Rosa Mora. La vocación debería ser un elemento imprescindible para el desarrollo de cualquier profesión. Una motivación intrínseca que se convierte en determinante para aquellos que deciden orientar su trayectoria académica y profesional hacia la carrera científica. Y es ese el caso de la investigadora onubense Cristina Mesa Núñez. A los 16 años de edad, esta profesional natural de Almonte ya tenía muy clara sus inquietudes. Comenzó entonces a decantarse por un camino no exento de dificultades que le está llevando, sin embargo, a cumplir poco a poco sus sueños.
Licenciada en Biotecnología por la Universidad Pablo de Olavide con Máster en Biología y Clínica del Cáncer por la Universidad de Salamanca y estudiante predoctoral en la Universidad Autónoma de Madrid, Cristina Mesa se encuentra en la actualidad en el ecuador de la tesis doctoral que realiza en el Ciemat, Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas con sede en Madrid. Como parte importante para el desarrollo de este trabajo de investigación, la biotecnóloga onubense reside desde el mes de abril en la ciudad estadounidense de Los Ángeles donde está realizando una estancia doctoral. Antes de su regreso a España [que tendrá lugar en unas semanas], Huelva Buenas Noticias ha entrevistado a esta investigadora con el fin de conocer al detalle el trabajo que está desarrollando.
– ¿En qué momento decidiste que querías cursar los estudios de Biotecnología?
– Decidí que quería estudiar biotecnología en 4 de la ESO. Siempre tuve claro que estudiaría alguna carrera de ciencias, pero fue en ese momento, cuando nos empezaron a hablar de la genética cuando lo decidí, gracias a mi profesor José María García, que me habló de la carrera, y a día de hoy estoy muy contenta, tanto que volvería a tomar la misma decisión. Desde luego que no tiene nada que ver con ninguna tradición familiar ya que mi padre es licenciado en Derecho y mi madre Trabajadora Social, no podemos ser más distintos.
– Y el dedicarse a la investigación, ¿Lo tuvo siempre claro?
– Lo de la investigación viene un poco con la carrera, creo que es una de las principales salidas profesionales. Cuando empecé tenía claro que quería trabajar en un laboratorio, pero supongo que no sabía qué es lo que implicaba o qué función me correspondería hacer. Ya una vez dentro son los profesores los que te pueden orientar. Te cuentan sus experiencias, te dejan dar prácticas en sus laboratorios y de alguna manera te puedes hacer una idea de qué es lo que significa ser investigador. También es verdad que la mayoría de mis profesores son investigadores y dirigen o trabajan en grupos de investigación por lo que la visión que te muestran está relacionada con eso. Creo que lo que más me gusta de la investigación es que es dinámica, te haces preguntas constantemente y buscas la manera de responderlas.
– En estos momentos se encuentra realizado su tesis doctoral en Madrid ¿Sobre qué versa la misma y en qué punto se encuentra?
– Comencé la tesis hace unos 3 años, cuando me mudé a Madrid, por lo que ya he pasado el ecuador de la misma. En el laboratorio donde la estoy realizando, en el Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas), se trabaja en Terapias Innovadoras en el Sistema Hematopoyético, focalizándose en el desarrollo de terapia génica como tratamiento de enfermedades raras relacionadas con este sistema. En concreto, mi tesis está centrada en los estudios preclínicos de un vector lentiviral para el tratamiento de la deficiencia de adhesión leucocitaria tipo I (LAD-I, del inglés Leukocyte Adhesion Deficiency Type I). Se trata de una enfermedad de baja prevalencia (1:1000000) que afecta al sistema inmune, especialmente a los neutrófilos, encargados de la primera línea de defensa del organismo frente a infecciones. Las personas que la padecen son incapaces de responder a este tipo de ataque y en los casos más graves mueren antes de los dos años de edad. Esta incapacidad se debe a la deficiencia de una proteína, CD18, en la que se ha centrado todo nuestro trabajo. La idea es tratar de administrar esta proteína a través de vectores virales, es decir, virus modificados, no patogénico, que se utilizan únicamente como vehículos para introducir ADN exógeno en el interior de las células. En este caso, lo usaríamos para aportar a las células de los pacientes el gen que codifica para la proteína CD18 y de este modo corregir el defecto.
– Actualmente realiza una estancia en Los Ángeles, ¿Qué le llevó a solicitarla?
– La estancia es una parte importante para el desarrollo de la tesis. Es una opción, por supuesto puedes elegir no realizarla, pero a mi me parece una gran experiencia para aprender técnicas nuevas, cómo se trabaja en otros laboratorios, conocer a otros profesionales del campo, mejorar el idioma y muchas ventajas que creo que aporta no sólo en el ámbito profesional, sino también en el personal. Venir en concreto a Los Ángeles fue una propuesta de mis directores de tesis, los Dres. Elena Almarza y Juan Bueren, ya que en el laboratorio en el que estoy trabajado tienen mucha experiencia en el desarrollo de ensayos clínicos de terapia génica relacionados con otras enfermedades del sistema hematopoyético, lo que ha supuesto una gran oportunidad para el desarrollo de mi trabajo.
– ¿Se encuentra a gusto en el laboratorio? ¿Es similar la forma de trabajar en EEUU a la de España?
– En el laboratorio me acogieron muy bien desde el primer día y me ayudaron en todo el proceso de solicitud de la visa y toda la documentación que tuve que completar. La forma de trabajo me parece bastante similar al modo que tenemos allí en España, al menos en el laboratorio en el que estoy en Madrid. Ambos son grupos grandes y la organización es parecida. La verdad es que estoy muy contenta, he aprendido muchísimo, de grandes profesionales, y estoy a gusto en este sitio.
– ¿Cómo es su día a día?
– Pues suelo entrar temprano a trabajar, aquí el ritmo es un poco distinto, porque amanece antes. Los jueves por la mañana tenemos reuniones de trabajo o seminarios, pero el resto de días me organizo la mañana en función de la cantidad de trabajo que tenga. Al horario de la comida aún no he terminado de adaptarme: hay días que almuerzo a las 12.00 horas con algunas compañeras y otros que los hago a las 15.00 horas. Por las tardes cuando acabo suelo quedar con algunos amigos y visitar alguna zona de Los Ángeles. Creo que el principal problema aquí está en llegar a los sitios, al ser una ciudad tan grande se tarda muchísimo.
– ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de su vida en Los Ángeles?
– Lo que más me ha impresionado es que es una ciudad enorme, nunca había estado en una así. Las distancias son grandes y al principio es un poco complicado moverse por la ciudad, pero la gente es muy amable y es fácil conseguir ayuda. Esto también tiene sus ventajas y es que hay muchísimas actividades en cualquier parte de la misma. Es difícil no tener planes. Quizás entre los más curiosos está el ir a ver una película en el cementerio de Hollywood, la verdad es que fue una experiencia muy atípica, pero nos lo pasamos bien. La zona de Santa Mónica es de las que más me ha gustado: el clima, el ambiente y la playa, que de alguna manera me recuerda a mi tierra. Además, aunque las distancias sean grandes, el estar en Los Ángeles me ha permitido conocer muchas otros lugares: San Francisco, Santa Bárbara, Yosemite Park, Las Vegas, El Gran Cañón y Joshua Tree Park.
– ¿Qué balance hace por el momento de sus experiencia en EEUU?
– Sin duda un balance totalmente positivo. En esta estancia he aprendido muchísimas cosas en el terreno profesional, como ya le decía, he tenido la suerte de trabajar con grandes profesionales; pero también en el campo personal. Por supuesto me ha servido para mejorar el idioma, pero también para ganar autonomía, creo que llegar a un sitio sola te hace crecer y valorar lo que tienes. Además he tenido la oportunidad de viajar, ver lugares que nunca pensé que podría visitar y conocer a gente nueva.
– ¿Cuáles son sus aspiraciones?
– Pues sin duda a corto plazo acabar la tesis y a largo plazo aún no lo he decidido. Puede que realizar un postdoctoral en el extranjero, creo que es un buena opción, pero no descarto ninguna.
– Alguien que se quiera dedicar a la carreta científica, ¿Le animaría?
– ¡Por supuesto que sí! A mí me encanta mi trabajo y sin duda volvería a escoger la misma carrera. Actualmente la situación en lo referente a investigación está complicada, pero creo que si es lo que quieres, de alguna manera terminas encontrando la forma de conseguirlo.
– Muchas gracias y mucha suerte.