Mari Paz Díaz. Como se ha puesto de manifiesto en numerosos estudios, el pasado romano de Huelva es muy conocido por la importancia que adquirió la provincia onubense en esta época, especialmente gracias a su riqueza de minerales, como el cobre o la plata. Durante su estancia en la provincia onubense, los romanos fundaron varias ciudades, al tiempo que otras urbes alcanzaron un tremendo desarrollo en esta etapa. Es el caso de Onoba (Huelva capital), Ilipla (Niebla), Arucci (Aroche) o Tucci (Tejada la Vieja), entre otras. Son lugares que guardan una rica historia y que, en muchos casos, conservan restos arqueológicos de enorme interés para los investigadores y turistas. Sin embargo, frente a estos casos más conocidos, de otras ciudades onubenses que alcanzaron una gran importancia en la época romana sabemos muy poco, siendo bastante desconocidas por lo general. Es el caso de Ostur, cuya ubicación exacta y características siempre han sido de las cuestiones más debatidas entre estudiosos e historiadores.
Un tema que ahora parece dilucidarse a raíz de la investigación que ha llevado a cabo en el marco de la Universidad de Huelva el historiador onubense Santiago Robles Esparcina. Nacido en Huelva hace 31 años, Santiago Robles comenzó la Licenciatura en Historia en el curso académico 2004/2005 y, desde el primer momento, empezó a colaborar con el Grupo de Investigación de Arqueología, tanto con trabajos de laboratorio como acudiendo a sus primeras excavaciones. Por este motivo, no fue nada extraño que años después se incorporara como investigador pre-doctoral al Grupo ‘Vrbanitas. Arqueología y Patrimonio’, dirigido por los Drs. Juan M. Campos Carrasco y Javier Bermejo Meléndez.
A lo largo de estos años de estudio, además, pudo disfrutar de varias experiencias muy llamativas, como sucedió cuando realizó el curso 2007/2008 en la Università degli Studi della Tuscia (Viterbo, Italia) gracias a una beca Erasmus. Una experiencia vital, puesto que, a partir de entonces, tuvo claro que quería estudiar arqueología romana. Así que, tras volver a España continuó con sus estudios en Historia y, al acabar la Licenciatura, en el año 2010, comenzó el Máster Interuniversitario en Arqueología y Patrimonio: Ciencia y Profesión.
Un posgrado que finalizó con un Trabajo Fin de Máster (TFM) sobre ‘La ciudad hispanorromana de Ostur’, con el que tuvo la oportunidad de realizar su primer estudio individualizado sobre este mítico enclave onubense, donde ampliaba los trabajos que se desarrollaron bajo la dirección de Juan Manuel Campos en la década de los noventa, donde se sentaban las bases del que ha venido a llamarse yacimiento de Mesa del Castillo.
Una experiencia investigadora tras la que obtuvo una beca de Formación de Profesorado Universitario (FPU) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, con la que se incorporó al grupo de investigación ‘Vrbanitas’ para iniciar su tesis doctoral, con la que pretendía completar el TFM. Un trabajo de enorme interés, dado que, como explica el propio Santiago, «este estudio de Ostur venía a completar el panorama general de las civitates de la Tierra Llana onubense y tocaba centrar la atención en los entornos inmediatos a los núcleos urbanos del entorno de época romana, en particular a los entornos agrícolas. Ya que, en ellos, se realizan la mayoría de las actividades cotidianas que dan sentido a la ciudad y, a su vez, se centran y focalizan en la vida urbana».
Bajo el título de ‘La estructuración territorial de época romana en la Tierra Llana Onubense. Civitates et Territoria‘, en esta tesis doctoral se tiene en cuenta que «la sociedad romana, a pesar del fuerte componente urbano que tiene, es eminentemente agrícola: la mayor parte de los procesos históricos y cambios administrativos de gran nivel que ocurren en la historia de Roma tienen detrás el conflicto por la tenencia de la tierra; ocurre así con las reformas administrativas de los Graco, los cambios que C. Mario introduce en el ejército o los repartos de tierras a los veteranos que se realizan a partir de entonces. En última instancia, estos cambios serán fundamentales para entender el paso de la República al Principado», concreta su autor, que, por este motivo, considera que «es necesario que la investigación arqueológica gire la vista hacia las zonas rurales». Una tesis de enorme interés histórico, por tanto, que se enmarca dentro de las líneas de investigación de Vrbanitas y que hemos querido conocer con más detalle a través de esta entrevista que realizamos a Santiago Robles.
-Santiago, tu tesis se centra en la ciudad hispanorromana de Ostur. Pero, ¿cuál ha sido el principal objeto de investigación de la misma?
-En mi tesis, he centrado la atención en el análisis de la estructuración del territorio de la Tierra Llana onubense durante la época romana. Aunque era imprescindible recoger los resultados de las investigaciones que se producen en los distintos núcleos urbanos de este territorio, el foco de mi trabajo ha estado fijado sobre las diferentes áreas rurales, tanto las litorales como las de campiña. Se trataba de procurar establecer áreas de explotación de los recursos, la relación que se establecen entre las distintas instalaciones rurales y, entre éstas, y las ciudades. Además, intentamos realizar una aproximación al estudio de las formas de tenencia de la tierra, así como los límites que se establecerían entre las áreas de influencia de los diferentes núcleos urbanos.
Todo ello unido al componente temporal, ya que toda investigación arqueológica tiene que contribuir a la construcción de un discurso histórico. De tal manera que esas relaciones que se observan en el mundo rural y de éste con el ámbito urbano, hemos procurado observarla a lo largo de la época romana. Tendemos a identificar los diferentes periodos de tiempo como compartimentos estancos y uniformes. Sin embargo, el estudio arqueológico aporta esa interesante perspectiva diacrónica, de ahí que, el estudio arqueológico del territorio determina los profundos cambios que se producen durante toda la etapa romana y cómo evolucionan las relaciones sociales, la tenencia de la tierra, las formas de explotación de los recursos durante la época romana.
-¿Cuáles son las principales conclusiones de la investigación? ¿Qué revelaciones se han realizado a través de esta tesis?
-La articulación territorial de época romana en la Tierra Llana es muy compleja. Ya que las estructuras administrativas, económicas y sociales de Roma se van a adaptar al importante sustrato cultural del Suroeste peninsular anterior a la propia Roma. El principal trabajo ha sido entender esta complejidad, establecer sus características, comprender cómo se realiza la evolución en el tiempo, establecer de qué forma participa en los cambios que se producen en Roma y cómo las formas de ocupación se proyectan en el tiempo. Siendo así, las principales hipótesis con las que se concluye este trabajo son, por un lado, la delimitación de las áreas de influencia de los diferentes núcleos de población de la Tierra Llana y el establecimiento de una ordenación territorial interna y propia de cada una de estas áreas. En cualquier caso, se tratan de hipótesis de trabajo, que hemos planteado en nuestro análisis a partir de las evidencias documentadas, pero que deben ser desarrolladas en futuros proyectos de investigación sobre el mundo rural romano.
-¿Cómo se delimitaba Huelva en esta época?
-Resulta muy difícil precisar con claridad los límites de Onoba Aestuaria durante época romana, ya que estos variarían con el tiempo y, sobre todo, porque las fuentes grecolatinas respecto al Suroeste bético son muy parcas. No obstante, existen una serie de indicios que pueden ayudarnos a establecer una delimitación aproximada del territorio que se adscribiría a la colonia onobensis. Tal sería el caso del curso del Candón, que habría actuado como límite tradicional entre los territorios bajo la administración directa de Niebla y Huelva, desde época anterior a la musulmana, a la que alude la documentación bajomedieval. De tal manera que podríamos establecer que el área agrícola dependiente de la ciudad se extendería por las campiñas situadas al Norte del núcleo urbano, hacia San Juan del Puerto y Trigueros, dónde se han documentado numerosos yacimientos de época romana, -destacando aquéllos que presenta elementos con cronologías de las primeras décadas del Imperio-, en dirección hacia el cauce del Candón. Igualmente, habría que incluir también un importantísimo distrito portuario, en el estuario del Tinto y del Odiel. Su desarrollo hunde sus raíces en las culturas de carácter helenístico previas a la llegada de Roma, se organiza bajo la administración centralizada por Roma en el puerto onubense y se mantiene en el tiempo, una vez que el puerto y el núcleo urbano de la Huelva romana pierden su importancia como núcleo central del territorio.
-¿Qué peculiaridades tenía?
-El entorno de la Tierra Llana y, en concreto el caso del ámbito más inmediato a Huelva, se caracterizan por la presencia constante del elemento urbano, una fuerte tradición histórica desde la Prehistoria y la constante explotación de sus recursos naturales. Respecto a la estructuración territorial en época romana, mantiene estos rasgos principales, pero potenciando, aclimatando o modificando completamente aquéllos que le resultan de mayor interés. Si nos fijamos en las huellas de los parcelarios, observaremos, por ejemplo, como al Norte de la ciudad de Huelva se desarrolla siguiendo un esquema radial propio de las ciudades helénicas y de una tradición cultural anterior a la de Roma. Sin embargo, sobre este entramado se superpone uno que se acerca mucho a los cánones establecidos por los agrimensores romanos y en el que se insertan los yacimientos de estos momentos. Este registro nos habla sobre un cambio en la forma de organización, explotación y, con toda probabilidad, de tenencia de la tierra.
-¿Ha dejado huella en la actualidad?
-Buena parte de la estructuración romana de la Tierra Llana se ha mantenido a lo largo de los siglos posteriores. Los ejes de comunicación continuaron siendo los mismos y el papel de los núcleos de población siguió siendo el mismo, aunque basculando de Onoba a Ilipla a partir del Bajo Imperio y durante la Edad Media y buena parte de la Edad Moderna. Ello ha permitido la conservación de parte del trazado parcelario, usos de los suelos, vías de comunicación, etcétera. Es lo que la historiografía francesa llamó la «resiliencia de los parcelarios en el paisaje», es decir, su capacidad para ir modificándose con el tiempo y adaptarse a nuevas necesidades y circunstancias históricas.
-¿Cuáles son los principales enclaves onubenses en este ámbito?
-Depende del momento de la época romana al que nos estemos refiriendo. Así, el núcleo urbano de Onoba, además de los de Ilipla, Ituci y Ostur, destacan a lo largo de todo el periodo. De tal manera que quizás podríamos decir, más bien, que cuando las estructuras urbanas comiencen a perder importancia, el refugio de la cultura romana, a partir del Bajo Imperio, estará en los entornos rurales, tanto las cetariae del litoral como las villae agrícolas, que comenzarán a mirar a Ilipla como nuevo centro articulador del territorio. Un papel que será heredado en época hispanomusulmana.
-¿De qué forma se pueden poner en valor todas estas revelaciones?
-No resulta sencillo, desde el punto de vista material realizar la puesta en valor de un territorio tan amplio, quizás sería adecuado bajo la fórmula de una ruta por los paisajes de Roma en la Tierra Llana. Más bien creo que sería importante que tomásemos conciencia de la existencia de un paisaje que refleja el paso del tiempo, en el que se insertan los núcleos de población más importantes y el resto de formas de poblamiento de ese territorio. Por lo tanto, opino que la mejor puesta en valor es la concienciación ciudadana y el compromiso, por parte de investigadores y de la administración, de realizar una verdadera transmisión del conocimiento científico a la sociedad.
-Todo ello se muestra en tu tesis doctoral, presentada en la Facultad de Humanidades de la Onubense el pasado mes de julio. ¿Quiénes formaron parte del tribunal?
-La Dra. Nuria de la O Vidal Teruel, de la Universidad de Huelva; el Dr. Virgilio Lopes, del Campo Arqueológico de Mértola; y el Dr. Julián González Fernández, de la Universidad de Sevilla.
-El tribunal valoró el trabajo con un Sobresaliente Cum Laude por unanimidad, obteniendo la mención internacional al haber realizado una estancia de investigación en la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma (CSIC). ¿Cuáles fueron los puntos más valorados?
-En general, los miembros del tribunal realizaron comentarios y aportaciones muy interesantes de cara a otorgar continuidad a las líneas de trabajo que se señalaban al final de la tesis. Por ejemplo, la Dr. Vidal recomendó otorgar continuidad a los estudios sobre el territorio y el poblamiento rural, enfatizando en los aportes realizados por los autores franceses. El Dr. Lopes manifestó el interés del trabajo sobre el territorio y la comparación con los ámbitos lusitanos. Mientras que el Dr. González realizó interesantes aportes sobre la cuestión de las fuentes epigráficas de las que es especialista.
-¿Tienes previsto publicarla o continuarla?
-Una tesis es necesariamente un trabajo inacabado, porque siempre se plantean nuevas cuestiones e hipótesis de trabajo. Por lo tanto, tengo previsto algunos trabajos concretos sobre determinados aspectos que ya he trabajado en mi tesis, procurando dar continuidad a esas líneas de trabajo que señalaba.
-¿Algún otro proyecto de cara al futuro?
–A nivel científico, me encantaría seguir con los trabajos de investigación, aunque la situación laboral, tanto en el sector público como en el privado, no es precisamente la mejor. Pero sí es cierto que me encantaría centrar mis esfuerzos en el trasvase de conocimiento a la sociedad, aunque se dan muchos pasos en este sentido, sigue siendo la asignatura pendiente de la investigación.
-¿Qué estás haciendo en la actualidad? ¿Estás trabajando en ello?
–Actualmente, me encuentro en paro. De hecho, la última parte de mi investigación la he realizado en esta situación, y sólo gracias al apoyo de mi familia y mi pareja, para quienes no tengo palabras de agradecimiento, he podido concluirla. En esta situación laboral y de cara al futuro, la opción más factible es la docencia, que me encanta cada día más.
-Con tu experiencia, ¿qué le dirías a los jóvenes investigadores onubenses?
-Lejos de visiones románticas, la investigación científica es un desempeño duro, largo y arduo. No es fácil llegar y menos completarla. Se van a encontrar, en muchos casos, con la completa incomprensión social y, en el peor escenario, desamparados por la administración pública. Es un camino lleno de sacrificios. A pesar de todo, resulta tremendamente satisfactorio completar etapas en la investigación, ver sus resultados y, sobre todo, romper la barrera con la sociedad.