Rosa Mora. Nadie cree estar preparado para los reveses de la vida, y mucho menos cuando estos te llegan a una edad muy temprana. Natural del municipio onubense de Almonte, Rocío Espinar Álvarez sufrió a los cuatro años una fuerte descarga eléctrica cuando jugaba junto a una caseta de luz de alta tensión que se encontraba abandonada. Un inesperado accidente por el que la joven perdió sus extremidades superiores. Cambió, así, de forma radical –y en un sólo instante- su vida y la de su familia.
Rocío habla del suceso con la naturalidad que caracteriza a esas personas que han hecho del coraje y la valentía sus armas de vida. Se muestra incluso agradecida porque las consecuencias de lo sucedido no llegaran a ser más dramáticas. “Digamos que fue casi un daño colateral mínimo, ya que no contaban conmigo”, explica a Huelva Buenas Noticias la almonteña.
Dicen que lo importante no es lo que te sucede en la vida sino lo que haces con lo que te sucede, una máxima en la que Rocío y su familia se han convertido en un ejemplo a seguir. La almonteña insiste en que jamás ha vivido su situación de forma negativa. “La verdad es que lo he llevado bastante bien. En mi casa se ha vivido con mucha normalidad, y es por ello que creo que yo lo he vivido de la misma forma”, nos cuenta.
¿Y en lo que a su día a día se refiere? “Siempre me lo he tomado con mucha naturalidad, y cuando no he podido hacerlo de una forma lo he hecho de otra [ríe]”, nos explica. “Todo lo que puedo hacer lo hago con los pies -añade-. Tras el accidente, mientras estaba en el hospital, me regalaron un libro, y al no poder pasar las páginas con las manos empecé a pasarlas con los pies. Ni siquiera fue fruto de un proceso, sino algo natural”.
“En mi casa todo está adaptado a mí, pero sí es cierto que es de la puerta de la calle hacia afuera donde encuentro más dificultades, pues te topas con verdaderos problemas. A pesar de todo, yo no me he encontrado con demasiados obstáculos, y siempre que he querido algo lo he conseguido”. En esta línea, el paso de Rocío por el colegio fue como el de cualquier otra chica de su edad. “Cuando era más pequeña tenía una monitora de apoyo que me guiaba en aras de conseguir una mayor autonomía –apoyo educativo la verdad es que no he necesitado nunca-. Asimismo, mi mesa era normal pero con las patas más cortas, circunstancia me permitía tomar apuntes con los pies”, nos cuenta Rocío.
Así, paso a paso, y haciendo gala de una constancia y fuerza de voluntad admirable, Rocío se licenció en Psicología en la Universidad de Huelva. La almonteña reconoce que en un principio pensó en decantarse por los estudios relacionados con el Derecho. “De pequeña siempre decía que quería ser abogada, pero con posterioridad pensé que no era lo mío. Así, planteándome una carrera en la que verdaderamente yo pudiera ayudar pensé en la psicología. Desde el primer momento que se me vino a la cabeza lo tuve muy claro, y hasta hoy, la verdad es que estoy muy contenta y cada vez me gusta más”.
Tras cursar la licenciatura, Rocío realizó el Máster de Psicología General Sanitaria, estudios que le permitieron, a través de unas prácticas, tener una primera toma de contacto con el Centro de Atención Infantil Temprana (CAIT) La Sabina y el Centro de Atención Integral (CAI) La Jara, ubicado en su localidad natal, Almonte, servicios a los cuales sigue vinculado en la actualidad, ya con un contrato laboral.
Aunque consciente de su valía, Rocío insiste en agradecer una y otra vez el apoyo de los que siempre ha considerado los pilares de su vida: su padre Luis Manuel, su madre Rocío, así como sus hermanos Alejandro y Noelia. Por otra parte, animada a transmitir un mensaje a los lectores, insiste en que «nadie te diga que no puedes hacerlo». “Desde mi experiencia, yo le diría a todo el mundo -no sólo a gente que ha pasado por las mismas dificultades que yo sino a todo el mundo-, que tenemos que conocernos más, conocernos sin miedo a ser diferentes, debemos aprender a aceptarnos tal cual somos, ya que creo que ahí radica la base y, a partir de ahí, intentar ser lo más felices que podamos con nosotros mismos. En el momento en el que le damos más importancia a lo que los demás piensen que a lo que nosotros mismos pensamos, dejamos de ser nosotros mismos, dejamos de respetarnos».
3 comentarios en «Rocío Espinar, una onubense que nos da una lección de vida mostrándonos cómo es vivir sin brazos»
Es una buena profesional y me alegro que forme parte del CAIT de Almonte.
Un ejemplo para todos de cómo hay que aceptar con naturalidad los reveses de la vida.
Cuanto me alegra leer esto, no se como, pero un par de años después del accidente conocí a esta niña y a su familia en el Rocío, me llevaron unos amigos de Almonte, y es verdad que la familia la trataba con naturalidad y ella siempre estaba sonriendo, me conmovió mucho su historia y siempre me acordaba de ella y me preguntaba que sería de su vida, ya que nunca más volví a verla. Me alegro de corazón ? de todos sus logros, creo que ha elegido la mejor profesión, por que ella misma puede ser ejemplo de superación en la vida y puede ayudar a muchas personas. Un abrazo.
felicidades preciosa te lo merces has luchado mucho, Un besazo