Enrique Nielsen y Jesús Copeiro / Autores de “El misterio de William Martin”. El mundo llevaba tres largos años sumido en plena guerra cuando el 8 de noviembre de 1942 los aliados decidieron dar un paso adelante iniciando la Operación Torch. Seiscientos buques desembarcaron 70.000 soldados angloamericanos en Safi, Casablanca, Orán y Argel. El objetivo era expulsar del norte de África a las tropas alemanas del mariscal Rommel, el zorro del desierto. Como consecuencia de este desembarco se celebró en enero de 1943 la Conferencia de Casablanca, a la que asistieron los jefes de estado de las potencias aliadas. En la ciudad marroquí se determinó la necesidad de invadir la isla de Sicilia ese mismo verano para así abrir, nada más y nada menos, que un segundo frente en el sur de Europa. Pero para ello era imprescindible hacer creer a Hitler que la futura invasión se produciría en Grecia.
Los servicios de inteligencia británicos se plantearon dos métodos de engaño. Trasladar documentación falsa a los alemanes a través de un agente doble o llevar a cabo la denominada Operación Mincemeat (Carne Picada). Finalmente, se puso en marcha Carne Picada, una de las estratagemas más ingeniosas utilizadas en la guerra mundial. Hay que destacar en este punto que hasta veinte días antes del comienzo de esta operación el Servicio Secreto Británico se decantaba por el uso de un agente doble. Pero los hechos acaecidos a finales de marzo del 1943 inclinaron la balanza para que Mincemeat fuera la encargada de engañar al mismísimo Hitler.
El plan fue ideado por el comandante Ewen Montagu, de la Inteligencia Naval Británica y consistió en hacer llegar a manos alemanas una cartera con documentos en los que se decía que el desembarco tendría lugar por el Peloponeso, en Grecia, y no por Sicilia. Los ingleses utilizaron un cadáver y le dieron una falsa identidad: William Martin, oficial de los Royal Marines. Le colocaron su uniforme y en un submarino lo trasladaron hasta las costas de Huelva, dejándole en el mar simulando un accidente aéreo. William Martin figuraba como un correo que volaba con importantes documentos desde Inglaterra hasta el cuartel general aliado en Argel.
Aunque España manifestó ser territorio neutral, en realidad propiciaba las maniobras del espionaje alemán. De forma que una vez que el cadáver apareció en las playas de Huelva, las autoridades españolas facilitaron la cartera y los documentos a los alemanes, que cayeron en el engaño. Hitler trasladó tropas de Francia y de Italia a Grecia, cuando en realidad el desembarco se produjo en Sicilia. Ahora bien, ¿por qué Huelva fue elegida como destinataria de esta estratagema? Los británicos sabían que en Huelva operaba un importante, activo e inteligente agente alemán, Adolfo Clauss, que mantenía excelentes relaciones con las autoridades españolas y hacia él fue dirigida la operación de engaño.
El comandante Montagu llevaba preparando la operación desde el mes de enero con todo lujo de detalles. Para hacerle más real, William Martin llevaría en sus bolsillos cartas de su padre, la foto de su novia Pam, dos entradas de un teatro londinense, una carta del banco y los habituales efectos personales: reloj, cigarrillos, llaves, monedas. Los documentos clave para engañar a los alemanes irían en una cartera de mano atada a su cuerpo. Se le colocó una cruz de plata alrededor del cuello y en las muñecas dos pulseras de identidad con las iniciales RM, RC, es decir, Royal Marine y Roman Catholic. ¿Por qué querría Montagu hacerle pasar por católico?
También contaba desde finales de ese mismo mes con el cadáver de un vagabundo para ser usado en el engaño, que había muerto suicidado con un matarratas. Aunque la operación supuestamente fue autorizada en el mes de febrero parece ser que el Comité encargado no estaba del todo convencido. El 15 de marzo de 1943 el jefe de Montagu, el coronel Bevan, viajó a Argel a entrevistarse con su homólogo norteamericano, el general Clarke. Este último le manifestó que era más partidario de utilizar un agente doble para trasladar la falsa información al Alto Mando Alemán. Montagu se disgustó mucho con la opinión del general Clarke y fruto de ello fue el envío al coronel Bevan, el 26 de marzo, de un informe en el que le manifestaba lo siguiente: “Carne picada viajará como pasajero secreto en el Seraph, que dejará la costa noreste el 10 de abril”. “Todos los detalles están atados”. “Lo único que falta son los documentos oficiales”.
Posiblemente las dudas de los superiores de Montagu se fundamentaban en la falta de idoneidad para la operación del cadáver muerto por un matarratas. Pero el 27 de marzo se produjo un desgraciado accidente, el hundimiento del portaviones HMS Dasher al noroeste de Escocia debido a una explosión interna. De los 525 tripulantes, 379 fallecieron y en su mayoría ahogados. Bevan llegó el 28 de marzo a Londres procedente de Argel. Y dos días después de su llegada envió un telegrama a Clarke en el que le transmitía la puesta en marcha de la Operación Mincemeat, ya que resultaba ser una oportunidad única. Montagu contaba ahora con 379 cuerpos frescos y podía elegir el que necesitaba para su plan, el de un auténtico ahogado, el cuerpo perfecto para la operación.
Los acontecimientos se precipitaron y el 31 de Marzo Montagu se reunió con el teniente Jewell en Londres y le ordenó llevar el submarino Seraph, desde la base de Blyth, situada al noreste de Inglaterra, donde se hallaba atracado, a la base de Holy Loch en Escocia y a tan sólo 18 millas de donde se había hundido el Dasher. Todo hace pensar que en un principio, el plan era trasladar el cadáver del mendigo muerto por un raticida a la base de Blyth o a la base de Chatham, justo al lado de Londres, donde bien podría desplazarse el Seraph. Pero al producirse el hundimiento del Dasher, el destino facilitó a Montagu cientos de cadáveres de la Royal Navy, mucho más adecuados que el que poseía desde hacía meses en la cámara frigorífica de una morgue. Todas las miradas se centraron en el estuario del Clyde. Era allí donde estaba el nuevo candidato de Mincemeat y allí tenían que ir: submarino, contenedor y miembros de la Inteligencia.
El día 1 de abril Montagu no se encontraba en Londres porque estaba viajando hacia Escocia. Llamó por teléfono al coronel Bevan para comunicarle la nueva fecha de inicio de la operación. El Comité responsable de las operaciones de engaño aprobó formalmente la operación el 3 de abril. Ya no se podía iniciar la operación el día 10, quedaban preparativos por atar y el retraso era inevitable. De ahí que el Seraph partiera el 19 de abril.
El cadáver del falso oficial fue colocado en un contenedor metálico, con nieve carbónica en su interior para evitar la descomposición y trasladado desde la base de Holy Loch, en Escocia, hasta la costa de Huelva. El HMS Seraph, dirigido por el teniente Norman Jewell, lo depositó en las tranquilas aguas de la playa de La Bota en la madrugada del 30 de abril. Un pescador local, José Antonio Rey María, halló el cuerpo y dio aviso a las autoridades. El levantamiento del cadáver fue realizado por Mariano Pascual del Pobil, juez instructor de Marina, que se hizo cargo de la cartera con los documentos que portaba el mensajero británico. El cuerpo fue trasladado a Punta Umbría a lomos de un burro y allí permaneció el resto del día, custodiado por militares españoles del destacamento de Infantería allí existente. A la mañana siguiente fue llevado a Huelva en la canoa El Rápido y conducido al cementerio de La Soledad, donde el forense don Eduardo Fernández del Torno le practicó la autopsia. Motivo de la muerte: asfixia por sumersión, es decir, ahogado. El entierro tuvo lugar al día siguiente, el domingo 2 de mayo, con honores militares.
Sobre esta autopsia tuvimos la oportunidad hace pocos días de mantener una charla con el médico forense y onubense, Adolfo Salvador Luna, el cual nos manifestó que la versión oficial británica del fósforo no era la hipótesis más adecuada para simular una muerte por sumersión, porque incluso en un análisis macroscópico existe un conjunto de indicadores propios que delatarían la verdadera causa de la muerte como las lesiones hepáticas en caso de ingestión o las respiratorias en caso de inhalación. No cree de ninguna manera que su colega de profesión Eduardo Fernández del Torno confundiera un envenenamiento por fósforo con un ahogamiento. En definitiva, que a estas alturas sólo los ingenuos pueden creer que el MI5 utilizara un muerto por matarratas.
Volviendo a los documentos, Mariano Pascual del Pobil quiso entregar la cartera que portaba William Martin a su amigo Francis Haselden, el vicecónsul británico en Huelva. Pero éste, que conocía la operación de engaño y sabía de la llegada del cadáver, le recomendó que siguiera el cauce oficial y entregara la cartera a su jefe, el comandante de Marina Francisco Elvira. De esta forma daba tiempo a que los alemanes se hicieran con la cartera primero. El comandante de Marina era amigo personal del cónsul alemán, por lo que el hijo del cónsul, Adolfo Clauss, tuvo plenas facilidades para fotografiar los documentos con su cámara Leika de alta precisión.
De hecho el papel que jugó Clauss aquellos días quedó avalado por un conjunto de testimonios de personalidades de la época, entre los que destacan aquellos de origen británico, los cuales manifestaron en su momento que Clauss tuvo acceso a los documentos. Hablamos de Carlos Formby (hijo del que fuera vicecónsul británico en Sevilla), Desmond Bristow (miembro de los servicios secretos británicos del MI6) y Elizabeth Haselden (hija del vicecónsul británico en Huelva). Esta última relató que a raíz de la rendición de Alemania, el consulado alemán en Huelva fue intervenido por funcionarios del gobierno británico, acudiendo el propio Haselden. Al tomar posesión del consulado alemán, su padre encontró fotografías de los mercantes británicos tomadas desde la finca de La Rábida, de los artefactos explosivos utilizados en el sabotaje a los barcos, y fotografías…de los documentos de William Martin que Clauss había realizado. Pero entonces, ¿por qué manifiesta la versión oficial que Clauss no accedió a los documentos?
Pues quizás, porque no se quiera abrir la puerta a la verosimilitud del testimonio de Federico Clauss, hijo de Adolfo. Ya que Federico nos relató que su padre le había confesado que los alemanes se llevaron el cuerpo de William Martin en un submarino a Alemania, para repetir la autopsia con médicos propios. En determinados círculos, una operación de esta magnitud se ha catalogado como imposible y descabellada. Pero a día de hoy, ha quedado demostrado que esta operación de secuestro y posterior traslado del cadáver de William Martin fue del todo posible, ya que un submarino alemán, el U-616, se encontraba cerca de Huelva en los primeros días del mes de mayo de 1943. Submarino que atravesaría luego el Estrecho de Gibraltar para encontrarse, cerca del golfo de Almería, con el U-565, que sería quien finalmente llegara con el mensajero inglés a la base de submarinos alemana en La Spezia (Italia, cerca de Génova), el 12 de mayo de 1943. Ese mismo día fue cuando los médicos alemanes le practicaron una nueva autopsia a William Martin y certificaron que el cadáver pertenecía a un auténtico ahogado. Hitler ya no albergaba duda alguna y ordenó el movimiento de tropas hacia Grecia y Cerdeña para reforzar aquellas posiciones. Por otra parte, todo indica que la operación de secuestro y posterior traslado del cadáver por los alemanes formaba parte también del plan de la Inteligencia Británica. Esa sería la razón por la cual se hizo pasar como católico a William Martin, para que fuera más fácil sacarlo del camposanto onubense, un cementerio municipal de fácil acceso y abierto a la población.
El año próximo se conmemora el 75º Aniversario de la llegada de William Martin a la playa de La Bota, en el municipio de Punta Umbría ¿seguirán sin respuesta tantas preguntas como a día de hoy? Mientras, son muchas las personas y entidades de todo el mundo que peregrinan al cementerio de La Soledad para rendir su particular homenaje a “El hombre que nunca existió”. Las últimas lo hicieron a finales del pasado mes de febrero y procedían del lejano Brasil. Y es que la Fuerza Expedicionaria Brasileña, creada en 1943, formada por 26.000 personas entre hombres y mujeres, participó junto a las fuerzas aliadas en la campaña de Italia. En las bandas dejadas en la tumba se podía leer lo siguiente:»Al Mayor William Martin, un hombre que incluso después de muerto sirvió a su patria y al mundo libre». No cabe la menor duda que esté vacía o no, conozcamos o no la verdadera identidad de este soldado, la tumba del sector de San Marcos, en nuestro cementerio municipal, es todo un monumento reconocido a nivel internacional.