HBN. La Comunidad de Regantes El Fresno -con sede en Moguer- no tuvo unos inicios fáciles. A pesar de ello, ha logrado convertirse en uno de los centros más modernos y vanguardistas de la provincia, modernizando los regadíos en el Condado de Huelva, punto neurálgico del sector de los frutos rojos en la provincia. Esta sede ha sabido conjugar su servicio al agricultor con el cuidado al medio ambiente.
El germen del Fresno se sembró en los años 1993-1994. Tal y como recuerda su presidente, Ángel Gorostidi, su nacimiento estuvo vinculado a la necesidad de agua superficial para el riego en el cultivo de primor. “La sequía había obligado a muchos agricultores de nuestro entorno a abandonar los cultivos”, lo que les llevó a tomar una decisión, cuanto menos, arriesgada. “Decidimos invertir 800 millones de pesetas para construir balsas, redes hidráulicas, eléctricas, etc. a pesar de no tener, a priori, garantías de concesiones de agua por parte de la entonces Confederación Hidrográfica del Guadiana”. Esos primeros agricultores “demostraron ser unos valientes, con espíritu de unión, de sector, y aportaron dinero sin que lo tuviéramos todo de nuestro lado”.
Lo apostaron todo al agua y ganaron. “Logramos crear una Comunidad de Regantes que actualmente da servicio a Moguer, Bonares y Lucena del Puerto en el Distrito hidrológico Tinto, Odiel y Piedras y hemos comenzado el trasvase hacia el Guadalquivir”.
Diez años del ‘Proyecto de Impulsión del Fresno’. Las necesidades de los agricultores seguían sin estar cubiertas del todo y El Fresno necesitaba crecer para garantizar agua superficial al mayor sector económico de la provincia.
El 12 de noviembre de 2007 se ponía la primera piedra de las obras de ‘Impulsión del Fresno‘. Con un presupuesto de 36 millones de euros, El Fresno tenía por delante el proyecto de regadíos más ambicioso y moderno de los que se han realizado hasta el momento en la provincia de Huelva. Involucraba más de 3.800 hectáreas de cultivos de Moguer, Lucena del Puerto y Bonares. “La Impulsión del Fresno supuso multiplicar por diez la capacidad de entrada de agua en las balsas de Montemayor, transportar 3.500 litros de agua por segundo en 25 kilómetros de red de tuberías”.
La balsa de Hidroguadiana, una nueva red hidráulica compuesta por dos tuberías de diámetro de 1,5 metros, una sala de rebombeo y la balsa de agua de Lucena se convirtieron en nuevos activos de esta Comunidad de Regantes al servicio del agricultor, “que conseguía seguir sustituyendo agua de pozo (subterránea) por agua superficial”.
Trasvase 4,99 hm3. Cierre masivo de pozos. Ocho años después de este primer proyecto, en octubre del año 2015 se iniciaba una nueva aventura en El Fresno: el trasvase de 4,99 hm3 al Condado desde la Cuenca del Tinto, Odiel y Piedras hasta la del Guadalquivir. Con 20,5 millones de euros de inversión -de los que los comuneros han aportado 3,5 millones- comenzaba un proyecto que contaba con una promesa de los agricultores: “Cerrar pozos. Sustituir las extracciones de agua subterránea por este trasvase. En esto siempre hemos sido claros, queremos agua de calidad, con garantías y cuidar nuestro entorno”, apunta Gorostidi.
Este proyecto cuenta con una red de tuberías de 35 kilómetros y beneficiaba, inicialmente, a 858 hectáreas. El trasvase se puso en marcha parcialmente el pasado mes de agosto. “Desde entonces, con agua para 500 hectáreas de cultivo, la Comunidad, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), la Sociedad Estatal de Infraestructuras Hidráulicas (Seiasa) y la Demarcación Hidrográfica del Tinto, Odiel y Piedras hemos clausurado 350 pozos. En cuanto se desbloquee la situación que no permite que podamos dar agua a 360 hectáreas que precisan una modificación de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) cerraremos 120 pozos más por parte de la CHG y diez más del Tinto, Odiel y Piedras”.
“Estar ubicados en el entorno del Parque de Doñana hace que debamos ser especialmente cuidadosos con el agua, por eso además de trabajar en el cierre de pozos, formamos a nuestros comuneros en técnicas de ahorro de agua. Porque somos conscientes de que es un bien escaso y muy valioso”, ha concluido Gorostidi.