A.R.E. Recientemente, la Fundación ONCE ha dado a conocer las iniciativas de emprendedores con discapacidad que ha apoyado en su convocatoria de 2016. Entre ellas, destaca un proyecto que se está llevando a cabo en la provincia de Huelva, en concreto, una granja escuela inclusiva con producción ecológica en Almonte. Los ideólogos de esta propuesta son Antonia Heredia y su marido Manuel, dos luchadores que han sabido sacarle una sonrisa a la vida incluso en los peores momentos.
Todo comenzó en 2006, cuando Antonia, que por entonces contaba con 40 años, sufrió un infarto agudo de miocardio que le desbarató completamente los esquemas. «Se me encharcaron los pulmones y me quedé muy mal. Tuve que hacer un cambio total de vida. No me podía mover porque con cualquier movimiento me dolía el pecho. Hoy sigo igual, pero tengo a mi marido, mi cuidador, que es mis brazos y mis piernas», explica Heredia, quien desde entonces utiliza para desplazarse una silla de ruedas.
Por consejo médico, la pareja, que vivía en Algeciras, se trasladó a una zona de campo, donde la esperanza de vida para Antonia sería mayor al poder respirar aire puro. Buscaron un lugar en la provincia onubense, encontrando unas tierras en los límites de los municipios de Almonte y Bollullos Par del Condado y allí se asentaron, primero en una tienda de campaña y una rulot pequeña y, más tarde, en la choza en la que viven actualmente y que levantó Manuel con ayuda de sus hijos.
El enclave donde ubicaron su nuevo hogar le pareció mágico al matrimonio desde el primer momento, «un paraíso» según lo describen, y también se percataron de lo mucho que le gustaba a sus nietos cuando iban a verlos. Entonces pensaron que la mejor opción era compartirlo, abrir su oasis de 26.500 metros cuadrados a los demás para que todo el que quisiera disfrutara de él.
Idearon el proyecto Granja Escuela Inclusiva ‘Choza los Yayos’, una iniciativa con la que pretenden reivindicar el derecho a disfrutar de la naturaleza de niños, jóvenes y mayores con capacidades diferentes, instaurando un ocio inclusivo en las que serán sus instalaciones. Como bien explica Antonia, «queremos hacer una labor social, porque sabemos lo que es pasarlo mal y eso te hace más susceptible a las necesidades de los otros. La sociedad no está concienciada con quienes tienen movilidad reducida u otra discapacidad, y nuestro objetivo es sensibilizarla y también educar en la igualdad, que los niños comprendan que cada uno tiene que demostrar sus capacidades, pero para eso hay que tener oportunidades».
El proyecto de esta granja inclusiva es el fruto de una década de aprendizaje, el tiempo que lleva el matrimonio aprendiendo a convivir con la naturaleza, cultivando la tierra y reciclando todo tipo de materiales (los muebles de su cocina, por ejemplo, están hechos con palés). Asimismo, los conocimientos del mundo de la construcción de Manuel también han sido muy útiles, tanto para levantar la choza como para instalar tuberías, electricidad, fontanería…
El primer paso fue elaborar el plan de viabilidad de ‘Choza los Yayos’, que luego presentaron a un programa de ayudas de la Fundación Universia y la Cátedra para el Fomento del Emprendimiento de las Personas con Discapacidad (de la que forman parte Fundación Konecta y la Universidad Rey Juan Carlos), del que resultaron ganadores en 2015. Les dieron 2.000 euros y un enorme empujón anímico que les incentivó a seguir adelante.
Con aquel efectivo adquirieron semillas y plantaron árboles frutales de distintas especies en el huerto, en el que todo es ecológico, pues no emplean químicos para cultivar. «Sembramos a base de bancales elevados, y estamos probando distintas técnicas para ver cuál es la que mejor va. Además creemos mucho en la permacultura, en observar la naturaleza y dejar que actúe ella sola, en ver qué asociaciones de cultivos son beneficiosas», explica el matrimonio.
Así pues, la granja escuela contará con un huerto y un invernadero de seis metros, en el que ya han plantado varias verduras y hortalizas, y que ha sido construido con material reciclado. Actualmente, la producción es muy reducida, pensada para el sostenimiento de la pareja y sus familiares y conocidos, pero en el futuro, cuando el complejo esté abierto al público, habrá una producción algo mayor para vender al visitante. Como señala Heredia, «el mismo cliente que entra con su hijo podrá ir al huerto, coger los alimentos y llevárselos a casa. De la mata a su mesa. Ello servirá también para que los niños descubran de dónde viene lo que comen».
Al tratarse de un lugar accesible para todos, los pasillos del huerto son lo suficientemente anchos para que cualquier persona con movilidad reducida pueda acceder a ellos, habiendo colocado bancales a distintas alturas para que sea más fácil ver y tocar las matas a quienes vayan en silla de ruedas.
Para culminar esta primera fase del proyecto, la de construir la granja escuela, la aportación económica de la Fundación ONCE también está siendo esencial. Con ella están construyendo las instalaciones para los animales, las cuales, como todo lo demás, están naciendo del arte y genialidad de Manuel a la hora de reutilizar materiales. Así, con neumáticos, hierros, alpacas de paja, palés, etc. está dando forma a los establos de los caballos, los habitáculos de los pavos reales o el corral de las ovejas, entre otros espacios.
En este sentido, hasta que no estén preparadas estas bioconstrucciones, el matrimonio no traerá animales, con la salvedad de los que ya tienen, entre ellos una yegua y su potrillo que adquirieron hace unos años y que les sirve para abonar y desbrozar el campo. Pero cuando abran sus instalaciones, probablemente tras el verano, en la ‘Choza los Yayos’ los más pequeños podrán entrar en contacto directo con gallinas, gallos, perros, pavos reales, patos, gansos, ocas, perdices, conejos, cabras y ovejas enanas (la idea es que los niños las vean pequeñas y las traten como si fueran cachorros), etc. «Todas las aves estarán sueltas y los niños que quieran podrán entrar en los recintos para estar cerca de los animales y así perderles el miedo», apunta Heredia.
Pero además de ver y tocar, niños y mayores disfrutarán de unas instalaciones divertidas -laberinto, un fuerte, tiendas de indios…- y aprenderán mucho en los talleres que ofrecerá el matrimonio sobre la necesidad de cuidar la naturaleza, promover el conocimiento de la producción ecológica, las energías renovables y el reciclaje, entre otros muchos temas.
En cuanto a la segunda fase del proyecto, una vez esté funcionando la granja escuela, la idea de la pareja es crear un camping, un albergue «cómodo para que cualquier niño con cualquier discapacidad pueda pasar allí la noche y observar el cielo estrellado», apunta Manuel, siendo la idea hacer construcciones tipo glamping y domos con sacos de arena.
Por otro lado, también se pretende que todo el complejo sea autosuficiente, que produzca la energía para satisfacer las necesidades de todos sus moradores e instalaciones. Para ello implementarán innovadoras tecnologías no contaminantes, infraestructuras de energías renovables como son placas fotovoltaicas, aerogeneradores, un biodigestor e incluso la tecnología apropiada para aprovechar la energía geotérmica.
Para cumplir su sueño, Antonia y Manuel solicitan ayuda. Por un lado, van a poner en marcha una campaña de crowdfunding para conseguir acerar con zahorra los caminos y hacer así la instalación accesible a personas con movilidad reducida. El premio a los que colaboren serán juguetes hechos por el propio Manuel con madera reciclada.
Asimismo, la pareja también pide mano de obra voluntaria para seguir con la construcción de la granja escuela pues, al ser Antonia una persona con dependencia severa, su marido tiene que dedicarse a cuidarla mucho tiempo, lo cual impide que el proyecto avance al ritmo deseado.
En cualquier caso, el matrimonio está muy ilusionado y, a pesar de todo lo que ha sufrido, piensa en positivo. Su gran idea está muy cerca de terminar de materializarse: un centro de ocio inclusivo en la naturaleza que logrará que el contacto con el medio ambiente y los animales aporte a todo el que lo visite salud física y mental.
4 comentarios en «Una pareja crea en Almonte una Granja Escuela accesible para personas con discapacidad»
Excelente trabajo Amigos. Felicitaciones
Maravillosa iniciativa espero que la disfruteis muchisimo
Sois unos campeones. Me parece una idea genial y compartirlo con los niños seguro que lo disfrutaran mucho. yo tambien tengo una discapacidad y tambien quiero hacer algo pero de momento no tengo ideas que me puedan ir bien. Os deseo mucha suerte y quizas en algun viaje por esa maravillosa tierra me pase .
Hola pareja,me gustaría ponerme en contacto con vosotros.
Queremos ayudaros en lo que podamos.
Mi pág en Facebook es María José López Vega,hablarme por privado. Un saludo y suerte.