Antonio José Martínez Navarro. En Valencia la hermosa, la ciudad del arte, la de ambiente lleno de luminosidad cargado de aromas, delicioso jardín, dulce y poético arrullado por las azuladas ondas del mar Mediterráneo, nació el domingo 19 de mayo de 1918 el que con el transcurrir de los años sería el tercer Obispo que tuvo la Diócesis de Huelva.
Hizo sus primeros estudios en un Colegio que estaba orgulloso de su historia y de su tradición pedagógica, los Escolapios. Varias veces aludirá, en sus escritos, a estos primeros años de su vida. A renglón seguido realiza Ciencias Químicas en la Universidad de su ciudad natal. Taquígrafo de profesión, fue presidente y profesor de la Unión Taquigráfica y miembro de honor de la misma. Siendo de admirar su facilidad pasmosa y su corrección extremada no nos extraña que trabajara en la “Hoja del Lunes” y en emisoras de Radio.
Era González Moralejo a los veintidós años lo que se llama un niño grande, no solo por la nobleza de su alma sino también por la ingenuidad de su carácter. Modesto, sencillo, formal y pundonoroso hasta la exageración, benévolo con las debilidades ajenas y buscándole siempre disculpa o atenuación a la falta, y dotado de peregrino ingenio en la conversación de los temas mundanos, su trato resultaba encantador. Se diría que el poder divino se había complacido en derramar a manos llenas sus gracias celestiales, el tesoro de sus dones, la abundancia de sus atractivos…
Vocación adulta, ingresó en el Seminario de Valencia en 1940 siendo becario del Colegio “Corpus Christi” y fue ordenado presbítero el día 29 de junio de 1945. De 1944 a 1947 fue profesor de Ciencias en el Seminario Metropolitano de Valencia. En 1947 se traslada a Málaga en cuya ciudad, con el Obispo don Ángel Herrera, fundó la Escuela Social Sacerdotal, en la que desarrolló el cargo de subdirector. De 1950 a 1954 realizó la licenciatura y doctorado de Ciencias Económicas en la Universidad de Madrid. En 1954 se le nombró profesor de Pastoral Social en el Colegio Mayor “Vasco de Quiroga” de Madrid y, de 1954 a 1958, profesor de Moral en el Seminario Hispanoamericano de Madrid.
Director espiritual del Convictorio Sacerdotal de Valencia y Asesor de la Comisión Nacional de la Acción Social Patronal. En estas fechas ostentó el cargo de presidente de la Junta Nacional de las Semanas Sociales de España; Secretario de la Comisión Episcopal del Apostolado Social; y miembro de la Junta Rectora del Centro de Estudios Sociales del Valle de los Caídos.
Pertenecía al Instituto Social de Ciencias Sociales de Friburgo (Suiza), a la “Catholic Economic Association” y a los Colegios de licenciados y doctores en Ciencias y Letras y Económicas.
En estas fechas era miembro de la Conferencia Episcopal Española; Vocal de la Comisión Episcopal del Apostolado Social; y Vocal de la Comisión Episcopal de Emigración.
Era autor, entre otras, de las siguientes obras; “Acción Católica y Acción Social”, “Un programa de Acción Social”, “Bien común económico y distribución de la renta nacional a la luz de la doctrina moral y de la ciencia económica”, “Pensamientos pontificios sobre el bien común”, “Justa distribución de la renta” y “El momento social de España”.
El 25 de febrero de 1958 el Papa Pío XII lo nombró obispo titular de Dárdano y, dos años más tarde, auxiliar del Arzobispo de Valencia, siéndolo don Marcelino Olaechea y Olaizaga, ejerciendo también los cargos de canónigo arcipreste de la catedral y vicario general. En 1966, aceptada por Pablo VI la renuncia del Arzobispo Oleachea por motivos de edad, González Moralejo fue elegido Obispo Vicario Capitular y Ecónomo de la Archidiócesis de Valencia, rigiéndola durante tres años, hasta que fue nombrado el nuevo arzobispo.
El día 11 de octubre de 1962 comenzaba el Concilio Vaticano II impulsado por un excelente Papa, Juan XXIII. Y entre los 2.540 obispos y el número considerable de teólogos y expertos religiosos de todo el mundo que entraron en la Basílica de San Pedro del Vaticano se encontraba don Rafael González Moralejo como obispo auxiliar de Valencia. Tenía cuarenta y cuatro años y en el Concilio Vaticano II tuvo una anécdota que contaba reiteradamente.
Don Rafael estuvo muy laborioso y tuvo varias intervenciones públicas. Pero, vayamos a la anécdota: En aquella Comisión coincidió con un obispo auxiliar polaco venido de Cracovia que se llamaba Karol Wojtyla. De esta manera, compartió trabajo con el futuro Juan Pablo II. Treinta años más tarde publicaría el libro “El Vaticano II en taquigrafía”, sus memorias particulares del Concilio y de la Constitución pastoral Gaudium et spes.
Por renuncia del Arzobispo Olaechea fue elegido por el Cabildo Catedralicio, el día 22 de noviembre de 1966, vicario capitular. La Santa Sede le concedió facultades de obispo residencial. En los tres años que estuvo al frente de la Diócesis puso en práctica las disposiciones del Concilio Vaticano II.
Su primer contacto con la provincia onubense se efectuó poco antes de que fuese nombrado Obispo de la Diócesis huelvana. Así queda proclamado en las páginas del diario “Odiel” de 28 de septiembre de 1969:
<<En Huelva el Obispo auxiliar de Valencia. El doctor González Moralejo recorrió varias localidades de la provincia. En viaje estrictamente particular ha permanecido varios días en Huelva, visitando además de la capital varias localidades de la provincia, Lepe, Zalamea y Riotinto, entre ellas, el Obispo auxiliar de Valencia, don Rafael González Moralejo.
Deseamos que le haya sido muy grata la estancia entre nosotros al ilustre prelado”.
Su viaje a esta provincia fue premonitorio y aunque él no sabía nada de su inmediato destino a la Diócesis de Huelva, en este periplo nació un rumor en Zalamea la Real, cuando, en plena fiesta, el Sr. Obispo recorría sus calles. Los vecinos de esta localidad afirmaban que sería el próximo Obispo de la Diócesis. Y acertaron plenamente.
El 28 de noviembre de 1969 fue un día venturoso para nuestra ciudad. Poco antes de que los vecinos escucharan un repique general de las campanas parroquiales de sus templos, en el Palacio Episcopal, el secretario canciller y chantre de la Santa Iglesia Catedral, don Gregorio Martínez García, comunicaba telefónicamente a la redacción del diario “Odiel” que había sido nombrado Obispo de Huelva, Monseñor González Moralejo, Obispo auxiliar de Valencia. Recordemos la noticia llegada a Huelva desde Ciudad del Vaticano:
<<Su Santidad el Papa ha nombrado Obispo de Huelva a monseñor Rafael González Moralejo, Obispo auxiliar de Valencia hasta ahora. El nombramiento será publicado esta tarde por “L’Ossevatore Romano”>>.
Los católicos onubenses acogieron la noticia con gran alegría ya que se sentían huérfanos de un pastor que dentro de la alta dignidad episcopal, les atendiera en la guía y dirección de su Diócesis.
El problema esencial religioso que tenía la Diócesis de Huelva a la llegada de Monseñor González Moralejo era la falta de sacerdotes. En 1969, Huelva era la antepenúltima de todas las diócesis en lo referente al número de sacerdotes, dando como resultado que el número de feligreses por sacerdote era realmente alto.
El 18 de diciembre de 1969, a las doce de la mañana, en la sala capitular de la Santa Iglesia Catedral, tomó posesión el nuevo Prelado en un emotivo acto que terminó a las dos de la tarde. Dos días más tarde hizo su presentación a la Diócesis -que al mismo tiempo le dio la bienvenida- el nuevo Obispo de Huelva en un acto celebrado en la Plaza de San Pedro.
El día 25 abril de 1970 el diario “Odiel” comunicaba la llegada a nuestra capital del Arzobispo de Gitega (Ruanda Burundi), monseñor Andrés Makaraleiza y el Obispo de Urawa (Japón), monseñor Lorenzo Nagse, Secretario de la Confederación Episcopal Japonesa, invitados por el Sr. Obispo de Huelva. En la tarde del día siguiente concelebraron con Monseñor González Moralejo una misa en San Pedro.
El día 25 de abril de 1972 y durante la estancia en Madrid del Dr. González Moralejo éste visitó a un marinero onubense herido cumpliendo así con una de las obras de misericordia corporales instituida por la iglesia: visitar al enfermo. Dos días más tarde el diario “Odiel” daba cuenta de aquel acto humanitario:
<<En la mañana de ayer regresó a nuestra ciudad el prelado de la Diócesis, doctor don Rafael González Moralejo, que el lunes presidió en Madrid una reunión de la Comisión Episcopal de Migraciones. Es la primera sesión que celebra dicha Comisión después de haber renovado y elegido presidente de la misma monseñor González Moralejo, en la última sesión plenaria de la Conferencia Episcopal Española.
Además de los obispos que la integran asistió el secretariado, con el que, en la mañana del martes, tuvo también una reunión especial.
Con motivo de su estancia en Madrid, el Obispo, acompañado del delegado nacional del Apostolado del Mar, ha visitado en la Clínica de la Seguridad Social, Puerta de Hierro, al marinero de Lepe Francisco Palma Cortés, que, como es sabido, se encuentra allí hospitalizado por haber resultado herido cuando el pesquero “Aguilita, con base en Huelva, fue ametrallado en la costa de Marruecos.
El señor Obispo, que pudo hablar personalmente con el enfermo y departió con los familiares, tiene la grata impresión de que, dentro de su gravedad, el herido parece haber mejorado bastante en su estado>>.
El viernes 6 de octubre de 1972 sonaban alegremente, como debieron hacer las entonaciones bíblicas, las trompetas de Jericó. Se iba a concelebrar la Eucaristía en el Santuario de la Cinta. Dos días más tarde decía
<<Ayer se clausuró en nuestra capital la reunión que se ha venido celebrando desde el viernes los obispos de la provincia eclesiástica de Sevilla.
Terminada la sesión de la mañana, a la una y media de la tarde, los obispos, presididos por el Cardenal Arzobispo de Sevilla, se trasladaron al Santuario de Nuestra Señora de la Cinta, donde fueron recibidos por el hermano mayor de la Cinta don Francisco Vázquez Carrasco y miembros de la Junta Directiva, quienes agradecieron a los prelados esta visita al Santuario de la Patrona de Huelva.
El Sr. Vázquez Carrasco explicó al cardenal Bueno Monreal las mejoras introducidas por la Hermandad en el histórico y bello Santuario de la Cinta.
A continuación se ofició una solemne misa que fue concelebrada por los obispos de Badajoz, Córdoba, mayor de Sevilla, Huelva y vicarios capitulares de la de Ceuta.
Después del Evangelio, el cardenal ofreció la palabra a monseñor Ciranda, Lachiondo, Obispo de Córdoba, quien de forma elocuente y precisa se refirió a la ilusión que para ellos suponía encontrarse en el Santuario de la Cinta, en Huelva, haciendo un breve resumen de la significación que les había traído a todos a Huelva para estas reuniones de la provincia eclesiástica de Sevilla.
Se refirió el Obispo de Córdoba al amor a María y la devoción a la Virgen bajo la advocación de la Cinta y del Rosario, cuya festividad litúrgica se celebraba en este día. Tuvo un recuerdo para la tradición colombina del Santuario, rememorando la promesa hecha por Colón, en su viaje de vuelta después del Descubrimiento, cuando se vio en peligro a causa de una fuerte tormenta.
Don José María Cirarda Lachiondo terminó pidiendo a todos por el éxito de estas reuniones que se celebraban para estudiar los problemas de cada diócesis y los comunes en general en vías a una mejor unión al servicio de Dios.
La Hermandad de la Cinta, ofreció a todos los prelados y vicarios capitulares asistentes un delicado recuerdo de esta visita al Santuario mariano onubense.
Cuatro temas, dos de ellos de candente actualidad e indudable interés público, han sido los tratados por los obispos de la provincia eclesiástica de Sevilla durante los dos días que han estado reunidos en nuestra ciudad. Uno, el último documento de la Santa Sede sobre absolución colectiva; los prelados han tratado de encontrar una postura común y dictar por más homogénea a toda la provincia, para cuando entre el vigor el documento. Esta postura, naturalmente, será previamente consultada a la Conferencia Episcopal Española.
Otro fue el de los denominados Seminarios menores, promovido por la reacción de cierto sector a la autorización de impartir estudios eclesiásticos en los Colegios Reconocidos. Los obispos estuvieron de acuerdo en resaltar las virtudes de los tradicionales seminarios, pero también en que la medida era aconsejable por cuanto se hace necesario tender a encontrar y favorecer las vocaciones.
Problemas técnicos de la conferencia regional en sí y la provincia de Sevilla, y una consulta vaticana reciente sobre procedimientos administrativos de la Iglesia, fueron los otros dos temas analizados…>>.
“Odiel” informaba en su edición del 18 de octubre de 1972 de un inminente viaje del Obispo de Huelva a Roma:
<<Todos los obispos tienen obligación de ir personalmente a Roma cada cinco años, para dar cuenta al Santo Padre del estado de sus diócesis, en la llamada Visita ad Limina.
En este año corresponde hacerlo al Prelado de Huelva que, ayer partió para Roma acompañado de su secretario y de don Carlos Núñez, vicario episcopal de la Sierra.
El Santo Padre le recibirá privadamente y tratará con monseñor González Moralejo, los principales asuntos concernientes a la vida diocesana.
El Obispo es portador con este motivo, de la limosna que toda la Diócesis ofrece a Su Santidad el Papa y que se obtuvo con la colecta del Óbolo de San Pedro.
Asimismo el Prelado visitará las Sagradas Congregaciones de la Curia Romana, en las que informará sobre las materias competentes a cada dicasterio.
El Obispo de Huela ha pedido a sus sacerdotes y fieles diocesanos que le asistan espiritualmente en el cumplimiento de este interesante deber pastoral.
La estancia en Roma será hasta los últimos días de octubre>>.
En esta visita a Roma, Radio Vaticana transmitió una sabrosa entrevista donde fue protagonista don Rafael González Moralejo.
El día 21 de diciembre de 1972 Monseñor González Moralejo visitó el Colegio “Manuel Siurot”. A su llegada fue recibido por la directora del centro, doña Maruja Manrique Romero y pro el claustro de profesores. Tras visitar las diversas aulas, en la despedida se ofrecieron diversos cuadros escénicos de ambiente navideño e interpretaciones de villancicos populares.
El domingo 10 de febrero de 1973 visitaba el Prelado el Cementerio de la Soledad. Para tal finalidad se organizó una procesión que partió a las doce del Seminario y en la que el Sr. Obispo invitó a todos a acompañarle. Y en efecto, una numerosa procesión acompañó al Prelado. Antes don Rafael había finalizado la visita pastoral a todas las parroquias de los tres arciprestazgos de Huelva. En el Cementerio dijo don Rafael una misa en acto de caridad por los difuntos.
La visita del Obispo de Huelva a Roma para entrevistarse con el Santo Padre se emprendió el martes 9 de noviembre de 1976. Aquella comitiva religiosa la formaba el Cardenal Arzobispo de Sevilla y los obispos de las dos provincias eclesiásticas del Sur de España, Sevilla y Granada.
El sábado 2 de septiembre de 1978 los idus de don Rafael se levantaron con escasa suerte, ya que el Obispo de Huelva resultó herido en accidente de automóvil. “Odiel” decía:
<<En la pasada madrugada, cuando viajaba de Valencia a Huelva, para incorporarse a la Diócesis, tras unas breves jornadas de descanso, el Sr. Obispo de Huelva, don Rafael González Moralejo, sufrió un accidente de tráfico al salirse su automóvil de la carretera como consecuencia del deslumbramiento de un vehículo que viajaba en sentido contrario.
En el accidente, ocurrido a la altura de Arganda, el señor Obispo sufrió magullamiento, algunas cortaduras y fisura de cuatro costillas, no siendo sin embargo de cuidado su estado general, a pesar de lo aparatoso del accidente. El sobrino del Sr. Obispo, que le acompañaba en el viaje, resultó ileso.
Puestos al habla con el señor Obispo en la Residencia Sanitaria “Francisco Franco” de Madrid, a la que fue trasladado, nos ha pedido que agradezcamos públicamente todas las muestras de interés y cariño recibidas; que transmitamos su profundo pesar por la obligada ausencia en la anunciado celebración eucarística del próximo domingo en acción de gracias por la elección del nuevo Papa Juan Pablo I; y que hagamos llegar a todos su saludo, su recuerdo y afecto paternal en la esperanza de encontrarse entre nosotros.
Por nuestra parte hacemos los más sinceros votos al Señor por el pronto restablecimiento del señor Obispo a quien esperamos, y queremos, ver pronto en Huelva totalmente restablecido>>.
El cariño que en nuestra ciudad se le tenía hizo que se encendiera un cirio ante la Patrona de la capital en rogativa por el pronto restablecimiento de Monseñor González Moralejo.
Al día siguiente el diario “Odiel” comunicaba a sus lectores la mejoría del Obispo de Huelva
<<La noticia del accidente de nuestro Obispo, don Rafael González Moralejo, ha causado un profundo sentimiento de dolor y preocupación entre los onubenses, siendo muchas las personas que se han interesado de su estado de salud con continuas llamadas al Obispado y con numerosos telegramas y comunicación telefónica con sus familiares en la Ciudad Sanitaria “Francisco Franco”.
Puestos al habla con el vicario de la Diócesis hemos sabido que el estado de salud del señor Obispo es satisfactorio y ha mejorado notablemente de sus dolencias…>>.
Mejorado de su accidente, el día 15 de septiembre de 1978 regresaba a Huelva. El diario “Odiel” volvía a dar información de sus actividades al día siguiente:
<<Tal como habíamos comunicado a nuestros lectores días pasados, a media mañana de ayer regresó a nuestra capital el Obispo de Huelva, don Rafael González Moralejo.
Después de salir de la Clínica “Francisco Franco” ha participado en la reunión del Comité Ejecutivo de la Permanente de la Conferencia Episcopal española, trasladándose enseguida a Huelva para reemprender muy animado y contento, aunque aquejado aún por algunas molestias, sus tareas pastorales al frente de la Diócesis, a las que ha decidido dedicarse inmediatamente.
Ayer mismo, a las siete y media de la mañana, fue al Santuario de la Cinta para celebrar una misa de acción de gracias a Dios y a la Santísima Virgen de la Cinta, Patrona de Huelva. Le acompañaba el vicario de la Diócesis, don Rosendo Álvarez Gastón, quien le asistió en la celebración eucarística en la que participó un grupo de fieles.
Al Evangelio, el Prelado pronunció una emotiva homilía en la que dijo que por ser octavario de la Virgen de la Cinta y día de Nuestra Señora de los Dolores, era ésta misa la mejor manera de celebrar esta fiesta mariana en la que quería ofrecer sus dolores al Señor unidos a los de su amantísima Madre. Apagó el cirio votivo que la Hermandad de la Cinta había ofrecido a la Virgen, una vez enterada de su accidente, gesto que el Obispo agradeció ampliamente.
Anoche tuvimos el gusto de saludar telefónicamente a nuestro Prelado quien reiteró a Odiel su agradecimiento como portavoz de los sentimientos de los onubenses y nos habló de su convalecencia que gracias a Dios marcha a buen ritmo.
Sinceramente nos alegramos de tenerle nuevamente entre nosotros y de que el grave accidente sufrido por nuestro Obispo no haya revestido mayores consecuencias>>.
A mediados de noviembre de 1986 realizó una nueva visita ad límina. En esta oportunidad fue a Roma con los obispos de las dos provincias eclesiásticas del Sur de España, Sevilla y Granada, a los que se unieron los de Murcia, Badajoz y Canarias.
El propio Obispo, en una entrevista realizada en el diario “Huelva Información” contaba la actividad de los obispos en Roma:
<<…Comprende tres clases de visitas importantes: ante todo la de la entrevista con el Papa, personal, que suele durar entre 15 minutos y media hora; luego, una vez todos los obispos del grupo le han visto, la visita colectiva, en la que el Santo Padre nos dirige un discurso con sus orientaciones y alientos. Luego, lo que propiamente se puede llamar visita ad límina apostolarum o a las grandes basílicas de San Pedro, donde concelebraremos la Eucarísti, lo mismo que a la de San Pablo Extramuros, a la de San Juan de Letrán y a Santa María la Mayor. En tercer lugar, todas las visitas a congregaciones y otros discaterios vaticanos, para tratar o resolver asuntos concretos con sus respectivos dirigentes. El programa es amplio y laborioso. Hay que moverse por dentro de Roma con celeridad y puntualidad, conforme a un programa previamente convenido entre todos y con los responsables de las basílicas o centros a visitar. Es muy probable que, como ya hizo en otra ocasión con nosotros y como ahora ha hecho con otro grupo de obispos españoles que ya le han visitado, el Papa nos invite a sentarnos a su mesa, una vez nos haya recibido a todos juntos, tras las visitas personales. También lo es que nos invite a concelebrar un día con él, en su oratorio privado, la Misa privada que suele celebrar a primera hora de la mañana…>>.
En estas dos veces de su obligada visita a Roma, para dar cuenta al Papa de su acción pastoral y de la vida diocesana. “En ambas ocasiones presentó su correspondiente informe, detallado y completo, de cuanto constituye la marcha del Pueblo de Dios en Huelva, recibiendo del Santo Padre, por escrito, sus palabras de aliento y gratitud“.
La Navidad de 1987 Monseñor González Moralejo llevó el mensaje de paz de la iglesia diocesana las a las personas marginadas. Así, ofició la misa para los ancianos en el Hogar de Jesús Abandonado en la tarde del día 24 de diciembre. En la mañana del día siguiente celebró la santa misa en la cárcel.