Cristina Morales. La vida de una persona vale oro. Esta frase repite José Amador Arjona, un hombre de 41 años, padre de dos hijos, que olvidó todo lo que le rodeaba y no dudó en escalar un edificio para salvar la vida de un anciano. El sentimiento de responsabilidad y la idea de que la vida de esa persona podría estar en sus manos, fueron suficientes para hacer peligrar su vida y llegar a un edificio en llamas.
Desde su casa, situada en la calle Oregón del barrio de la Guita, junto a la zona de Tráfico Pesado de Huelva capital, José Amador se percató de un olor a humo que parecía que provenía de su propia vivienda. Tras cerciorarse de que llegaba de la calle, pudo ver que el foco del fuego estaba en el edificio de al lado y decidió encaminarse a este piso. Con otra persona más, subieron y tiraron la puerta, recibiendo por sorpresa el impacto de las llamas. En su interior se hallaba un Guardia Civil jubilado, de unos setenta años a quién el fuego le pilló mientras dormía una siesta, algo propio de una calurosa tarde de agosto.
Cuando el anciano se percató de lo que ocurría, intentó salir del piso. Primero por la puerta, que estaba cubierta en llamas y formaba un barrera que le impedía acceder al exterior y luego la desesperación lo llevó a intentar saltar al vacío. Ya en la calle, José Amador nos cuenta que no podía dejar así la situación: «No podía ver como una persona iba a perder la vida delante de mis ojos, por lo que, sin pensarlo, por un impulso, comencé a trepar por los balcones hasta que llegué al de este hombre. Me quedé con él y lo tranquilicé hasta que vinieron los bomberos y rociaron la vivienda con agua, al igual que a nosotros».
El sujeto, puesto ya a salvo, se encontraba muy desorientado y desconocía cómo se había originado el fuego. José Amador arriesgó su vida para salvar la de un completo desconocido, ya que lleva escasos meses viviendo en la Calle Oregón. Ambos tuvieron que ser hospitalizados por inhalación de humo, aunque en este caso pesan más las secuelas emocionales: «Llevo varios días muy nervioso, sin dormir bien y aún en estado de shock, ya que fue un momento muy duro y actué sin pensar, cuando me he parado a hacerlo he sido consciente del riesgo y de todo lo que podía haber pasado».
No se lo pensó dos veces y apostó por evitar que otra persona perdiera la vida, a pesar de que la suya tampoco es fácil. Padre de dos hijos, la pequeña con 6 meses, José lleva sin un trabajo estable desde el año 2011, momento en el que perdió su empleo de maquinista en la fábrica, debido al cierre de la empresa para la que trabajaba. Vive una situación complicada y demanda que alguien pueda ayudarlo ahora a él. Pide una mayor implicación de la clase política en un suceso como el suyo, ya que afirma que ningún representante político se ha preocupado por su estado, ni por el del anciano, por lo que asistirá al próximo pleno del Ayuntamiento para exponer su caso. La situación del sextagenario tampoco es fácil, no puede acceder a su vivienda que ha quedado inhabitable por las llamas, lo que motiva aún más a José para elevar su reclamación y demandar ayuda para los afectados.
José Amador Arjona fue recibido por su familia y sus vecinos como un héroe. En los tiempos que corren en los que impera el individualismo sorprende que haya personas capaces de arriesgar su vida para salvar la de otro, sin ser su profesión o su vocación. «Soy padre y tengo instinto protector, sé lo que vale la vida de una persona, para mí oro y pienso que lo volvería a hacer. No sería capaz de ver como alguien pierde su vida si yo tengo alguna posibilidad de evitarlo». Un acto temeroso a la vez que inconsciente, al no disponer del equipo necesario para emprender estas labores de rescate pero, al fin y al cabo, efectivo.
Es en las situaciones extremas en las que se conoce la verdadera esencia de las personas. El fuego hizo resurgir las llamas de la bondad en la persona de este onubense, que siempre llevará el sobrenombre de héroe.