Redacción. Este 24 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Tuberculosis, una infección bacteriana causada por un germen que data su origen en África hace unos 70 mil años. En la actualidad afecta a un tercio de la población mundial, tan sólo en 2016 se registraron 10,4 millones de nuevos contagios y se produjeron 1,7 millones de muertes relacionadas a la enfermedad. En España, se estiman 100.000 nuevos casos al año, de los cuales un 80% están sin diagnosticar, según indica el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades.
La tuberculosis pulmonar es la más conocida y habitual, pero esta bacteria puede alojarse y desarrollarse en diferentes lugares del organismo, lo que se conoce como tuberculosis localizada que solo afecta al órgano que coloniza como: la piel, tracto gastrointestinal, riñón o cerebro. Una vez dentro del sistema, la infección puede diseminarse como tuberculosis miliar, viajando a través de la sangre volviéndose muy peligrosa y es habitual en pacientes inmunodeprimidos.
“La vía de contagio de la tuberculosis es exclusivamente aérea, es decir, el hecho de que una persona portadora del virus activo, hable, tosa o estornude en un espacio cerrado nos expone al bacilo”, explica el doctor Miguel Raffo, quien junto a las doctoras Begoña Merelo Ruiz y Eva Gutiérrez Cortizo, conforman el Servicio de Medicina Interna del HLA Los Naranjos de Huelva. “No todos los contagiados desarrollan la enfermedad, también existe la tuberculosis latente que carece de síntomas, es fácilmente diagnosticable y del mismo modo debe tratarse para evitar su activación en el futuro”.
Todos en riesgo de contagio, pero algunos más. Si bien el aire es su medio de transporte y todos estamos expuestos a este elemento, “existen grupos con mayor riesgo de contagio como las personas que tienen el sistema inmune deprimido como pacientes con VIH, trasplantados o que se hayan sometido a quimioterapia, entre otros”, aclara el doctor Raffo y agrega que “también los inmigrantes, especialmente aquellos de países con una mayor prevalencia de esta enfermedad, además de los niños y los ancianos, no por su edad, sino por su condición de paciente pluripatológico”.
Las estadísticas muestran la elevada mortalidad que causa la tuberculosis, por lo que un diagnóstico y tratamiento oportunos y adecuados son fundamentales para minimizar los efectos de la enfermedad. Para el internista de HLA Los Naranjos, está muy claro que “es necesario acudir al médico si hemos estado en contacto con la enfermedad o padecemos sus principales síntomas como tos severa durante tres semanas o más, si está acompañada de esputos de sangre o mucosidad, si se aprecia bajada de peso, debilidad, fatiga, fiebre, escalofríos o sudores nocturnos”.
Diagnóstico, tratamiento y mucha paciencia. “Es frecuente que las señas que presenta un paciente afectado no sean del todo claras, y en muchas ocasiones se llega al diagnóstico de tuberculosis tras haber descartado otras opciones previas”, aseguran desde el Servicio de Medicina Interna de HLA en Huelva, “pero si la sintomatología es clara, lo primero que hacemos en la consulta es someter a la persona a la prueba de la tuberculina (Mantoux), un test cutáneo que reactiva las defensas generadas en la exposición a la bacteria y permite así saber si ha estado en contacto con enfermos activos. Si el resultado es positivo, se completa el diagnóstico con una radiografía de tórax para conocer el alcance de la infección, un análisis del esputo y, si la sospecha es alta, puede realizarse una broncoscopia”.
“El tratamiento estándar de esta dolencia suele rondar los seis meses, aunque puede variar según el contexto del paciente y qué tipo de tuberculosis sea”, especifica el internista y continúa que “durante este tiempo, el aislamiento aéreo (uso de mascarilla) es fundamental para evitar el contagio en su entorno. También la constancia en el seguimiento del tratamiento farmacológico y llevar una vida saludable, ya que esta medicación puede causar toxicidad hepática”.
¿Secuelas, recaídas o inmunidad? La Medicina Interna es una especialidad global que suele abarcar las diferentes aristas de la tuberculosis, pero, al tratarse de una infección, en ocasiones puede conllevar para el paciente otro tipo de complicaciones que requieran para su abordaje de la colaboración con otras especialidades médicas de HLA Los Naranjos como el servicio de Neumología, Microbiología o Digestivo.
“Los medios diagnósticos y terapéuticos con los que contamos, buscan la total recuperación del paciente, pero las consecuencias de esta enfermedad dependerán de cada persona, por esto también el tratamiento es personalizado. Cuando la afectación pulmonar ha sido muy extensa, pueden quedar cicatrices en los pulmones que causen una pérdida de su capacidad. Por otro lado, a priori, es una enfermedad que se cura, pero puede ocasionalmente mantenerse latente y reactivarse a causa de la depresión del sistema inmune, del mismo modo que puede reactivarse en una persona diagnosticada de tuberculosis latente. Inclusive, podemos volver a contagiarnos de otra cepa. Por esto, frente a la menor sospecha de haber estado expuesto al germen, se debe acudir al médico”, concluye el facultativo.
Sobre HLA Grupo Hospitalario. El Grupo Hospitalario HLA está compuesto por 15 hospitales integrados con 31 centros médicos multiespecialidad y una red de unidades de referencia en tratamientos de última generación. 40 clínicas dentales, 9 unidades de reproducción asistida, 26 clínicas oftalmológicas dotadas de la más avanzada tecnología y 464 unidades de análisis clínicos completan la estructura que HLA pone a disposición de sus pacientes. Con 1300 plazas de hospitalización HLA es un referente en la atención hospitalaria y ambulante. Más de 35 años de experiencia y presencia en seis países configuran un modelo de atención que basa su filosofía en el trato humano, la excelencia, el liderazgo, la responsabilidad y la especialización.