Redacción. La Consejería de Cultura, a través del Centro Andaluz de las Letras (CAL), se suma otro año más a la celebración del Día Internacional del Libro Infantil (DILI) con el objetivo de atraer a los más pequeños y jóvenes a la lectura. En esta edición, el programa de actividades se centra y apuesta por la promoción de autores infantiles e ilustradores con el ánimo de fortalecer el vínculo entre los creadores andaluces y sus lectores.
En Huelva, la Biblioteca Pública Provincial ha acogido la actividad central del Día Internacional del Libro Infantil. Tras la lectura del manifiesto por parte de la delegada territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Natalia Santos, la ilustradora y escritora onubense Desirée Acevedo ha narrado a 50 alumnos del CEIP Pura Domínguez de Aljaraque sus cuentos ‘Awi y el mar’, ‘Simeón el camaleón’, ‘Nino y Nina’ en ‘kamishibai’, una forma de contar cuentos muy popular en Japón que consiste en mostrar láminas con ilustraciones en un soporte.
La delegada territorial ha destacado la importancia de la lectura “para el desarrollo intelectual de los más pequeños”. Por ello, “desde la Junta fomentamos el hábito de la lectura desde edades tempranas con programas propios y a través de las bibliotecas públicas”.
Día Internacional del Libro Infantil #DILI. Desde 1967, el 2 de abril, coincidiendo con la fecha del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, el IBBY, Organización Internacional para el Libro Juvenil, promueve la celebración del Día Internacional del Libro Infantil con el fin de promocionar los buenos libros infantiles y juveniles y la lectura entre los más jóvenes.
Cada año, una sección nacional del IBBY tiene la oportunidad de ser la patrocinadora internacional del Día del Libro Infantil y selecciona un escritor representativo y a un reconocido ilustrador de su país para que elaboren el mensaje dirigido a todos los niños y niñas del mundo y se promueva la celebración en las bibliotecas, centros escolares, librerías, etc. Este año 2018 el país elegido para la semblanza y el cartel es Letonia. El diseño del cartel es del ilustrador Reinis Petersons, y el texto, de la escritora Inese Zandere.
Semblanza ‘Los libros hacen grande lo más pequeño’. Las personas tienden al ritmo y a la regularidad, de la misma forma que la energía magnética organiza las virutas de metal en un experimento de física, de la misma forma que un copo de nieve crea cristales a partir de agua. Ya sea en un cuento de hadas o en un poema, a los niños les gusta la repetición, los refranes y los motivos universales porque pueden reconocerse una y otra vez; dan regularidad a un texto. El mundo adquiere un orden precioso. Aún recuerdo que de niña luchaba conmigo misma por defender la justicia y la simetría, la igualdad de derechos para la izquierda y la derecha: si tamborileaba con los dedos una melodía sobre la mesa, contaba cuántas veces debía golpear con cada dedo para que los demás no se sintieran ofendidos. Solía aplaudir dando una palmada con la mano derecha sobre la izquierda, pero pensé que eso no era justo y aprendí a hacerlo al contrario, con la izquierda sobre la derecha. Por supuesto, este afán instintivo de equilibrio resulta gracioso, pero lo que muestra es la necesidad de evitar que el mundo llegara a ser asimétrico. Tenía la sensación de ser la única responsable de todo su equilibrio.
La inclinación de los niños hacia los poemas y las historias surge, igualmente, de su necesidad de llevar regularidad al caos del mundo. Desde la indeterminación todo tiende hacia un orden. Las canciones infantiles, las canciones populares, los juegos, los cuentos de hadas, la poesía… son formas de existencia rítmicamente organizadas que ayudan a los más pequeños a estructurar su presencia en el gran caos. Crean la conciencia instintiva de que el orden en el mundo es posible y que todas las personas tienen en él un sitio único. Todo fluye hacia este objetivo: la organización rítmica del texto, las series de letras y el diseño de la página, la impresión del libro como un todo bien estructurado. La grandeza se revela en lo más pequeño y le damos forma en los libros infantiles, incluso cuando no estamos pensando en Dios o en los fractales. Un libro infantil es una fuerza milagrosa que promueve el enorme deseo de los pequeños y su capacidad de ser. Promueve su coraje para vivir.
En un libro, los pequeños siempre son grandes, de manera instantánea y no solo cuando llegan a adultos. Un libro es un misterio en el que se encuentra algo que no se buscaba o que no estaba al alcance de alguien. Lo que no pueden comprender lectores de una cierta edad permanece en su conciencia como una impronta y continúa actuando aun cuando no lo entiendan completamente. Un libro ilustrado puede funcionar como un cofre del tesoro de sabiduría y cultura incluso para los adultos, igual que los niños pueden leer un libro destinado a adultos y encontrar su propia historia, un indicio sobre sus vidas incipientes. El contexto cultural modela a las personas, estableciendo las bases para las impresiones que llegarán en el futuro, así como para las experiencias más difíciles a las que tendrán que sobrevivir sin dejar de ser íntegros.
Un libro infantil representa el respeto por la grandeza de lo más pequeño. Representa un mundo que se crea de nuevo una y otra vez, una seriedad lúdica y preciosa, sin la que todo, incluida la literatura infantil, es simplemente un trabajo muy pesado y vacío.