Cristina Morales. La educación es una de las disciplinas más relevantes en una sociedad, ya que de ella depende su futuro, cómo van a ser las generaciones venideras y qué valores tendrán asumidos. Sin duda, quien decide ser maestro, en la mayoría de los casos, es porque siente vocación. Formar a las generaciones del futuro es un duro trabajo, pero también gratificante, ya que marca la vida de una persona. Casi todos tenemos presente a un maestro o a un profesor del que no nos olvidamos y que es, en cierto modo, culpable de lo que somos hoy en día. Junto a los padres, los profesores contribuyen a moldear al niño y a enseñarle lo que debe saber para adaptarse en el entorno en el que vive y poseer las herramientas necesarias para participar en la vida social.
Ese componente romántico de tener el poder de guiar a una persona en su crecimiento, tanto personal como social y cultural, es el que motiva a muchos jóvenes a centrar sus esfuerzos en estudiar magisterio y especializarse en el mundo de la educación. Uno de ellos es el onubense Ramón Vázquez Mancha, quien decidió dedicarse a la docencia y no dudó en desempeñar otros empleos para poder permitirse cumplir su sueño. Tras cursar el grado en Magisterio de Educación Primaria y la licenciatura de Psicopedagogía, decidió continuar su especialización con el máster en Educación Intercultural, todo para lograr cumplir su sueño: formar a los profesionales del futuro.
Siempre sintió predilección por el mundo de la enseñanza, precisamente por el recuerdo de algunos de sus maestros, quienes marcaron su vida. Eso, precisamente, le motiva a continuar en la senda de la docencia, poder llegar a ser el referente y el guía de alguien en algún momento. Para su familia, sus estudios suponían un gran esfuerzo económico, sobre todo debido a la coyuntura actual, que obliga a los jóvenes a sobrecualificarse para acceder al mercado laboral de su ámbito de estudio. Esto hacía que tuviese que desempeñar otros trabajos, que le permitiesen ayudar en casa y pagar parte del coste de su carrera. Como muchos de los estudiantes, siempre había pedido becas y ayudas al estudio del Estado, pero desconocía las procedentes del sector privado. Un día escuchando la radio supo de la existencia de las becas de la Fundación Atlantic Copper y no dudó en solicitarlas.
Su buen expediente y su situación económica hicieron que fuera uno de los beneficiarios y que disfrutara de esta ayuda, lo que supuso un gran desahogo para su familia y para él mismo. Esta remuneración económica también fue el detonante de que decidiera continuar estudiando y que se matriculara en un máster, profundizando sus conocimientos. Su sueño es desempeñar la profesión de maestro y, algún día, llegar a ser orientador, ya que tiene la aspiración de poder marcar la vida de alguna persona y guiarla hacia el camino correcto, poder ser un referente, como algunos de sus maestros del pasado lo son para él. Para conocer su situación en primera persona, entrevistamos a Ramón Vázquez Mancha, quien nos hablará de sí mismo y de la importancia de la educación en nuestra sociedad como motor de progreso.
– ¿Cómo accediste a las Becas de la Fundación Atlantic Copper?
La beca la conocí a través de un anuncio en la radio, estaba en el tercer curso de la carrera y no había escuchado nada sobre ella. Busqué por Internet y viendo que cumplía los requisitos económicos y académicos envié el formulario.
– ¿Qué supuso para ti obtener esta beca?
Supuso una importante ayuda económica para mí y un desahogo para mi familia. Compaginaba los estudios con un trabajo en un supermercado, pero eran muy pocas horas a la semana y con ese sueldo era difícil subsistir, así que supuso una importante ayuda de cara a afrontar mis estudios. Obtener esta beca, junto a las que proporcionaba el Ministerio, contribuyó sin lugar a dudas a que pudiese terminar mi licenciatura y a animarme a afrontar los
estudios de un máster, más aún si tenemos en cuenta el elevado precio que tienen los créditos de un máster. Por eso considero fundamental que existan estas becas, tanto públicas como privadas, porque además de premiar la excelencia académica contribuyen a que haya una mayor igualdad de oportunidades en el acceso a los estudios universitarios.
– ¿Cómo supiste de la existencia de estas becas?
Por un anuncio en la radio, después varios compañeros me hablaron de ella.
– ¿Por qué decidiste cursar tu carrera o máster? ¿Qué has conseguido con ello?
Por vocación, siempre me ha gustado la educación y muchos de mis referentes han sido maestros. Tanto las carreras como el máster me han aportado mucho, no solo en mi formación sino que también te cambian como persona e incluso en la forma que tienes de entender el mundo.
– ¿Qué valor crees que tienen las ayudas de entidades privadas [como la de Atlantic Copper] para la formación de jóvenes como tú?
Suponen un valor añadido a las demás becas que proporciona el Estado. Aportan un plus ayudando a muchos estudiantes con dificultades económicas a afrontar sus estudios con mayor tranquilidad.
– ¿En qué consiste la beca, tuviste que cumplir algún requisito?
Hay que cumplir unos requisitos económicos, por lo que tuve que presentar los ingresos de la unidad familiar. También se exigía unos buenos resultados académicos previos, así como el compromiso de seguir manteniéndolos.
– ¿Qué estás haciendo en estos momentos?
Actualmente me encuentro trabajando de dependiente en un comercio y preparando las oposiciones de Educación Primaria.
– ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo? ¿La mayor satisfacción?
Lo que más me gusta de la profesión que he escogido es trabajar con niños/as y adolescente e intentar ayudarles en su educación y en su vida.
– ¿Cuál es tu sueño?
Mi sueño es poder ser maestro y orientador.
– ¿Algún mensaje a los onubenses?
Más que a los onubenses en general, yo animaría a aquellos que quieren cursar unos estudios universitarios pero que creen que eso está fuera de su alcance. A esas personas les animo a que crean en ellos y que sepan que hay muchas ayudas, tanto públicas como privadas, que les pueden hacer el camino mucho más fácil.