Mari Paz Díaz. La ciudad de Huelva presenta un relieve variado en el que se conjugan elementos sin relieve significativo (marismas, ríos y estuarios) con otros elementos fisiográficos que corresponden a relieves residuales originados por la combinación de procesos geológicos de tipo erosivo, y la actividad del hombre.
Así comienza un estudio realizado por los investigadores Ramón Garrido Morillo y Emilio Romero con el objetivo de realizar un inventario de los cabezos, así como para comprender el proceso evolutivo que han tenido a lo largo de la historia, a raíz de las actividades realizadas por el hombre para su gestión y conservación.
Un trabajo que cuenta con un enorme interés teniendo en cuenta que los cabezos son una seña de identidad de la ciudad de Huelva. No en vano, desde cualquier acceso a la ciudad puede observarse la presencia de algún cabezo, ofreciendo un aspecto único a la capital, confiriéndole una imagen que inconfundiblemente nos remite a Huelva, sin olvidar que el origen de la ciudad se encuentra precisamente en el cabezo de San Pedro y en el desaparecido cabezo del Molino de Viento (actual zona del Paseo Santa Fe).
Garrido Morillo y Romero inician su estudio remontándose a la formación de la provincia de Huelva desde el punto de vista geológico, donde se puede comprobar cómo en la zona norte se reconocen los materiales más antiguos que existen en la provincia, definidos como la Ossa Morena, mientras que en más al sur, incluyendo la Faja Pirítica, aparecen materiales de la zona Surportuguesa con yacimientos metálicos asociados y, por último, hacia el sur, hay una serie de materiales correspondientes al relleno de la prolongación de la depresión del Guadalquivir en la provincia de Huelva, originándose los cabezos.
Pero más que adentrarse en estas cuestiones, cuyas investigaciones continúan, lo que más puede interesar a los onubenses es el recordar la localización de los principales cabezos de Huelva, ya que la mayoría de ellos han marcado el diseño del urbanismo actual de la capital, así como gran parte de la historia de los onubenses.
Por ejemplo, una de las curiosidades que podemos apuntar es que la dotación de agua a los habitantes de la ciudad ha estado marcada por la presencia de estas colinas, como se puede comprobar en la actualidad en la zona del Conquero o, antaño, en la Fuente Vieja o acueducto romano que ahora se está recuperando. Y es que el abastecimiento de agua en la ciudad se ha venido realizando a partir de los embalses de los alrededores, según apuntan los dos profesores.
En este sentido, según el estudio divulgado científicamente en congresos y diversas publicaciones, el área urbana de la ciudad se puede dividir en cuatro grupos diferenciados que engloban diversos cabezos, como son la zona del Conquero, La Joya, San Pedro y La Esperanza, además del Molino de Viento.
Luego, en cada una de estas zonas aparecen diferentes elementos: Conquero, Moret y Moncada en el área del Conquero; La Joya, el cabezo del Pino o San Andrés (urbanizado) y Roma o Diputación, en el área de la Joya; San Pedro y el Cementerio Viejo (urbanizado) en el cabezo de San Pedro; y, por último, Esperanza, La Horca, Piscinas, San Sebastián o Padre Julián en La Esperanza.
Todos ellos son lugares muy reconocibles por los onubenses. A todos ellos, en la investigación se añade el cabezo del antiguo Hospital de la Compañía de Riotinto y el del Barrio Reina Victoria o Barrio Obrero -prolongación del Cabezo de la Esperanza- y de las zonas del Parque Moret y Almagra (extensión del Cabezo del Conquero).
Sin duda alguna, uno de los más emblemáticos es el Cabezo del Conquero, un lugar privilegiado de la ciudad de Huelva por las vistas que se pueden alcanzar, no sólo de las marismas, sino de Punta Umbría, Aljaraque, Corrales y Gibraleón.
Sobre la evolución urbanística de estas zonas, los investigadores aseguran que «la presión urbanística sobre los cabezos ha sido siempre importante. Si bien en el pasado se reducía a las zonas bajas, implicando modificaciones en las pendientes de los cabezos, actualmente se produce la urbanización completa».
Sin embargo, también muestran cómo desprendimientos tan graves como el sucedido en la calle Aragón, que se saldó con 14 víctimas, provocaron que todo cambiara en los años sesenta. Y así se ha puesto de manifiesto con actuaciones como el Parque de la Esperanza, realizado en los setenta, el Parque Alonso Sánchez, en los noventa, y, más recientemente, el Parque Moret y el Centro de interpretación en el cabezo La Almagra.
En cualquier caso, para finalizar, Ramón Garrido Morillo y Emilio Romero aconsejan que los cabezos deben considerarse como monumentos naturales de Huelva y, por tanto, protegerse, pues «debe entenderse que, la ciudad de Huelva, no dispone de grandes monumentos que definan un importante patrimonio y que deben ser los cabezos, monumentos naturales, el patrimonio a conservar».