HBN. Ahondando en la historia de la provincia de Huelva, siempre encontramos nombres de personajes que deberían ser recordados por sus grandes aportaciones. Algunos son muy conocidos: Cristóbal Colón, Juan Ramón Jiménez, Alonso Sánchez… pero hay otros igual de importantes que la gran mayoría de la población desconoce.
Hoy queremos rescatar del olvido a uno de ellos, Francisco Javier Everardo de Tilly y García de Paredes, un vecino de Villalba del Alcor, que vivió en el siglo XVIII, y llegó a ser capitán general de la Real Armada Española, el máximo rango que la Armada concede a sus oficiales.
Alcanzar esta distinción no fue tarea fácil, encontrándose entre sus méritos para ello el haber propiciado la firma del tratado de San Ildefonso entre España y Portugal, un documento en virtud al cual ambos países establecieron sus fronteras en territorios de América Latina. En concreto, con este tratado España recuperó la Colonia del Sacramento (al sur de Uruguay) y las islas de Annobón y Fernando Poo en aguas de la Guinea, a cambio de retirarse de la isla de Santa Catalina (sur de Brasil).
Francisco Javier nació en 1712 en Villalba del Alcor en el seno de una familia noble, siendo su padre capitán de Infantería. Estaba, en cierto modo, predestinado a hacer carrera militar, entrando con sólo 15 años como alumno en el Colegio de Guardia Marinas de Cádiz. Antes de convertirse en alférez de fragata a los 21 años, formó parte de las escuadras que llevaron a cabo la campaña del Canal de la Mancha, para interceptar los convoyes que partían de Inglaterra en apoyo de Gibraltar, y la reconquista de Orán.
En los siguientes años, participó en la campaña para tomar Nápoles y Sicilia, combatió a los argelinos en el Mediterráneo y a los ingleses en la América septentrional en el navío Invencible. Todo ello a la par que ascendía hasta alcanzar el título de teniente de navío y era nombrado capitán de la tercera compañía del octavo Batallón de Marina.
Sus gestas navales no cesaron, cambiando cada cierto tiempo de embarcación. En 1754 fue ascendido a capitán de navío y se dedicó al corso -ataque a barcos enemigos- en el Mediterráneo con navíos como el Vencedor, el Atlante, el Triunfante, el Héctor o el Terrible.
Por sus grandes méritos, el villalbero recibió por Providencia Real el título de marqués de Casa Tilly y vizconde de Everardo, además años antes había tomado el hábito de Caballero de Santiago y fue Regidor Perpetuo de Murcia.
Francisco Javier transportó en sus navíos a grandes personalidades, como a la infanta de España María Luisa, a la princesa María Luisa de Parma, al general de la Orden de los Dominicos, fray Juan de Bixador, o a los hijos del marqués de Esquilache.
Sus conocimiento sobre náutica eran tan amplios y bien valorados que el rey Carlos III, a raíz de uno de sus informes, ordenó que los navíos se clasificaran en varias clases y que los del mismo tipo se construyeran siguiendo los mismos planos y medidas.
En 1767, el onubense fue nombrado jefe de escuadra y, a partir del año siguiente, estuvo al mando de varias flotas destinadas a proteger el tráfico entre América y la Península y a transportar mercancías, como armamento.
En 1773, Tilly fue designado comandante general de los batallones de Marina y más tarde teniente general de la Armada, nombrándole gentil-hombre de cámara.
Como ya se ha citado, su misión más importante fue dirigir «la escuadra de dieciséis buques que salió de Cádiz transportando al ejército del general Pedro Cevallos para recuperar la isla de Santa Catalina y Colonia Sacramento en la América meridional que habían sido ocupadas por los portugueses», según recoge la Real Academia de la Historia. Una campaña naval de grandes dimensiones, una de las mayores realizadas a lo largo de los siglos XVIII y XIX, pues en ella embarcaron 8.500 soldados de infantería, y que culminó con un rotundo éxito de los españoles.
Nuevamente, el rey quiso reconocer a Francisco Javier concediéndole la Gran Cruz de la Real Orden de Carlos III. Después, en 1790, fue nombrado capitán general de Marina del departamento de Cartagena, luego se le confirió la dirección general de la Armada y la Capitanía General del departamento de Cádiz, anexa al cargo.
En 1794 ascendió a capitán general de la Armada, cargo que ostentó poco tiempo debido a su delicado estado de salud, que le hizo retirarse a Cartagena, donde murió con 83 años.
Como curiosidad, en su honor un accidente geográfico costero del golfo San Jorge, en la provincia de Chubut (Argentina), lleva el nombre de Punta del Marqués, y la villa que bordea, el de Rada Tilly.
Un detalle en memoria de este desconocido onubense, que combatió a la Armada portuguesa en el Río de la Plata, llegando al rango más alto en la Armada española por su vida dedicada a defender en el mar los intereses de su país.