Rosa Mora. Aunque natural de Puebla de Cazalla, a los 40 días de su nacimiento la familia de Pedro Ávalos se trasladó al municipio onubense de Manzanilla. En esta localidad, su padre y sus tíos abrieron las puertas de un negocio de fabricación de ladrillos que, aunque sujeto a los avatares del tiempo y diferentes coyunturas económicas, celebraba recientemente el medio siglo de historia. La incorporación de Pedro Ávalos a la empresa familiar tenía lugar cuando éste cumplió los 14 años de edad. «No me gustaba la escuela, por lo que comencé a trabajar aprendiendo el oficio de mi padre», señala Pedro a Huelva Buenas Noticias. Este pasado verano ha sido su hijo Raúl el que seguía sus pasos en la fábrica.
Con una destacada presencia en la zona, la historia de Rústicos El Barrero no está exenta de altibajos que los ha llevado a innovar y a pensar en nuevas líneas de negocio. «La fábrica comenzó como una empresa de realización de ladrillos al uso; pero la crisis de mediados de los noventa nos obligó a cerrar. Pasados los años se me presentó la oportunidad de fabricar ladrillos rústicos, artesanales, y aproveché la ocasión«, cuenta el manzanillero.
Así, en el año 2004, el negocio familiar comenzó a escribir una nueva página en su historia. «Ahora somos una firma de ladrillos artesanales. Fabricamos en suelo y no empleamos maquinaria. No existe molino que amase el barro. Somos nosotros lo que hacemos ese trabajo, situamos moldes en el suelo y posteriormente los rellenamos. La fabricación tiene lugar entre los meses de mayo y la llegada de las lluvias, esto es, finales de septiembre, mediados de octubre. El resto del año me dedico a cocer el ladrillo y a empaquetarlo para su venta», señala Pedro Ávalos.
Una labor tenaz la que realizan en Manzanilla que despertó la atención del restaurador villalbero Joaquín Pérez Díez cuando participaba en los trabajos de restauración de la bóveda de la Catedral de Sevilla. «Tuvimos la suerte de que este restaurador nos tuviera presente para este atractivo proyecto, ofreciéndonos la oportunidad de fabricar ladrillos para, nada más y nada menos, que la bóveda de la Catedral Hispalense», nos explica. «La verdad -añade- que para nosotros es un orgullo. El ladrillo no cuenta con un sello donde aparezca que lo haya hecho yo, no puedo justificarlo, pero yo sé que está allí y eso me supone una enorme satisfacción». Lo dice alguien para quien sus ladrillos son como sus «hijos», «los reconozco de lejos», señala. «Como a veces son los contratistas los que directamente nos los compran, no sabemos en qué van a ser empleados, pero después somos capaces de identificarlos. Nos pasó con un monolito que instalaron junto al polideportivo de Hinojos».
Además de la bóveda de la Catedral de Sevilla, las piezas realizadas por Pedro Ávalos forman ya también parte de otros grandes referentes del patrimonio histórico andaluz como la muralla del Castillo de Niebla y el Conjunto Arqueológico de Itálica, en Santiponce, Sevilla. «Un almacenista de Hinojos contó con nosotros para un proyecto que buscaba dar una mayor visibilidad a un hallazgo arqueológico producido en Itálica«, explica el artesano.
Mirando al futuro, el onubense alza la voz para que su trabajo, completamente artesanal sea valorado. «Es normal que la competencia, que emplea maquinaria, juegue con precios más bajos, puesto que nuestra mano de obra es mayor. En esta línea, esperamos que el haber conseguido recientemente el distintivo ‘Andalucía Calidad Artesanal’ que otorga la Junta de Andalucía, nos dé una mayor proyección», incide el responsable de Rústicos El Barrero. Por el momento, pronto prevén participar en una serie de encuentros que Extenda (Agencia Andaluza de Promoción Exterior) está organizando con negocios extranjeros. Asimismo, por encargo del Consistorio de Manzanilla, trabajan en la elaboración de una losa con el escudo del municipio, que esperan presentar también en otras localidades.