Paula Crespo. Juan Francisco Feal (Ferrol, 1954) es una de esas personas que no entienden la vida sin disfrutarla y vivirla intensamente. La suya, sin duda digna de algo más grande que estas líneas, ha estado marcada por sus tres pasiones: su familia, el deporte y la Armada Española, que le ha brindado experiencias impagables en momentos históricos señalados y en sitios muy dispares de la geografía mundial.
Huelva ha sido sin duda la guinda al pastel de la carrera excepcionalmente brillante que se ha labrado en Defensa y Seguridad el coronel de Infantería Marina Juan Fracisco Feal a lo largo de 45 años, en los que, entre otros hitos, ha participado en misiones de la ONU desactivando guerrillas en Centroamérica; ha vivido de primera mano el intento de golpe de estado del 23F y ha sido consejero de Defensa del embajador de España en Bruselas: “he tenido una vida muy cambiante. Esta va a ser mi mudanza número 25”, reconoce, “pero he tenido la suerte de que mi mujer y mis hijos han puesto mucho de su parte y me han acompañado siempre. Creo que sobre todo a mis dos hijos les ha servido estar de un lado para otro para desarrollar sus carreras, pero ¡qué importante es la familia!”.
Todo ello lo cuenta con una sonrisa en la boca y con el semblante y la convicción de alguien que deja su carrera militar “agradecido” y con “la satisfacción del trabajo bien hecho”, de alguien que ha servido a su país y que en su última etapa ha acercado las Fuerzas Armadas a los ciudadanos de Huelva: “no se conocían las subdelegaciones y creo que hemos conseguido que la gente se identifique con las Fuerzas Armadas, que sepa lo que hacemos”.
Entre medias de todo ello, Juan Francisco Feal ha tenido tiempo de estudiar Educación Física, ser especialista en automovilismo y vehículos anfibios, es entrenador de atletismo, también de judo y defensa personal y campeón de España en carreras de orientación: “mi vida era el deporte”, admite el autor de dos libros uno en teoría de la Educación Física y otro sobre alimentación en el deporte.
Feal es el primogénito de seis hermanos -José, Javier, Pilar, Reyes y Alejandro- que tuvieron los gallegos Juan (marino, como su abuelo) y María del Pilar y vivió en Ferrol hasta que ingresó en la Escuela Naval. En el tercer año de carrera estuvo 9 meses embarcado en El Juan Sebastián ElCano en el que completó lo que se conoce como el ocho del Atlántico. Terminada la carrera y cuando solo tenía 23 años (1977) surgió la posibilidad de ir a hacer un curso con los marines estadounidenses y se presentó a las pruebas. Fue la mejor nota, gracias a que “mi padre fue un gran visionario. En los años 60 había un nativo que tenía una especie de academia de inglés y daba clases. Nos apuntó a mi hermano y a mí porque creía que era importante y eso me dio la oportunidad de llegar a la Escuela Naval con muy buen nivel”, asegura.
Y continúa: “así que con otro compañero nos fuimos en diciembre a Virginia, donde los marines nos dieron auténticas palizas. Hacía un frío terrible y había mucha nieve, así que nos dieron lo que ellos llaman Mickey mouse boots (botas). Hicimos rappel desde helicópteros, aprendimos a disparar con todo tipo de armas y nos hicieron exámenes en inglés”.
De Estados Unidos a Cartagena y de ahí a Cádiz, mandando una compañía de intervención rápida durante el 23F (1981). Tenía entonces muchas ofertas profesionales, pero se decantó por un curso de Estado Mayor que le permitió participar en la primera misión de la ONU en Centroamérica, concretamente en Nicaragua, donde Violeta Chamorro había sido elegida presidenta en 1990 y había que desarmar un frente en la selva de la Mosquitia: “allí vi un hospital de campaña, el horror de la guerra, la metralla y la pobreza, gente muy rica que explota miserablemente”, explica.
Después, tras otro curso de Estado Mayor, se convirtió en el segundo jefe de batallón de desembarco y se fue de maniobras a Italia. De ahí a Nueva York, a un puesto de las Naciones Unidas y un año después, regresó a casa, a Ferrol, a mandar un batallón, andes de recalar en Madrid, en la Dirección General de Política de Defensa.
Era el preludio a los cuatro años que pasó después en Bruselas como consejero de Defensa del embajador de España en la capital belga: “otra experiencia única, que me sirvió para aprender más en lo que a temas de seguridad y defensa se refiere. Me dio la oportunidad de tener una visión general de la Unión Europea y sus entresijos. Además, justo entonces se creaba el Estado Mayor de Defensa de la UE para las misiones internacionales. Fue un periodo precioso y muy enriquecedor”, explica el ex subdelegado de Defensa en Huelva.
Desde Bélgica Feal volvió a Madrid y aceptó el mando del tercio en Ferrol, por un período de dos años y medio: “era otra oportunidad interesante porque creo que he nacido para liderar, además significaba volver a casa y poder estar con mi padre en sus últimos años de vida. Además a Ferrol hay que volver al menos una vez al año a tomar las aguas y renovar el acento”.
Aún en 2008 haría una nueva maleta internacional con destino a Brasil, antes de recalar finalmente en Huelva. En Brasilia estuvo hasta 2011 como agregado de Defensa, Terrestre, Naval y Aéreo del embajador de España en Brasil.
Feal reconoce que “nunca había estado en Huelva. Había estado embarcado, pero no había pisado tierra y encima me hablaron mal, de la ciudad, los mosquitos… así que vine llorando porque no sabía lo que me iba a encontrar. A todas esas personas les digo hoy que esto es una maravilla y que yo soy el primer embajador de Huelva, soy choquero. Huelva tiene una calidad de vida incomparable y no es fea. Si Huelva y provincia son maravillosas, más lo es su gente. Después de seis años estupendos aquí, se me llena la boca hablando de esta tierra. La gente de Huelva es impresionante. A mí me ha dejado alucinado. La gente es amable, encantadora y con una predisposición y una calidad humana increíble. Huelva lo tiene todo”.
Para Juan Francisco, Huelva es una tierra por descubrir, de la que se marcha con un pellizco en el corazón por los amigos que ha hecho y por El Rocío: “La imagen que se tiene fuera de El Rocío es muy distinta de la que yo he vivido. Hay que estar allí para saber realmente lo que es ver cómo apagan la luz y en el silencio solo se escucha cantar la salve. Hay que ir a la iglesia… el cante y el baile están muy bien, pero El Rocío es mucho más. Aún se me ponen los pelos de punta al recordarlo”.
Tras sus seis años en nuestra tierra se va, habiendo celebrado el primer encuentro de subdelegados de Defensa en Huelva y especialmente “agradecido con la gente de Huelva y las instituciones, con las que ha habido muy buena sintonía” y contento “creo que hemos hecho un buen trabajo, cuando llegué no se conocían las subdelegaciones y ahora la gente reconoce nuestro trabajo. Nos lo ha demostrado en los eventos que hemos celebrado en el Gran Teatro e incluso por la calle. No puedo estar más contento”.
Cuando se le pregunta, ¿y ahora qué? Juan Francisco Feal contesta con la misma cara de ilusión y la ambición de quien acaba de empezar en algo: “tengo muchas cosas que hacer, me falta aprender a patinar, quiero leer y hacer el camino de Santiago, recuperar el diario que escribí en la misión de Centroamérica y publicarlo en forma de diario o incluso novelarlo; quiero aprender a tocar la guitarra, de joven fui Dj y cantante de un grupo, pero no sé tocas la guitarra. Y por supuesto quiero seguir viajando por placer, que es otra de mis grandes pasiones”, asegura.
Y se despide de nuestra tierra pensando ya en volver: “Voy a estar cerquita, en Jerez, así que a Huelva vendré a menudo. Ya soy ya un onubense de adopción más”.