Ana Rodríguez. La investigación es el único camino para dar solución al cáncer, una enfermedad a la que científicos y médicos tratan de combatir desde hace décadas con muy diversas técnicas. El bioquímico onubense Laureano de la Vega Martín es, a sus 38 años, uno de los investigadores que busca nuevas claves que permitan encontrar herramientas eficaces para acabar con el cáncer.
Sus indagaciones las realiza desde hace más de tres años en la Universidad de Dundee, en Escocia, donde dirige un grupo de investigación en el Centro contra el Cáncer Jacqui Wood.
Recientemente, el trabajo del onubense ha recibido un importante impulso, al ser merecedor de una de las becas que concede anualmente la Cancer Research UK (CRUK), una organización benéfica que subvenciona la investigación del cáncer en Reino Unido. Se trata de una de las ayudas más importantes en este campo a nivel europeo y mundial, que va a garantizar a de la Vega seis años de investigación gracias a los 1,4 millones de libras que va a recibir.
«Estoy encantado con la beca», reconoce Laureano, «uno nunca sabe si te la van a dar, porque no solo depende de lo bueno que seas, sino también de lo buenos que sean los otros investigadores con los que compitas y del dinero que haya para subvenciones. Por ejemplo, el año pasado dieron tres becas y yo me quedé el número cuatro en la lista. Este año dieron cinco y he sido el número dos».
El onubense cumplía fielmente los requisitos para obtener la ayuda, como tener buen currículum, un plan de investigación excelente y no haber transcurrido más de siete años desde que se doctoró. Tras pasar por diferentes pruebas, entre ellas una dura entrevista personal y una revisión exhaustiva, por parte de varios evaluadores, de su plan de investigación y de su potencial para llevar un equipo de investigación, Laureano se convirtió en uno de los agraciados con esta ayuda de la Cancer Research UK.
Debido a que las becas están abiertas a cualquier investigador que quiera formar su grupo en el Reino Unido, a la alta cuantía de las mismas y a que sólo se conceden entre tres y seis al año, son muy atractivas para la comunidad científica y la competencia es muy elevada. «Conseguir esta beca te da prestigio y obtenerla dice mucho de la calidad de tu investigación«, apunta de la Vega.
El objeto de estudio actual de Laureano es fruto de su dilatada trayectoria profesional. Su fascinación desde pequeño por el método y el descubrimiento científico, el poder responder preguntas que no se habían podido contestar antes o que ni se había planteado, lo llevó a doctorarse en Bioquímica, en el Departamento de Inmunología de la Universidad de Córdoba.
El trabajo que le valió el título de doctor se centraba en el VIH. Como él mismo explica, «se sabe que el virus del VIH secuestra la maquinaria celular y la pone a su servicio para crear un entorno más favorable y producir más virus. A nosotros nos interesaba encontrar proteínas de la célula que estuvieran secuestradas por el virus y que se pudieran usar como potenciales dianas terapéuticas».
Posteriormente, el onubense se instaló en Giessen (Alemania), donde hizo el postdoctorado en un laboratorio de señalización celular. Durante seis años, trabajó con una proteína quinasa llamada HIPK2, que sirve para regular muchos procesos celulares importantes para el correcto funcionamiento de las células. «Mi principal objetivo era entender los mecanismos moleculares que controlaban la actividad de esta proteína quinasa y las consecuencias de estos cambios en su actividad en distintas células humanas», asegura el científico.
Fue entonces cuando empezó a estudiar el cáncer, ya que esta proteína que analizaba se halla a menudo mutada en la terrible enfermedad. Durante sus estudios encontró un nuevo tipo de modificación que afectaba a la actividad de la citada HIPK2 en células de cáncer, y que podía estar involucrado en la aparición de la resistencia a la terapia o quimiorresistencia. Partiendo de ese análisis, el onubense empezó a interesarse por el papel de esta proteína en el cáncer y su uso potencial como una diana para sensibilizar las células cancerígenas.
En 2013, Laureano comenzó una nueva etapa en Dundee, liderando su propio grupo de investigación del cáncer, en el que actualmente cuenta con la colaboración de un investigador postdoctoral, un técnico y estudiantes de masters. «El centro de investigación de cáncer de Dundee tiene una gran experiencia en mecanismos de estrés celular, y mi investigación encajaba bastante bien con lo que ellos hacían. Me invitaron a dar una charla y les pareció muy interesante mi trabajo. Pensaron que sería una buena incorporación, ya que veían gran potencial en mi investigación para atraer financiación externa«, relata el científico onubense.
Actualmente, sus indagaciones se basan en los mecanismos que permiten a las células de cáncer proliferar y sobrevivir a la terapia. En concreto, le interesan los mecanismos de respuesta a estrés, que han evolucionado para permitir la supervivencia de las células en un entorno que está constantemente cambiando. Como de la Vega relata, «estas vías de respuesta a estrés no son esenciales para la supervivencia de las células normales en ausencia de estrés, pero las células de cáncer necesitan de estas vías para sobrevivir, ya que el propio entorno tumoral y la acumulación de mutaciones es una importante fuente de estrés. Nosotros estamos investigando cómo podemos modular estos mecanismos para, selectivamente, matar o hacer mas sensible las células de cáncer, sin afectar a las células no tumorales. Los tipos de cáncer en que nos centramos son el de pulmón y de mama«.
La investigación de Laureano ya está obteniendo interesantes resultados, pues su equipo ha descubierto que ciertas proteínas quinasas pueden ser ‘buenas’ o ‘malas’ en función de las condiciones, promoviendo la supresión o el crecimiento de los tumores respectivamente. Ahora están identificando cuáles son esas condiciones específicas que definen la función de estas proteínas en el cáncer.
Por tanto, la relevancia del estudio es máxima, ya que podría dar pie al desarrollo de marcadores que puedan identificar aquellos tumores en que estas proteínas quinasas actúan provocando el desarrollo del tumor, y por lo tanto, sean candidatos a ser tratados con medicamentos que inhiban estas proteínas.
Así, de la Vega pone de relieve que el objetivo de la investigación a corto plazo es entender cómo se regulan las vías de respuesta a estrés en células de cáncer y analizar si pueden usar ese conocimiento para reducir la proliferación o para sensibilizar células tumorales en respuesta a drogas quimioterapéuticas. Asimismo, a largo plazo la intención del equipo es usar las dianas terapéuticas validadas para desarrollar medicamentos que puedan utilizarse por sí solos, o en combinación con otros, para reducir el crecimiento de los tumores o matar las células cancerígenas.
En resumen, la beca concedida por Cancer Research UK va a permitir a este onubense continuar avanzando en su interesante estudio en busca de una solución a una de las enfermedades más devastadoras de los últimos siglos. Una ayuda que reconoce el esfuerzo y dedicación de un investigador sobresaliente nacido en la provincia de Huelva.