Redacción. Miguel Díaz Cruzado es un creador lleno de talento y dominador de la técnica, pero por encima de todo, hablamos de un intelectual completo y comprometido con la búsqueda de la verdad y la belleza.
Con toda seguridad el Nobel Juan Ramón Jiménez, que como todos saben quiso ser pintor antes que poeta, se sentiría sin duda feliz y orgulloso de poder acoger en su casa a este genial creador que ha recorrido el mundo entero llevando siempre a gala aquella conjunción de ética y estética que impregnó toda la obra del Andaluz Universal.
Como Juan Ramón buscaba la poesía pura, Miguel Díaz busca también incansablemente depurar su mensaje pictórico como una manera de acercarnos a la realidad fundiendo en sus obras materia, espacio y tiempo, hasta el punto de convertir cada uno de sus cuadros es un poema visual que ofrece mucho más de lo que nuestros ojos pueden admirar a simple vista.
Extraordinario pintor, pero quizás todavía mejor dibujante, este artista alejado de los circuitos tradicionales que ha sabido mantener siempre su independencia y su rebeldía, nos ofrece en esta ocasión una deliciosa colección de obras agrupadas bajo el título de Pintar el Aire, una selección de lienzos profundos y limpios en los que podemos disfrutar de sus deliciosos trazos, colores y perspectivas, y al mismo tiempo encontrar en el fondo de cada obra el mensaje y el concepto de un poeta clásico.
Porque nos encontramos sin duda ante una de las grandes figuras de la pintura andaluza, un creador total que ha sabido mantener durante toda su trayectoria una coherencia personal y artística difícilmente igualables, cuya muestra pictórica se convierte sin duda en un atractivo añadido para quienes acudan durante las próximas semanas a visitar la casa-museo del poeta moguereño.