Un apasionado por la cultura japonesa que dejó su Huelva natal hace ya 7 años

Daniel Rubio.
Una vista de Tokio desde la torre TokyoSkytree.

Cristina Morales. A veces emigrar es una idea recurrente cuando las cosas no van como deberían en nuestra tierra, cuando la necesidad aprieta y no queda más opción que buscar nuevas oportunidades en otro sitio, lejos de casa. Sin embargo, otras veces mudarse a otro país es todo un sueño, un anhelo que se mantiene año tras año y que cobra sentido cuando se alcanza. A veces los esfuerzos se centran en alcanzar este fin y en conseguir vivir de manera independiente y lejos de la zona de confort. Un claro ejemplo de esto último es el onubense Daniel Rubio, que a sus 35 años ya lleva 7 en Japón, la otra punta del mundo. Desde bien joven siempre se había sentido atraído por la cultura japonesa, su historia y su idioma. A pesar de la dificultad que encierra el idioma, poco a poco fue avanzando hasta alcanzar el máximo nivel.

Con un yukata durante el festival del Tanabata, en verano, en Asakusa.

Estudió periodismo aunque sin perder el interés por otras disciplinas, como la historia de la arquitectura, el urbanismo, la sociedad y la cultura de Japón, así como las relaciones internacionales. En cuanto pudo, comenzó a luchar para viajar hasta su tierra soñada, hasta que en 2007 tuvo su primera toma de contacto con el país durante tres meses. Se quedó con ganas de más, por lo que optó por alcanzar una beca de la Fundación Japón para investigadores entre 2008 y 2009, con la que estuvo nueve meses en Osaka. Ya en 2012 decidió emprender su mayor aventura: trasladarse definitivamente a vivir a Tokio. Tras más de 7 años, actualmente vive en el distrito de Suginami, en el barrio de Honancho. A pesar de lo diferente que es vivir allí, en comparación con España, se ha adaptado totalmente a las extensas distancias, el ritmo de vida y lo dispar de los horarios.


Festival de Cine de Huelva

Además, allí se dedica a su otra pasión: la comunicación. Desde 2013 es coordinador de la sección español en el sitio multilingüe Nippon.com, de la Nippon Communications Foundation. Se encarga de traducir, editar y redactar algunos artículos, gestiona las redes sociales y la comunicación del sitio en español, además de coordinar un equipo de cinco traductores externos. Este portal se ha convertido en uno de los medios de comunicación centrados en Japón de referencia en español, ya que ofrece artículos de expertos japoneses sobre distintos temas traducidos directamente del japonés. Aunque se encuentra feliz en el lugar del mundo en el que siempre había soñado estar, añora su tierra y le gustaría volver. Para conocer más sobre su historia, hablamos con Daniel Rubio.

Un rincón de la oficina de Nippon.com en Toranomon.

– ¿Por qué decidiste irte fuera?
Lo cierto es que mentiría si dijera que me empujó la necesidad, como le ha pasado a otras personas. Yo me marché porque siempre quise vivir y trabajar en este país, y también porque quería experimentar cómo era buscarme la vida en el extranjero. En 2011 empecé a pensar que se me agotaba el tiempo para poder dar el salto y arriesgarme. Lo intenté con una beca de investigación porque por aquel entonces estaba intentando sacar adelante mi tesis doctoral, que nunca entregué. No salió bien, así que decidí tomar mis ahorros y matricularme en una escuela de japonés para ir con visado de estudiante y luego intentar encontrar un buen empleo. Pasé ocho meses bastante malos y terminé con todos mis ahorros, pero hoy puedo decir que la apuesta me salió mejor de lo que esperaba.


Puerto de Huelva

– ¿Cuánto tiempo llevas fuera/has estado fuera de España?
En junio de este año se cumplirán siete años de mi llegada a Tokio.

– ¿Es tu primera estancia en el extranjero?
Ya había estado antes en Japón tres meses en 2007 y otros nueve meses en Osaka con una beca de la Fundación Japón para investigadores entre 2008 y 2009. Siempre trabajando y ahorrando todo lo que era posible para poder venir aquí.

– ¿Cuál y cómo es tu lugar de residencia?
Vivo en el distrito de Suginami de Tokio, en un barrio que se llama Honancho. Está muy cerca de uno de los principales distritos de la metrópolis, Shinjuku, y conectado con la línea Marunouchi del metro de Tokio, que lleva directamente al barrio en el que trabajo en el centro de la ciudad, donde están los ministerios y los principales medios de comunicación. Ahora mismo vivo en un apartamento un poco pequeño (unos 20 metros cuadrados), pero la zona es magnífica. Tengo a 15 minutos el santuario de OmiyaHachimangu y el Parque Wadabori, a los que voy a menudo.

Cubriendo el TokyoGameShow 2017 en septiembre.

-¿Cuál era tu nivel de idiomas al llegar? ¿Has aprendido uno nuevo/mejorado tus idiomas allí?
Cursé japonés en Sevilla al mismo tiempo que hacía la carrera de periodismo, y más tarde estuve nueve meses estudiándolo en profundidad en Osaka, por lo que cuando llegué a Japón ya tenía un nivel avanzado. También impartí un par de cursos de japonés en la Universidad de Huelva entre 2009 y 2011. Cuando vine obtuve inmediatamente el nivel N2 del Examen Oficial de Aptitud en Lengua Japonesa (JLPT), y al año siguiente, por exigencias de mi actual empleo, el N1, el nivel más alto. Ahora me dedico a traducir noticias y otros artículos del japonés prácticamente a diario, y a veces ni siquiera me hace falta consultar el diccionario. Aún tengo mucho que aprender, pero sí que puedo decir que mi conocimiento del idioma ha llegado a un nivel que jamás habría alcanzado si me hubiese quedado en España. También traduzco del inglés con mucha frecuencia, y al estar en un ambiente internacional en la oficina me comunico tanto en este idioma como en japonés.

– ¿Cuál es tu balance de la experiencia?
El balance es muy positivo. En el plano profesional creo que he avanzado mucho y espero que me sirva en el futuro. En el personal, en algún aspecto también. Estas experiencias, aunque son duras al principio, te ayudan a madurar y a ver la vida de otra forma. No me arrepiento en absoluto de haberme arriesgado a venir aquí como lo hice, a pesar de haber pasado un primer año un poco difícil.

– ¿Cómo es vivir allí? ¿Es muy diferente a España?
Es algo diferente. Los horarios a los que se come y cena son un poco distintos. El ritmo de vida también ha cambiado respecto al de Huelva, obviamente. Aquí, por ejemplo, tengo menos tiempo (y espacio) para cocinar. Esto tiene que ver también con las distancias que uno recorre a diario en transporte público. Yo tardo solo 40 minutos en llegar a mi trabajo, pero muchos de mis compañeros se pasan hora y media o más cada mañana en un tren para llegar a la oficina. Se come mucho fuera, y a veces para quedar con los amigos japoneses hay que planearlo con bastante antelación. Estas son cosas que todo el mundo dice, pero son ciertas. La comunicación en el trabajo también es distinta. En japonés existe un lenguaje de cortesía (keigo) que se utiliza con los superiores e incluso entre compañeros cuando escribimos correos electrónicos. No hay tanta confianza como la que experimenté trabajando en España, donde si surge algún problema puedes plantearlo sin más. Aquí a veces hay que dar un rodeo para decir algo.

– ¿Cómo es la ciudad y alrededores?
Tokio es enorme, como puedes imaginar. Su trama urbana se ha expandido tanto que se ha unido a la de prefecturas vecinas como la de Kanagawa o la de Saitama. Aunque muchas personas creen que es una ciudad gris llena de rascacielos y asfalto, en realidad hay muchos parques y zonas verdes, como el Parque Yoyogi o los Jardines Orientales del Palacio Imperial, entre otros muchos. Lo bueno de Tokio es que sus medios de transporte están muy bien desarrollados, y aunque ir a trabajar a veces se hace pesado cuando sus trenes van llenos, el resto del tiempo es muy sencillo y práctico ir de un lugar a otro. Desde los distritos centrales de Tokio, es muy fácil visitar los alrededores de la metrópolis, donde hay bosques y montaña. Un destino popular es el monte Takao, un paraje natural increíble en otoño. También se puede visitar con facilidad Yokohama, o incluso llegar en poco tiempo a lugares históricos como Nikko o Kamakura. En Tokio es difícil aburrirse, siempre hay actividades, hay un montón de museos de todo tipo, desde arte hasta arquitectura, hay muchos restaurantes con gastronomía de todo el mundo, ‘izakayas’ (las tabernas de Japón), centros deportivos, etc. Todo lo que una gran metrópolis puede ofrecer.

Con el actor de traje de las películas de Godzilla entre 1984 y 1995 Kenpachiro Satsuma durante una entrevista en 2014.

– ¿Y sus habitantes, cómo son?
En Tokio hay personas de todos los rincones de Japón, ya que cada año llegan más residentes de otras prefecturas por motivos de trabajo. En esta ciudad la gente es un poco más seria que, por ejemplo, en Osaka, otra prefectura de Japón que me encanta. Son en general muy trabajadores y serios, y en algunas cuestiones bastante amables. Para poner también alguna nota negativa, desde mi punto de vista, diría que beben sin demasiado control, y es habitual ver a personas tiradas por el suelo en las estaciones por la borrachera algunas noches. Al ser una gran ciudad, también se siente algo más de soledad, la gente no suele ser tan abierta como lo es en otras prefecturas o en las zonas rurales. Yo, por ejemplo, llevo seis años viviendo en el mismo sitio y jamás he hablado con mis vecinos. En el caso de Tokio, en los últimos años se está produciendo un cambio importante, y tengo la sensación de que la ciudad cada día es más cosmopolita. Ahora hay muchas personas de otros países viviendo en la capital, y eso, en parte, está forzando a los japoneses a tener una visión más abierta hacia otras culturas.

– ¿Cuál es la imagen que tienen de España?
En general les gusta nuestro país, lo conocen especialmente por la Sagrada Familia, la paella y el flamenco. Parece un tópico, pero si uno mira la portada de muchos libros de enseñanza del español, verá que son elementos que suelen repetirse. La arquitectura de Gaudí les llama mucho la atención. Los españoles también tenemos fama de enfadarnos con facilidad (ellos dicen que somos “okorippoi”), pero creo que eso se debe a que decimos las cosas de una forma demasiado directa y a que hablamos en voz alta. A lo mejor también es porque somos un poco malhablados. Yo trato de explicarles que aunque hablemos así, eso no quiere decir que estemos enfadados.

– ¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto a corto/medio/largo plazo?
Pues tengo ya 35 años, así que lo único que estoy pensando es en tener un poco de estabilidad en mi vida. Siempre he querido hacer algo que vaya más allá de mi trabajo diario, pero parece que llevo unos cuantos años atrapado en la rutina. Me gustaría tener tiempo para volver a hacer un poco de radio, escribir más cosas que no estén relacionadas con mi trabajo y aprender otro idioma. Ahora mismo el único objetivo realista que tengo en la cabeza es cubrir todas las actividades que pueda durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020. Espero poder ver en Tokio cómo se hace con el oro Carolina Marín dentro de dos años.

– ¿Qué piensa tu familia de la aventura? ¿Y tus amigos?
Mi familia no me puso ninguna pega cuando les dije en 2012 que me iba a venir a vivir aquí. Ahora, lógicamente, les gustaría tenerme más cerca. A mí también me gustaría pasar más tiempo con ellos en el futuro, y creo que regresaré más pronto que tarde. En cuanto a mis amigos, puedo reunirme con unos pocos cuando regreso por unos cinco días a Huelva cada año. Ellos ya sabían que tarde o temprano me vendría a vivir a Tokio, así que no les parece raro que haya terminado aquí.

En el mercado de Ameyoko, en el barrio de Ueno.

– ¿Qué estás haciendo en estos momentos? 
Desde 2013 soy coordinador de la sección español en el sitio multilingüe Nippon.com, de la Nippon Communications Foundation. Me encargo de traducir, editar y redactar algunos artículos, gestiono las redes sociales y la comunicación del sitio en español, y coordino un equipo de cinco excelentes traductores externos. En estos últimos años nos hemos convertido en uno de los medios de comunicación centrados en Japón de referencia en español, ya que ofrecemos artículos de expertos japoneses sobre distintos temas traducidos directamente del japonés.

– ¿Qué vas a hacer al volver a Huelva?
No sé si regresaré a Huelva de forma permanente alguna vez, pero si lo hago, me gustaría seguir trabajando en el sector de la comunicación y aportar algo a mi ciudad. Desde luego, si en algún momento surge algún proyecto interesante en Huelva al que pueda sumarme y que me permita ganarme la vida, no tendría ningún inconveniente en volver. Creo que en Huelva todavía se pueden hacer muchas cosas para mejorar la ciudad y su conexión con el resto de la provincia. Podríamos aprender algunas cosas de otras ciudades de Japón y de las políticas que se están desarrollando aquí para revitalizar las regiones y mejorar la movilidad.

– ¿Cuáles son tus planes futuros?
No tengo la menor idea, por el momento voy a seguir trabajando como cada día. En algún momento me gustaría volver a España y comprar una vivienda, tener un lugar propio. Pero el panorama laboral no parece muy alentador por el momento, así que, si no hay cambios, estaré aquí al menos hasta finales de 2020.

– ¿Qué es lo que más extrañas de Huelva?
En primer lugar, a la familia y a los amigos. Valoras mucho más el tiempo que puedes pasar con la familia cuando llevas varios años lejos de casa. También la comida y lo barato que es todo en comparación con Tokio. No hay año que no regrese a Huelva que no me pase por el mercado de El Carmen.

Los cerezos florecidos en el Parque Wadabori, durante la primavera.

– ¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España? ¿Por qué?
Recomiendo a las personas que quieran experimentar otras culturas que lo intenten y no lo dejen para muy tarde. Vivir en un país que no es el tuyo y en una cultura diferente es una experiencia que te ayuda a madurar. Tienes que pasar el shock cultural y convivir con personas que no dan por sentadas muchas cosas que en tu país son habituales. Te enseña a adaptarte a muchas situaciones, y también a valorar cosas que antes no valorabas por el mero hecho de tenerlas al alcance cada día. De todas formas creo que para cada persona la experiencia es un poco distinta.

– Para terminar: deja un mensaje a los onubenses.
Animo a todos los onubenses a visitar Japón en algún momento si se les presenta la oportunidad. También a ver lo bueno que tiene su ciudad y su provincia, que es mucho, y a cuidarlo lo máximo posible. Muchos japoneses que conozco se sorprenden al ver fotografías de Doñana, de nuestras playas o de pueblos como Aracena o Moguer. Este patrimonio es nuestra mejor carta de presentación en el exterior. 

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