RFB. Cuando se hizo pública la noticia de que el L-61 Juan Carlos I iba a arribar por primera vez a Huelva, en el transcurso de unas maniobras de las que forma parte -ejercicio avanzado anfibio Marfibex 81-, la expectación creada fue extraordinaria. La primera causa es simbólica, y se corresponde con el hecho de que esta unidad es el buque insignia de la Armada Española, enarbola por tanto el gallardete del comandante en jefe del conjunto de la flota.
En segundo término, la propia naturaleza y dimensiones de la nave, que la hacen objeto de curiosidad en cualquier puerto en el que escale. 231 metros de eslora, 32 metros de manga, y 27 metros de puntal son sus referencias básicas. Para tener una perspectiva relativa, ello supone que si pudiese colocarse en posición vertical, el L-61 tendría similar altura que las cuatro torres rascacielos de Bussines Area de Madrid; o que desde la superficie del mar la envergadura hacia la cubierta se corresponde con la altura aproximada de un edificio de más de siete plantas.
El L-61 alcanza una velocidad máxima de 21,5 nudos. Para entender lo que significa indiquemos que la Canoa de Punta Umbría, por ejemplo, navega a unos ocho nudos. Quiere decir, por tanto, que casi triplica la velocidad de la nuestra entrañable embarcación fluvial. Así mismo, el Juan Carlos I tiene una autonomía de 9.000 millas a 15 nudos o, lo que es lo mismo, la capacidad de realizar el trayecto entre España y el Caribe tres veces seguidas sin repostar.
Pero además de estas colosales dimensiones y prestaciones, el atractivo del L-61 radica también en su modernidad -solo ocho años navegando- y su multifuncionalidad, otorgándole un perfil estratégico con una gran versatilidad. El Juan Carlos I vino a sustituir al anterior buque insignia, el R-11 Principe de Asturias, aunque ambos simultanearon tres años de operativa.
Mientras el R-11 era un portaeronaves puro, el L61 que hoy admiramos en Huelva permite además desde sus bodegas y diques inundables realizar operaciones de desembarco de Infantería de Marina, incluida maquinaria de transporte y artillería. Sus dimensiones hacen también que pueda ser utilizado como un inmenso buque de carga y trasporte de tropas.
En total, a parte de la tripulación -261 personas-, puede acomodar 1.200 efectivos. Una característica de este buque es su notable eficiencia. Para una nave de la misma naturaleza y dimensiones en la armada estadounidense, por ejemplo, necesita una tripulación que triplica la española.
El buque cuenta con una pista de vuelo que finaliza con una rampa de 12º, y embarca Helicópteros NH-90, Helicópteros Boeing CH-47 Chinook y Aviones tipo AV-8B Harrier II Plus. Para desplazar los aparatos dispone de dos elevadores de gran tamaño. El L-61, afortunadamente, aún no ha tenido que realizar operaciones reales de combate, aunque si ha desarrollado una intensa actividad en maniobras, lo que permite confiar en su plena capacidad para afrontar las situaciones de tensión o bélicas para las que el moderno prototipo fue diseñado.
Este gigante del mar es reconocido en el ámbito internacional. En las principales armadas del mundo hay un número reducido de unidades de estas características, con tal nivel de sofisticación tecnológica y capacidad operativa. Los miembros de su tripulación se muestran orgullosos de formar parte de la misma y desarrollar su trabajo en la vanguardia de la Marina.
Llegado a Huelva el viernes por la mañana, ha estado atracado en el muelle Sur, y aún puede visitarse hasta las 13.00 -desde las 10:00- horas de hoy domingo. Por razones de organización y seguridad se ha establecido que las visitas solo se puedan hacer accediendo en autobuses que parten de la parada de Damas del Paseo de la Ría, siendo el primer autobús de hoy domingo a las 9:30 horas y el último a las 12:10 horas.
Durante este tiempo que ha permanecido en Huelva, recibió la visita de la prensa el viernes. También la de las principales autoridades civiles y militares de la provincia y, fundamentalmente, la de una parte importante de la población que no ha querido perderse una ocasión histórica.