A.R.E. Como muchos profesionales onubenses del sector sanitario, Belén Hierro Lueiro trabaja en Reino Unido, en concreto en el hospital Northwick Park, donde ejerce como enfermera en quirófanos. A sus 29 años, la joven lleva ya tres residiendo en la capital británica, donde aterrizó, como bien recuerda, un 9 de febrero de 2014.
Cuando llegó a Londres era la primera vez que salía al extranjero para quedarse una temporada y lo hacía desde el convencimiento de que esta ciudad le brindaría unas oportunidades que no encontraba en España. «Sinceramente, sentía que se me pasaban los años y no podía o podría ejercer«, admite Hierro, pensamiento que justificó su búsqueda de empleo en el exterior.
Hasta ese momento, la onubense había pasado prácticamente toda su vida en Huelva capital, donde había estudiado en el Colegio Montessori, el IES Pablo Neruda y el IES Diego de Guzmán y Quesada. Tras aprobar Selectividad, obtuvo plaza para Enfermería en la Universidad de Huelva y, a los casi tres años de terminar la carrera, en 2011, se fue a vivir a Sevilla para hacer el Máster en Estudios Avanzados en Cerebro y Conducta en su perfil profesional (Neuropsicología Clínica).
Con anterioridad a 2014, Belén estuvo trabajando en Huelva varios veranos, realizando sustituciones en el SAS, y tuvo una breve experiencia laboral en el centro médico de la Clínica de los Naranjos, pasando reconocimientos médicos a trabajadores.
Pero la enfermera sentía que el tiempo pasaba y que, si quería avanzar en su trayectoria profesional, tenía que moverse y actuar. Así que, considerando Londres por sus grandes posibilidades como la mejor opción, supo de una familia británica que necesitaba una nanny o au pair para sustituir a la que tenían por baja maternal y tomó la determinación de echarle coraje y vivir la experiencia que, por otro lado, le permitiría mejorar su inglés.
De aquel primer paso de su gran desafío han transcurrido ya tres años, de los que Belén nos habla a continuación:
– ¿Cómo fueron tus primeros días en Londres?
– Estaba nerviosa, aunque a la vez con entusiasmo y ganas. Digamos que tenía una mezcla de sentimientos, ya que me entristecía dejar a mis padres, mi casa, mi hogar… me asustaba cómo sería la convivencia con los niños y, en general, la familia, cómo iría la comunicación, por aquello del idioma. Pero en el fondo estaba deseando vivir esa experiencia, siempre podría volver, y considero que he tenido suerte ya que una compañera de la carrera se encontraba muy cerca de Londres, también de au pair. Formé parte de un grupo de chicas que llegaron para ese año, españolas, la mayoría también au pairs, que me dieron la vida. Además un contacto familiar vivía al lado.
Así pues, una vez instalada en la casa, me puse al día con mis tareas, exploré mi zona, de hecho el primer fin de semana, el sábado, me pillé mi primer tren a Waterloo y lo dediqué con esa amiga enfermera a hacer turismo por la ciudad. El domingo por fin pude conocer a gran parte de ese grupo de chicas en persona.
– ¿Qué pasó luego?
– Tras mi aventura como au pair, una de las chicas del grupo y yo decidimos buscar trabajo para quedarnos. Yo de todos modos compré un vuelo para España, en caso de tenerme que volver, ya que acababa con la familia y ellos además se mudaban de ciudad. Nuestra idea era, si no encontrábamos nada, volver tras el verano, como au pair otra vez, no nos importaba. Pero un día nos pusimos nuestras mejores galas y fuimos a echar currículos (a «aplicar» como puede ser típico y gracioso decir entre los españoles, por aquello de que no existe una traducción exacta de nuestro “echar currículos”). Siguiendo con la historia, ese mismo día nos comentaron sobre un open day para el hotel Ham Yard de la compañía Firmdale que acababa de abrir. Así pues, a la semana, acudimos, y tras pasar tres entrevistas (sin creérmelo todavía) conseguí un puesto de Minibar Attendant (chequeando y encargándome de los minibares).
Tras un año y cuatro meses aproximadamente, al verano siguiente, mandé mi currículum por una oferta de enfermería y me contactaron. De ahí, nos situamos en septiembre, cuando consigo una entrevista para el hospital Northwick Park, en el que actualmente me encuentro como enfermera en quirófanos. Pero en poco más de dos meses me voy a trabajar a otro hospital.
– ¿Cuál era tu nivel de inglés al llegar?
– Yo creía que no muy malo, sinceramente, y las notas me decían que de 10 jajaja. No han ido de la mano la teoría y la práctica en absoluto. Es un tema el idioma que me frustra muchísimo (aunque el inglés andaluz, creo que lo domino de gusto). Pero se sobrevive y claro que sabía algo y he mejorado, aunque sólo sea un poquito.
– ¿Cómo es vivir en Londres?
– Quiero pensar que no es fácil, a veces se me ha podido hacer duro. Es una extraña sensación, porque estás lejos de casa, pero eso no significa que si vas a estar allí todo va a ser de color de rosa, ¿sabes?, que todo va a ir genial. Y no es que la experiencia sea negativa, pero echo de menos mi hábitat en cierta manera, el idioma muchísimo, no tener que usar el cerebro a todas horas como yo digo, aunque así creo que dicen que se aprende más, antes y mejor el lenguaje. No sé si soy yo, pero como digo mucho bromeando: “No me da la vida”. Me siento cansada la mayor parte del tiempo y siento que no tengo tiempo para mí y mis cosas, o el que me gustaría. Culpo al ritmo de la ciudad, a las jornadas de trabajo, llevo mal ese trabajar, trabajar y trabajar… Por lo que se podría decir que siento que se me hace duro seguir el estilo de vida, siento que estoy envejeciendo años por meses que vivo, vamos, más rápido que si estuviese allí por ejemplo. Creo que a la larga llevas en el cuerpo vivir aquí.
Algunas otras quejas, además de este estilo de vida por llamarlo de alguna manera, pero terminando con ellas, podrían ser la importancia que desde mi punto de vista se le da al almuerzo o a la alimentación en general; el tiempo atmosférico, suelo decir que soy uno de los prisioneros del mito de la caverna de Platón, jeje. No es tanto el frío como la tristeza que te invade con su cielo gris; las distancias, aunque gracias a que existe el metro, el tren, el bus nocturno, los cabs (creo que son los típicos conocidos taxis piratas) ubers, comunicación para recorrerte la ciudad de cabo a rabo e incluso alrededores no falta; y las arañas. ¡No he visto tantas en España, en serio, ni de ese calibre! Tengo que enfrentarme a mi fobia varias veces. Aunque ni una cucaracha, ¡aleluya!
– ¿Y las ventajas?
– Sobre las ventajas, puedo contar con una oportunidad para desarrollarme como profesional; la ciudad tiene miles de rincones, parques, canales, mercados, tiendas de segunda mano y charity, que tanto me encantan, grafitis y arte en sus paredes y calles. Hay miles de eventos y en verano roof terraces súper cool. Me tiene maravillada en cuanto a todo lo que ofrece para ver, hacer, comer… Otro de los puntos fuertes es que hay miles de lugares a los que puedes ir desde aquí, tanto dentro como fuera del país. También leo más que en España, ya que el transporte me lo permite, tengo mis shows en la tele para, a veces, desconectar. Puedo decir que estoy adaptada, que tengo una rutina, una vida aquí. Conocí a mi pareja, ¡dejé de fumar!, conoces gente increíble y que siempre llevaré conmigo, haces amistades.
– Cuéntanos alguna anécdota que te haya ocurrido durante tu estancia.
– Casi pierdo mi primer vuelo a España, tras 10 meses aquí. Esperaba el autobús de National Express a Stansted en Mile End. No apareció un primero y el conductor del segundo me dijo que no podía montarme porque no tenía el billete comprado con antelación y tenía los asientos ocupados. Empecé a pensar que no iba a llegar al aeropuerto a tiempo si esperaba al siguiente, por lo que, también dejándome llevar por mi enfado con la compañía, el agobio y los nervios, llevé a cabo el plan B. Así pues, le pregunté a un taxi cuánto costaba ir al aeropuerto y me dijo que 100 libras, pero “ni soñarlo” dije. Lo siguiente que hice fue ir a una oficina de cabs, donde desafortunadamente me dijeron que tendría que esperar 40 minutos para conseguir un coche. Vi uno parado en la puerta, así que me lancé como una bala y, aunque una mujer estaba dentro esperando a iniciar su viaje, les expliqué mi situación y conseguí que me llevara. Tuvimos que parar a mitad del camino, eso sí, para sacar dinero, en la radio decían que había atasco al aeropuerto… De verdad, ¡qué mal lo pasé! Pero bueno, conseguí llegar.
Aunque me bajé del coche corriendo y seguí haciéndolo hasta llegar al escáner donde pasas el billete, momento en el cual me di cuenta que lo había perdido (chicos, “londonlección” 1: Siempre mínimo dos billetes contigo, uno en la maleta a poder ser, jeje). Así que tuve que irme a un mostrador de Ryanair, pagar por un duplicado, pasar el control como pude. Cuando llegué a la puerta de embarque, me di cuenta de que había vuelto a perder el billete, esta vez el duplicado. Y encima me paré primero en una puerta de embarque que no era la mía, y al preguntarme por el passport yo todo el rato entendí password y claro, pensaba que es que en el nuevo billete había una contraseña, y yo rogando que me dejaran pasar… jeje Hasta que, señores y señoras, un guiri me dice que me están pidiendo el passport, no una password. Muy mal, en serio. Ahora me río y ya una vez en el avión, pero lo pasé bastante mal. También me he perdido un par de veces y confundido con el transporte. Y me he encontrado con conocidos de improviso.
– ¿Como es un día cualquiera?
– La mayoría de los días, por lo general, me levanto alrededor de las 06.00 de la mañana, ya que empiezo mi jornada a las 08.00, aunque tengo más horarios, algunos días estoy de tarde por ejemplo, entrando a las 12.45, lo que me da un poco de tregua en cuanto al descanso y madrugar tanto. Pero en general, dejo mi piso sobre las 06.45, me pego un viaje de casi hora y cuarto cogiendo cuatro trenes diferentes. Trabajo, termino… Entonces mismo procedimiento pues, con el transporte, pero a la inversa. Una vez en casa me ducho lo primero, recojo y limpio la bolsa de mi comida por ejemplo, algunos días cocino y más cosas de y para la casa… Hasta que por fin, tras todo lo que «debo hacer», intento disfrutar de un poco de tiempo para mí y mi vida en familia y social, incluyendo cena y televisión, hasta que, o caigo en el sofá (muchas veces), o sobre las 23.00-23.30, como mucho, me intento poner de margen para irme a la cama. Los días libres se me van muchas veces en intentar organizarme, limpieza y gestiones de casa o de no ocio llamémoslas. Pero saco tiempo para hacer planes, salir… Otras veces simplemente necesito y quiero dormir, vaguear.
– ¿Cuál es tu lugar favorito de Londres?
– Tengo varios, pero siempre digo que si me da el bajón, si me llevas al Tower Bridge se me pasa un poco, jeje. Me parece espectacular y bonito. Soy también una fan de los mercados, voy bastante a Portobello Market en Notting Hill. También me gusta echar el día por ahí con mi pareja, de compras, visitando cosillas, paseando… Hay parques por todas partes, y el bar the Dicken’s Inn, en St Catherine’s Port, que me enamoró desde el primer día, también son opciones.
– ¿Y de la provincia de Huelva?
– Aunque, sinceramente, pienso que Huelva lo vale como provincia, tiene maravillas, y tengo buenos recuerdos de muchos sitios y diferentes personas, me quedo con Punta Umbría, mi bajada en la playa, con mi silla y «los puntumbris”, mis veranos. Pero, por ejemplo, me gustan mucho el Muelle del Tinto y el faro de El Rompido.
– ¿Qué piensan tu familia y amigos de que vivas fuera?
– Muchos me da que no apostaban un duro por mí, jeje sinceramente. En cuanto a mi familia, más mis padres, están orgullosos y contentos porque “tengo un porvenir“, dicen. Está claro que para ellos se puede hacer duro no tenernos con ellos, ya que mi hermano también está fuera. Pero les puede más la alegría de que estamos labrándonos un futuro.
– A propósito de futuro, ¿cuáles son tus planes?
– Si soy sincera, no querría Londres más de dos años más por ejemplo. Al menos hacer mi vida aquí para siempre no quiero. Y aunque no me decido con un lugar en concreto, y no niego que volvería a España si pudiese: materia prima, calidad de vida, el español, andaluz que tanto defiendo y llevo conmigo, que me gustaría trabajar y vivir en un futuro allí, he barajado con mi pareja otros continentes, otras ciudades europeas. Todo depende de las oportunidades profesionales, la familia, la vida en general que nunca sabemos. En cuanto a lo profesional, quiero seguir formándome y ganando experiencia en los quirófanos y todo el proceso, el antes y el después, que conlleva el someterse a una operación.
– ¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España?
– Un tiempo seguro. Es una experiencia increíble y súper enriquecedora. Puedes conocer gente maravillosa, creo que te ayuda a crecer y madurar, te enseña a ser independiente. También conoces otros lugares en cuanto a lo turístico, otras culturas como se suele decir. Si tienes la oportunidad, ¡sé valiente!, ¡se sobrevive!, ¡tú puedes!, ¡tú lo vales! Como se dice muchas veces, tu casa siempre está ahí. Y si te vuelves antes de lo pensado o sientes que no puedes, para nada hay que tomarlo como un fracaso, lo has intentado y vivido. Los tuyos de verdad siempre van a estar esperándote con los brazos y el corazón abiertos. Y sólo quien realmente pasa por esto sabe lo que es y conlleva la experiencia.
– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– Estar orgullosos de la ciudad y provincia que somos, de nuestro país, ignorando lo feo, la basura como yo lo llamo, porque molamos mucho. Comed calidades, bebed muchas cañitas y botellines y copas de balón a la salud de todos los que estamos fuera, disfrutad de todo lo bueno que tengáis… Me gustaría desde aquí mandarles un beso enorme a mis padres, los amo con locura y los extraño. También a mi hermano, al que espero ver más. Y a la gente que forma parte de mi vida y tengo en mi mente siempre. Muchos besos a todos.
Gracias Belén