Álvaro de la Monera / Nueva York. Harlem, cuyo nombre proviene de sus primeros colonos holandeses, es un barrio legendario de la capital neoyorkina. Un lugar hecho por su gente que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Porque una comunidad es más que la vivienda, más que un negocio, es su cultura. Y este barrio tiene la suya propia.
Desde 1920 ha contado con un índice de afroamericanos superior al 75 por ciento y, aunque siempre tuvo una de las tasas de criminalidad más altas de los Estados Unidos, en la actualidad se ha convertido en un lugar de moda y turismo. Este profundo cambio se realizó gracias a la ayuda de personajes reconocidos, como el ex presidente Bill Clinton y la estrella de la NBA, Magic Johnson, que consiguieron atraer a inversores convenciéndolos de su enorme potencial. McDonalds y Starbucks fueron los primeros en llegar hasta sus límites geográficos con el distrito del Bronx. Más tarde, las grandes tiendas, los teatros y los restaurantes de diseño. Hoy día, su principal bulevar es el tercero más concurrido de toda la ciudad.
Si queremos entender por qué se trata de un lugar de referencia, tenemos que prestar atención a la cantidad de razones que avalan dicha fama. Se trata de un punto clave en el origen y desarrollo del movimiento jazzístico. Los míticos escenarios del Cotton Club o el Savoy albergaron las carreras de gigantes del género como Duke Ellington, Count Basic, Aretha Franklin o Ella Fitzgerald. En la actualidad, el Museo de Jazz del distrito, continúa ofreciendo homenajes periódicos a estos grandes artistas.
El Teatro Apollo es un testimonio vivo del patrimonio musical del “renacimiento de Harlem”, un movimiento artístico de principios del siglo pasado en el que confluyeron la pintura, el cine, la música y, sobre todo, la literatura. Fue el lugar donde se pondrían en marcha las carreras de multitud de estrellas mundiales de Motown, la mítica discográfica afroamericana, como por ejemplo, The Supremes, Diana Ross, James Brown, o The Jackson Five, haciendo llegar a la gente el verdadero sonido de las minorías. En el día de luto por Michael Jackson, el teatro fue adornado con cientos de ramos de flores y tarjetas en memoria del cantante. Aunque, el Apollo es un lugar de actuación del que todo el mundo ha oído hablar, hay que decir que también podemos encontrar en la zona decenas de pequeños cafés dedicados a la actuación en vivo donde, la poesía ‘Slam’ y los micrófonos abiertos, siguen manteniendo viva la tradición de la palabra hablada con las intervenciones semanales de profesionales y amateurs.
Líderes carismáticos como Malcom X o el Dr. Marthin Luther King pronunciaron aquí una serie de discursos que han pasado a la historia. Ambos cuentan con dos avenidas principales en el barrio y son constantemente recordados en pinturas y murales callejeros. Otros colectivos, aunque desde perspectivas completamente distintas, también intentarían el mismo cometido durante los años 60. Así lo harían los fundadores del Partido de las Panteras Negras, incitando al vecindario a la subversión y a la violencia como única salida contra la discriminación racial. Harlem fue centro neurálgico del movimiento por los derechos civiles de la población negra.
Encontraremos las huellas de los pioneros y pesos pesados del hip-hop, que crearon esta forma de expresión en conexión con los barrios de Brooklyn, Queens y el Bronx. Cantantes, breakers y graffiteros de la talla de Tupac Shakur, Taki 183, Sen TFK, Big L, Dj Red Alert, Puff Dady, Spoonie Geep, o figuras del rhythm and blues como Carmen McRae y Alicia Keys, se han formado también en este territorio antes de traspasar sus fronteras. Para los más entusiastas de esta cultura revolucionaria, actualmente es posible participar en una visita guiada por la ruta de los locales que les vieron crecer.
No podemos olvidar el famoso ‘Harlem shake’, muy poco parecido al actual fenómeno de vídeo viral que circula por la red con el mismo nombre y que ha sido otro gran símbolo del estilo de su gente. Un particular baile donde se ponen a prueba el movimiento de casi todas las partes del cuerpo sin apenas moverse del sitio.
Tampoco hay que olvidar la huella que ha dejado el cine en el intento de retratarlo. Podemos decir que la realidad “harlemiana” se ve y se siente como en las películas. Desde títulos como, Precious, Cotton Club, El amor tiene dos caras, Harlem de noche, The little Caesar… hasta las memorables localizaciones en Las noches rojas, American Gansters o El padrino.
Sobran motivos para reconocer que la original atmósfera de Harlem es un caldo idóneo de cultivo para la inspiración y creación de talentos. Al Pacino, Louis Amstrong, Edwin Torres, Ben E. King, Tito Puente… es muy difícil terminar de citar a todos los grandísimos referentes que han salido o lanzado sus carreras desde este lugar. La lista es muy amplia y merecedora de un estudio intensivo según la temática para los más interesados.
La calle 125 de Harlem es su principal avenida. Una calle muy pintoresca, llena de grandes tiendas y de vecinos hablando con sus hermanos. Predicadores, puestos de jabón hecho a mano, incienso o fruta. Multitud de Iglesias y parroquias, entre las cuales destacan las que albergan a los mejores y exuberantes coros de Gospel de toda América del Norte. La intersección de esta calle con la avenida Lexington es el sitio donde Lou Reed compra “medicinas ilegales” en su canción I´m waiting for the man, con The Velvet Underground. Hoy día, canción y banda musical de culto del que fue manager Andy Warhol, el artista y cineasta inmortal.
Todo un elenco variado inmerso en este espectáculo al oeste del Río Hudson, donde si nos entra hambre en algún momento tenemos una visita obligada a la meca de la Soul Food, el restaurante de Sylvia, por su relación calidad precio y por haber atendido a comensales como Robert F. Kennedy o Barack Obama, por citar a dos de los más importantes. Las actuaciones en directo, el vino californiano y la comida puramente tradicional americana despertarán todos nuestros sentidos durante la estancia.
Cuando salimos de la calle, ropa muy ancha, imponentes cazadoras, gorras ladeadas o pañuelos negros en la cabeza, sigue siendo el estereotipo de moda que encontraremos en diferentes áreas de Hamilton Heights, Sugar Hill, Manhattanville y Spanish EastHarlem. La música nos acompaña todo el tiempo a medida que compras, cenas o disfrutas de la vida nocturna. Seguro durante el día pero, dependiendo de la zona, bastante peligroso por la noche. La oferta noctámbula de Harlem sigue siendo una visita obligada a pesar de algunas contraindicaciones.
Por no hablar de las tarifas de los apartamentos, entre 900 y 1.600 dólares por habitación, algo increíble para tratarse de Nueva York, una de las ciudades más caras del mundo en lo que a coste de vida se refiere. Una vivienda asequible y la relativa facilidad para viajar hasta el centro de Manhattan, a tan solo cinco paradas de Times Square, han sido, sin duda, dos de los motivos más importantes en la expansión de Harlem en los últimos tiempos.
Las casas son de una arquitectura hermosa, aquí podremos contemplar los más bellos edificios brownstones y art decó de la ciudad. También grandes apartamentos con ventanales, pisos de madera y techos altos. Estos últimos situados alrededor de la Universidad de Columbia, otro rincón muy agradable para visitar al sur del barrio.
Encontraremos a personas sentadas en el porche de su casa que no van a dudar en darte un saludo amistoso o entablar conversación si así lo deseas. Lo mejor de este lugar es su pueblo, y con la llegada del calor, se respira con más intensidad el espíritu de comunidad y familia. En algunas zonas, la gente se agrupa alrededor de sus hijos para verlos jugar, hablan con sus amigos o juegan ilegalmente a las cartas mientras calientan una parrilla en plena calle, normalmente con la música demasiado alta.
Lo cierto es que el distrito ha ido cambiando poco a poco desde los últimos 10años. Algunos siguen mostrándose reticentes al aburguesamiento que se sigue produciendo y que ha obligado a muchos pequeños negocios a desplazarse al cercano Bronx, por no poder competir contra las grandes compañías que han destrozado el mercado casi autóctono que existía. Aunque no les falta razón y estamos acostumbrados a que este tipo de permutaciones estructurales consumistas arrasen con todo sin ningún tipo de consentimiento, es un proceso que se está realizando con un amplio apoyo de los residentes. Probablemente se esté haciendo bajo el respeto a la cultura y a la tradición del vecindario, que representa un mar de clases sociales, étnicas y financieras.
Es un barrio descarado, callejero, que ha desarrollado una poderosa actitud que lo diferencia del resto, en gran parte debido a la inmigración y al mestizaje. Con carácter de ghetto, forjado a base de supervivencia, rebeldía, obligado a desobedecer las leyes en más de una ocasión para seguir con vida, y que se traduce en la gran cantidad de creativos y expresiones artísticas que ha dado a luz durante tantos años.
Limitando con Central Park, hacia donde me dirijo ahora, siento haber descubierto el misterio de su elixir. Residencia tanto de los más ricos como de los más pobres de la urbe, no necesita de rascacielos para representar el auténtico espíritu de Nueva York. El verdadero lujo está en su cultura y en su gente.
1 comentario en «Harlem, el espíritu de Manhattan»
Hola que tal, voy a NY y conseguí un apartamento para hospedarme en Hamilton Heights y no sé nada de la zona y quisiera saber si es seguro transitar por ahí, planeo salir hasta tarde y probablemente llegar de noche, incluso después de la media noche
Muchas gracias y aprecio tu respuesta