Ana Rodríguez. Desde el año 2001, con David Civera y su ‘Dile que la quiero’, el nervense Miguel Ángel León Brázquez no ha faltado a ningún Festival de la Canción de Eurovisión. Dinamarca, Estonia, Letonia, Turquía, Ucrania, Grecia, Finlandia, Serbia, Rusia, Noruega, Alemania, Azerbaiyán, Suecia, Dinamarca, Austria, Ucrania y, por último, Portugal este 2018, han sido los países que ha recorrido el onubense en estos 17 años, asistiendo a todas las galas y eventos que se celebran en el marco de la cita europea.
Y es que el calendario anual de Miguel Ángel, la fecha del Festival está marcada bien en rojo, pues se ha convertido en una tradición con la que piensa cumplir hasta que el cuerpo aguante.
Todo comenzó en 1999, cuando un amigo le propuso, en vista de lo mucho que les gustaba a los dos la música y el seguimiento que hacían de Eurovisión, ir al año siguiente a ver el evento en directo. Por motivos laborales, Miguel Ángel no pudo, pero su amigo Pablo sí que fue a Estocolmo, sede del Festival en el 2000. «Cuando volvió, me contó que la experiencia había sido muy buena y me dijo que al año siguiente tenía que ir», recuerda el onubense.
Y así fue. En 2001, vio con sus propios ojos en el Parken Stadion de Copenhague lo que era Eurovisión en todo su esplendor y se enamoró de aquel ambiente. «Me busqué un medio de comunicación que me acreditara, que entonces no fue demasiado difícil porque aún no había en España ese boom eurovisivo. La experiencia fue fantástica. Hasta que no vas allí no entiendes que el Festival es impresionante. Vine llorando de emoción. Es un despliegue increíble», afirma León Brázquez.
Tan maravillado se quedó que, fuera como fuera, al año siguiente tenía que repetir. Empezó entonces su trayectoria como colaborador periodístico, trabajando para TVE como enviado especial en los sucesivos festivales. Y es que en poco tiempo se convirtió en todo un experto en Eurovisión, conociendo a la perfección los entresijos de un certamen muy complejo.
Su segundo año vivió el gran debut de Rosa López en Tallín, a la que siguieron en posteriores ediciones otros cantantes nacidos de Operación Triunfo como Beth Rodergas, Ramón del Castillo, Soraya o Edurne. «Los artistas de OT se portaron muy bien. Tenían toda la prensa encima y aún así se comportaban genial y lo disfrutaron mucho. Una persona que fue muy humana fue Soraya. Estaba con los fans, la prensa, estuvo con todo el mundo. Otra chica que se portó genial fue Edurne. Estuvo horas y horas y hasta que no se hizo foto con todos los que la esperaban no se fue», explica el onubense.
Las experiencias que Eurovisión ha permitido vivir a este nervense son numerosas e intensas. Como cuando conoció a Jesús Cañadilla, el compositor de ‘Algo pequeñito’ en Ucrania en 2005. Como recuerda Miguel Ángel: «él estaba perdido, porque aquello era muy grande, y le indicamos por dónde tenía que ir. De ahí surgió una gran amistad. Empezamos a ir juntos al Festival y estuve trabajando para su web».
De las ciudades por las que ha pasado, el onubense destaca la belleza de Viena y la emoción y sorpresa que le causaron Belgrado y sus habitantes: «la gente era maravillosa. Habían salido de una guerra y tenían esa sensibilidad, esa humanidad que aflora en los conflictos bélicos. Personas amables y cariñosas, que me recordaron a lo que yo había vivido de pequeño en España en la postguerra. Regresé a casa emocionado por cómo era la gente de allí. Una de las experiencias más bonitas».
Sobre el Festival en sí, Miguel Ángel reconoce que lo bueno es que la variedad musical sea amplia. «Se pueden presentar canciones de cualquier estilo y en cualquier a de los idiomas de la UER. Entre las candidatas, Noruega ha presentado este año una canción en español, además un reggaeton, aunque no lo han escogido», afirma León Brázquez.
En este sentido, el onubense pone de relieve que la canción ganadora del año pasado sirvió para romper muchos clichés eurovisivos: como que el tema ganador tiene que ser en inglés, ir acompañado de un gran espectáculo o que todo es política y por eso siempre ganan los mismos.
Sobre la representación española este año en Lisboa, Miguel Ángel admite que «la canción que me da buenas sensaciones. Es canción de gran película, tiene ingredientes buenos y no creo que quede en mala posición, estará en el top 10, aunque no creo que gane, pero siempre queda el factor sorpresa».
Para el onubense, que lleva varios días cubriendo Eurovisión 2018 para España Buenas Noticias en la capital portuguesa, su canción preferida es la de República Checa, aunque también le gusta el tema de Bélgica y reconoce que la gran favorita este año es Israel.
Esta noche, una edición más, el nervense disfrutará en directo de la gran final del certamen, un espectáculo de color, luces y música. Y es que la vida de Miguel Ángel siempre ha estado ligada a esta última y al arte en general. Pasó su infancia en su pueblo natal, donde empezó a trabajar con 15 años de camarero en un bar y más tarde en un salón de juegos para poder pagarse sus gastos mientras estudiaba BUP y COU en el IES Vázquez Díaz.
Cuando cumplió los 17 se trasladó a Madrid, donde residían sus dos hermanos mayores, y allí estudió Diseño y Marketing. «Eran los 80, la época de la Movida Madrileña, de la moda, de la música, y para poder tener dinero en Madrid me puse a trabajar de camarero, que ya tenía experiencia, a la vez que estudiaba. Fue una etapa de mi vida en la que me lo pasé genial», recuerda el onubense.
Después de tres años, acabó los estudios siendo de los mejores de su promoción, gracias a su creatividad e imaginación desbordante. Quisieron entonces contratarlo en Cortefiel, pero aquel estilo clásico no cuadraba con su visionaria manera de ver la moda.
Entonces su vida dio un giro de 180º. Le propusieron montar un negocio, un bar de copas en Alcalá de Henares y Miguel Ángel se lió la manta a la cabeza y aceptó. «Hemos estado 27 año con el bar, que tuvo un enorme éxito hasta el año pasado que cerramos por el boom inmobiliario. Por allí ha pasado gente muy interesante, muchos famosos, personas de las grandes cadenas de televisión privadas del país», explica el empresario.
En estas casi tres décadas, además de gestionar su exitoso negocio, Miguel Ángel ha tenido tiempo para ser figurante en películas y publicidad, dibujar y exponer sus creaciones, ya que siempre ha sido un gran artista, y hacer música, pues desde bien joven ha ejercido como DJ. «Desde pequeño pinchaba en la discoteca de Nerva, donde me conocen como DJ Persia, que es el apodo de mi abuelo», admite, una labor, la de DJ-animador, que sigue ejerciendo cuando lo reclaman en la zona de la Cuenca Minera.
Sus múltiples facetas dejan entrever que Miguel Ángel es una persona a la que le encanta disfrutar de la vida y que es capaz de buscar tiempo para todas sus inquietudes. Su fidelidad al Festival de Eurovisión así lo demuestra, un certamen que se ha convertido para él es una fuente más de sus atesoradas vivencias.