Helena Pipió. Sergio Feria, un joven de 22 años y natal de Valverde del Camino, decidió emprender una nueva aventura hacia los Países Bajos con el fin de vivir nuevas experiencias y seguir nuevos caminos.
Sergio, tras finalizar el Bachillerato en su pueblo de origen, se incorporó al mundo universitario donde realizó el Grado de Educación Social en Huelva, años en los que disfrutó y aprendió de las primeras experiencias fuera de casa y con nuevos amigos. El cuarto y último año de carrera, tomó la decisión de ampliar un poco su visión del mundo y solicitó el programa de movilidad SICUE a Málaga, «fue una gran oportunidad para descubrir nuevos lugares, hacer amigos de todas partes de España y sobre todo valerme por mi mismo», nos cuenta Sergio.
Una vez allí, realizó las prácticas correspondientes al Grado universitario en una asociación en el barrio de Mangas Verdes y posteriormente finalizó su grado pudiendose sentir definitivamente un Educador Social en toda regla. «Sin duda lo más difícil del curso y de ese año», destaca Sergio «fue despedirse de la gente que por ese curso fueron como una familia y aceptar que la vida como estudiante se acababa».
Antes de regresar de Málaga, tomó una de las decisiones más importantes de su vida. Un amigo de su carrera que anduvo de Erasmus en Bolonia le comentó algo sobre el Servicio de Voluntariado Europeo (SVE) ya que él iba a realizarlo en Italia. El Servicio de Voluntariado Europeo son proyectos que oferta la Unión Europea relacionados con diversos campos, donde tu puedes mandar tu CV y una carta de motivación acerca de los objetivos relacionados sobre el proyecto que hayas escogido para participar. En el proyecto también incluye un alojamiento, dinero para la comida y gastos diarios.
Sergio decidió apuntarse a varios proyectos que le habían llamado la atención considerablemente y solo tuvo que esperar a que se pusieran en contacto con él, proceso un poco más largo de lo que pensaba, según nos cuenta. Mientras esperaba a conseguir la asignación de algún proyecto de voluntariado, comenzó a estudiar para mejorar su nivel de inglés. Su lugar de destino finalmente sería Holanda, concretamente Róterdam, una de las ciudades más importantes del país, situada a 47 km de Ámsterdam y tan solo 25 km de La Haya.
Sergio nos cuenta que tomó esta decisión porque siempre había querido vivir por un tiempo fuera de España, «el SVE me brindaba una oportunidad para estar por unos meses en el extranjero con algo de dinero y un alojamiento». Además, cuenta que le motivó mucho saber que iba a poder trabajar en el ámbito de lo social y descubrir sistemas de trabajo diferentes. A día de hoy, tan solo lleva 5 meses fuera de España y estará en Róterdam hasta el mes de agosto, una vez que finalice el proyecto. No es la primera vez que reside en el extranjero, aunque si como larga estancia. Anteriormente, hace dos años, estuvo en el sur de Irlanda en una cafetería de carretera durante un mes, pero no fue la mejor experiencia para él. Una vez que termine el SVE, volverá a Valverde y buscará trabajo de educador, «intentaré quedarme por la provincia pero no descarto moverme por el país si encuentro mejores ofertas».
En Róterdam, trabaja como voluntario en la zona de Fejenoord en general con niños y niñas o con personas con discapacidad, «apoyo a varias asociaciones y organizaciones en lo que necesiten en contacto con el colectivo, ya sea cocinar, jugar, entrenar, practicar deportes y realizar actividades de acompañamiento», nos cuenta. También está intentando desarrollar, junto con el resto de voluntarios, un proyecto de emprendimiento social como actividad de reinsercción laboral a personas desempleadas. Se trata de un proyecto llamado ‘Social entrepreneurship’, consiste en una recolecta de calcetines usados, los cuales serán deshilachados para volver a realizar nuevos calcetines con otros diseños y volver a ponerlos en el mercado, todo ello para mostrar la importancia de esas personas que han sido excluidas de un mercado laboral y las cuales tienen mucho que ofrecer todavía.
Vive en un piso bastante amplio de 4 habitaciones, el cual es un tercero sin ascensor y con la típica escalera holandesa inclinada y de peldaños pequeños, nos dice, «aunque he visto escaleras peores». Reside con dos chicos franceses y una chica de la Guayana Francesa que trabajan como él en el proyecto, «podría decir que es el mejor piso que he tenido durante estos años fuera de casa». El piso se encuentra situado en el barrio del sur de Róterdam, en Fejenoord, pegado al río Nuevo Mosa, por lo que cruzando dos puentes llega al centro de la ciudad en 15 minutos andando y 5 minutos en bicicleta.
Sergio nos cuenta que se trata de un barrio que ha ido cambiando mucho en estos años, desapareciendo casi la delincuencia y renovándose por completo o reutilizando muchos edificios que quedaron abandonados. Actualmente se ha convertido en el distrito con mayor porcentaje de población joven en Países Bajos. Dice que en general Róterdam es una ciudad muy diferente al resto y lo típico holandés. La ciudad cuenta con grandes rascacielos y originales diseños de los edificios, siendo una de las capitales mundiales de la arquitectura, todo ello como consecuencia de la reconstrucción que se llevó acabo tras el trágico acontecimiento del bombardeo nazi durante la Segunda Guerra Mundial que destruyó todo el centro de la ciudad.
También ha querido destacar Róterdam como una ciudad multicultural. Se trata de una ciudad que ha recibido inmigrantes durante mucho tiempo y donde hay una integración total de los extranjeros. Sergio pone de ejemplo el colegio en el que trabaja, donde prácticamente todos los niños y niñas son nacidos en Holanda pero la gran mayoría tienen raíces en otros países, «incluso algún español me he encontrado» añade. «Por lo general la gente es muy hospitalaria y dispuesta a echar una mano, además ayuda mucho que la mayoría controla bien el inglés. También se notan movimientos a favor del ecologismo y el consumo de productos locales» nos cuenta.
«La vida es muy diferente a la que nosotros llevamos en España», dice Sergio, «lo primero que te fijas al llegar es en las bicicletas y la buena organización de carriles bici que hay en Róterdam«. Cuenta que utiliza la bici para todo en su día a día, ya sea para ir al trabajo, para hacer la compra, como para visitar la ciudad o salir de fiesta, ya que se trata del mejor recurso si no quieres gastarte mucho dinero en transporte. Otra de las cosas que ha querido destacar este joven aventurero es la gran diferencia del clima, «el sol se suele echar de menos por eso cuando hace un buen día las terrazas y los bares se llenan de vida y se respira un ambiente más relajado que el cotidiano». El invierno es bastante duro allí, frío, lluvia y bastante viento, «ahora entiendo lo de tanto molino» añade.
A pesar de estar viviendo una gran experiencia en Róterdam, Sergio echa de menos a su familia, la cual lo ha apoyado en todo momento y ha ido a visitarlo. También extraña ver caras conocidas de vez en cuando, conversar en español y estar presente en eventos con amigos y disfrutando. Algo muy normal al estar residiendo fuera de tu país natal, pero aún así dice que es una vivencia que merece mucho la pena, y destaca que «puedes encontrarte con experiencias buenas y malas pero el tiempo que se salga de la zona de confort es tiempo en el que se aprende y se abren caminos nuevos que quizás nunca habrías pensado».
Sergio tras contarnos su gran experiencia como voluntario social en Róterdam quiso dejar un mensaje para todos los onubenses que estén indecisos en salir al extranjero o simplemente de Huelva, «si tenéis una oportunidad háganlo y lanzaos a la piscina, sin dejar que nadie determine vuestra vida y diga que no podéis hacerlo. Es algo de lo que nadie se arrepiente ya sea por poder enfocar tu vida desde otra perspectiva o encontrar tu lugar en el mundo y tus motivaciones».