Redacción. Cartaya hizo realidad en la tarde de ayer un sueño, el de un grupo de personas que después de muchos años de fe y de esfuerzo, vieron, con lágrimas en los ojos, como un pueblo entero salía a la calle para acompañar, desde una honda y profunda emoción, a la nueva Hermandad filial del Rocío, en la salida de su primer camino como tal hacia la aldea almonteña. También para recibir con la mirada nublada a esa esperada y trabajada carreta, que tantas veces tantos rocieros cartayeros habían soñado y que por primera vez vieron aparecer ayer por la Plaza Redonda ya hecha realidad. De ahí que la acogieran con lágrimas en los ojos y un aplauso intenso, de esos en los que están los que están e incluso los que un día estuvieron luchando por conseguirlo. Para ellos tuvo palabras muy emotivas la presidenta de la Hermandad, Consolación Palacios, y el cura párroco de la localidad, Manuel Domínguez Lepe, cuando sobre las cinco y media bendijo la nueva carreta que dijo “llevará la fe y la devoción de un pueblo entero ante la Virgen”.
Y a esas primeras lágrimas le siguieron las del “nuevo” carretero de la flamante hermandad filial, el mismo que año tras año llegaba a Cartaya tal día como el de ayer conduciendo la carreta y el Simpecado de Isla Cristina, y que ayer rompió a llorar como un niño cuando por primera vez recibía el encargo, esta vez de la hermana mayor de la hermandad cartayera, cargo que en el día de ayer ocupaba su esposa y que, con la voz entrecortada le pedía desde el alma: ¡Cariño, llévala por primera vez ante la Blanca Paloma!
Y así arrancó una tarde de emociones que los rocieros cartayeros fueron trasladando a distintos puntos del municipio y que hicieron de la jornada una auténtica tarde festiva en la localidad. Desde la Plaza Redonda, hasta la barriada de La Parada, junto al monolito honor a la Virgen del Rocío, donde, arropados por numerosos cartayeros, esperaron a las hermandades de Isla Cristina, y de Ayamonte, la hermandad madrina que siempre le dio cobijo a los rocieros cartayeros para hacer el camino. Y precisamente “porque siempre nos han acogido con los brazos abiertos”, la hermandad cartayera quiso hacerles un pequeño reconocimiento de la mano del grupo local ‘Entre pinos y marismas’ que le dedicó unas sevillanas a toda la comitiva rociera.
Y de la mano, con una imagen histórica, caminaron las tres hermandades y sus tres simpecados desde La Parada hasta la Plaza Redonda, donde fueron recibidos por todo lo alto con pétalos, aplausos, vítores y una salve de cohetes, porque, como el propio alcalde destacó a las puertas del Ayuntamiento, “Cartaya se ha echado a la calle para trasladaros a todos los rocieros cartayeros y de los pueblos vecinos, todo su cariño y sus mejores deseos para el camino que ahora iniciáis”. La Parroquia del Apóstol San Pedro fue la primera parada de los tres simpecados, de las tres hermandades, momento que decenas de móviles intentaban inmortalizar, conocedores sus propietarios de la trascendencia histórica del momento.
Llegarían luego la ofrenda a la Patrona de Cartaya, Ntra. Sra. del Rosario, y el desfile por la Plaza Redonda hasta la fachada engalanada del Edificio Consistorial, donde tendría lugar el acto institucional de despedida, y donde esperaban a las hermandades, sus juntas directivas y a todos los rocieros cartayeros, ayamontinos e Isleños una amplia representación de la Corporación Municipal, con el alcalde, Juan Miguel Polo, y su Equipo de Gobierno, a la cabeza.
La interpretación que de la Salve Rociera realizó la Banda del Ateneo Musical cartayero arrancó el aplauso unánime del numeroso público que se dio cita en la Plaza Redonda, y puso el broche de oro a la celebración en la Plaza Redonda, una celebración que en este punto que dejó imágenes históricas, con las tres hermandades de la costa occidental de Huelva caminando de la mano hacia la Blanca Paloma.
Cerró la intensa tarde de emociones la ofrenda que la Hermandad de San Isidro realizó a los tres simpecados, en el monumento de San Isidro, en un lugar emblemático para los romeros cartayeros, en la rotonda de salida de la barriada de La Pila. Desde allí las tres hermandades partieron ya en dirección a la aldea almonteña.
La hermandad isleña pernoctó en los terrenos situados en el Complejo Deportivo de la localidad, y las de Ayamonte y Cartaya, que este año camina con su hermandad madrina por última vez, lo hicieron en la Pradera de San Isidro, después de que durante toda la jornada los operarios municipales se encargaran de acondicionar el que durante este fin de semana ha sido el escenario de la romería de la localidad, y que ha sido también escenario del primer rosario del camino de la hermandad filial cartayera.
Se cerró así un día que quedará para la historia como el día en el que Cartaya empezó “a caminar sola hacia la Virgen del Rocío, llevando en su carreta la fe y la devoción de todo un pueblo”.