eso te invita a seguir haciéndolo. Aunque es la misma labor que aquí, allí piensas que haces algo diferente. Aprendemos mucho de ellos, a valorar lo poco que se tiene, a ser humildes… Esa es la mayor plenitud de la cooperación«, finaliza Gómez Rosado.
1 comentario en «El doctor onubense Juan Carlos Gómez recorre África y Asia para reducir la mortalidad por hernia»
Siempre supe que llegarías lejos, han pasado 20 años y muchas cosas desde que me fui de Valme, fue vernos y era como si nos hubiéramos conocido siempre. Yo ya estoy jubilada desde hace cerca de 8 años. Me alegro de que todo te haya ido tan bien, eres un gran Ser humano. Besos para tu familia.