Redacción. La función principal y la procesión han culminado las fiestas en honor de María Auxiliadora en La Palma en una jornada en la que la gran familia salesiana ha logrado reunir alrededor de las imágenes de su devoción a una fervorosa multitud que ha acompañado el discurrir de la comitiva por las calles de la localidad.
La misa, celebrada en la parroquia de San Juan Bautista, donde ya se encontraba la imagen de la Virgen, contó con la capilla musical del coro de María Auxiliadora, que cumple 20 años cantando a la Virgen, y reunió a numerosos palmerinos y salesianos de otros muchos puntos de Andalucía. Estuvo presidida por Francisco Ruiz Millán, inspector regional de la congregación, quien en su homilía lanzó claros mensajes para destacar los grandes valores que defienden.
En este sentido, además de subrayar notables aspectos de su obra, hizo referencia a las virtudes que deben presidir la vida diaria de todo devoto de María Auxiliadora. «No sirve de nada -dijo- que uno se postre ante María Auxiliadora y que en su vida familiar no auxilie a quien lo necesita». Además recalcó que la comunidad de la que ellos forman parte pertenece de manera indisoluble a la Iglesia y no debe considerarse como un grupo al margen sino integrante de un todo.
Tras la función principal se inició la procesión. Primero salió a la calle el paso con San Juan Bosco. Y posteriormente el de María Auxiliadora. Cientos de palmerinos esperaban a las puertas de la parroquia este momento, que fue celebrado con el lanzamiento de una salva de cohetes.
Al frente del paso de la Virgen estaba situado Eugenio Bernal, nuevo presidente de la Archicofradía de María Auxiliadora, que guió el caminar de la sagrada imagen por La Palma con sumo respeto y responsabilidad.
En su recorrido la imagen visitó el convento de las Hermanas de la Cruz y la ermita de la Virgen del Valle, en cuya puerta fue recibida por los integrantes de la hermandad de la patrona con su presidente, Guillermo López Toscano, al frente.
La procesión de María Auxiliadora ha contado con la Banda de Música de Nuestra Señora de la Soledad de la Algaba y el paso de San Juan Bosco estuvo acompañado por la Banda de Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Palma. La procesión culminó con el regreso de la Virgen a la iglesia de El Salvador, templo en el que hizo su entrada a la 1 de madrugada del domingo tras cuatro intensas horas junto a los palmerinos.
El traslado de la imagen a la parroquia, que constituye un evento cargado de simbolismo, tuvo lugar en la tarde del pasado jueves tras la bajada desde el altar de la imagen. La Virgen recorrió la calle que lleva su nombre arropada por cientos de devotos, muchos de ellos antiguos alumnos del Colegio Salesiano.
El incansable Francisco Javier Pichardo y su equipo de colaboradores colocaron un año más los artísticos arcos en la calle Santa Joaquina de Vedruna y crearon un marco único para recibir a la Virgen y honrarla con la ya tradicional gran petalada.
Un poco más adelante, a la altura del monumento de la Virgen, erigido en la calle Santa Joaquina de Vedruna, obra del escultor palmerino Martín Lepe Lagares, el grupo Almorada emocionó a todos los devotos de la Virgen Salesiana con unas sentidas sevillanas compuestas para la ocasión.