Redacción. Todos los humanos nos hacemos preguntas a diferencia de las máquinas, si no las hiciéramos no creceríamos, es decir, “sin curiosidad no creceríamos”. Desde que nacemos nos estamos cuestionando cosas “es nuestra manera de mirar la vida”. Con estas afirmaciones inició la periodista y escritora Teresa Viejo la tercera conferencia incluida en el ciclo ‘Innovación social: Innovar para crear talento’ celebrada hoy en la Facultad de Ciencias del Trabajo y Trabajo Social del Campus de El Carmen bajo el título “La curiosidad salvó al gato. El arte de preguntar y el talento de responder”.
Durante la conferencia, Teresa Viejo se refirió al concepto de curiosidad como “la necesidad de obtener información por parte del ser humano” por lo que se trata de “un instrumento que todos deberíamos potenciar” pues, si bien cuando somos niños no paramos de hacer preguntas, cuando se llega a la etapa de la madurez dejamos de sentir un poco esa necesidad y esa ausencia de curiosidad puede llevarnos muchas veces a sentir tristeza.
A su juicio, las áreas de conocimiento que activan la curiosidad son el aprendizaje, la memoria y la recompensa, por lo que, apuntó que “la curiosidad nos permite aprender mejor, retener las cosas en nuestra memoria y sentirnos bien por aquello que hemos logrado descubrir”. En este sentido, manifestó que es muy importante que los profesores sepan provocar la curiosidad de los alumnos para que puedan aprender mejor.
La curiosidad es también un gran activador y estimulador de todos nuestros sentidos. De los cinco, la conferenciante destacó el sentido del olfato, que es “el sentido de la intuición, el que nos indica cuál es el camino por el que debemos ir”.
Pero la curiosidad tiene también muchos “enemigos”, pues nos hace salir de nuestra zona de confort y sentir miedo a salir fuera y conocer cosas nuevas. Entre las connotaciones negativas que puede provocar la curiosidad, Teresa Viejo destacó: miedo, mala prensa, distracciones, morbo, los límites del otro (cuando la curiosidad afecta a esferas que pertenecen a otras personas y podemos lastimarles, las expectativas (hay que dirigir nuestras expectativas hacia algo que se puede lograr, de lo contrario puede provocar frustración) y los dilemas.
La curiosidad debe satisfacer fundamentalmente las cinco preguntas básicas que todos conocemos como son: “qué, cuándo, dónde, cómo y por qué” y es algo que se “contagia, ejercita, practica, realimenta, aprende, estimula y se reproduce” y afirmó “si quieres que te escuchen es necesario alimentar la curiosidad del otro”.
Sobre el título de su ponencia, “La curiosidad salvó al gato”, Teresa Viejo quiso dejar patente, en relación al conocido dicho popular “La curiosidad mató al gato”, que “la curiosidad no cierra puertas, sino que las abre” y también que “ninguna pregunta hay que dejar de hacérsela”.
Finalmente, la periodista instó al público asistente a hacerse la pregunta que debe hacerse todo ser humano: ¿Para qué estoy aquí´? ¿Cuál es mi misión?.
Las profesoras Yolanda Pelayo y María Jesús Moreno, organizadoras del ciclo de conferencias mostraron su satisfacción por haber llegado al ecuador del ciclo con un balance muy positivo, con un alta participación por parte de los miembros de la comunidad universitaria.