Redacción. Puedes avisar de que vas al médico, pero eso ya lo has dicho en otras ocasiones y a estas alturas no cuela, al menos no tan fácil porque has de presentar el justificante y mostrar algún signo de la afección en caso de ser común, algo así como un catarro. Además mientes mal, ni lo llevas en la sangre ni lo has entrenado, tarde. El asunto es propio, y privado. Ella no puede darse cuenta porque es más lista que tú –también disimulas peor- y a la mínima te va a pillar con las manos en la masa o, mejor dicho, en el regalo. Para una vez que lo tienes claro, la escapada para hacer el encargo a SSMM los Reyes Magos se está convirtiendo en toda una odisea. Así y todo merece la pena porque no dejas de fantasear imaginándola con tu regalo puesto.
Bien mirado tú no tienes la culpa. Estás rodeado. Como aquellos ingleses que capitaneaba Michael Caine en ‘Zulú’. Pero en lugar de guerreros están ellas, en plan guerreras, y por todos los flancos posibles. En vallas publicitarias camino al trabajo, en las marquesinas de las paradas del bus, termómetros y papeleras de la calle, emergentes en Internet y, como no, en televisión cada vez que te prometen volver en “siete minutos” en medio de tu serie favorita pasada la medianoche. La actriz esa tan guapa que la protagonista lo anunciaba no hace mucho y tu chica te dio un ‘pescozón’ una vez que te pilló mirando el spot, absorto. Tú no reparabas tanto en la modelo como en la prenda, pero ni un polígrafo y mil juramentos te habrían librado de la ‘perversión’ de ver esa ropa interior en tu particular modelo.
Reconoce lo obvio. El regalo no es para ella sino para ti, y durará puesto lo que dure, ya se verá. Se trata de disfrutar más de la ‘caza’ que de la ‘pieza’ cobrada, que también. Pero hasta entonces, hasta que llegue ese momento has de seguir adelante con el plan para hacerte con el regalo en el anonimato más absoluto. Toda vez que tengas la coartada perfecta, y seguro de la talla correcta, ve directo adonde sirven lo que buscas. Según un estudio, el 64% de los hombres adquiere personalmente lencería sexy para su pareja, mientras que el 36% restante, por timidez o comodidad, opta por Internet. Hasta no hace mucho, para comprar lencería sólo podías ir a la mercería del barrio o al centro comercial de turno. Hoy las opciones se han multiplicado y van desde la sección de ropa interior de cualquier marca para vestir a toda la familia hasta boutiques de. La revolución de la moda íntima ha llegado a tal punto que los grandes almacenes han abierto tiendas con lo último en lencería para dar respuesta a una demanda desaforada. Además, han irrumpido en el mercado boutiques eróticas especializadas capaces de atender las más insospechadas fantasías, tanto de ellos como de ellas.
Otras estadísticas confirman que los hombres cada vez tienen menos reparos a la hora de comprar lencería femenina. Atrás quedan los tiempos en los que el varón ibérico perdía los papeles cuando tenía que adquirir una prenda íntima femenina. Por otro lado, en tanto que el ámbito de la ropa interior masculina es muy limitado y se reduce a la elección entre boxer o slip (y, en el terreno erótico, tanga o suspensorio), la lencería femenina es toda una galaxia de texturas, formas, colores, terminaciones, telas y detalles.
Si optas por la tienda física, déjate asesorar pero ándate con cuidado, para que la pasión no te ciegue y no acabes tirando la casa por la ventana. Está demostrado que los hombres no atienden tanto a los precios y se conforman con la primera sugerencia, quizá por las prisas que tienen de salir de un sitio ‘incómodo’ en el que no tienen el control de la situación. En el caso de que la visita sea online, la adquisición será más sosegada, productiva y, por supuesto, íntima. Puedes optar por un sexshop en Internet, donde además de un repertorio amplio en lencería el sitio nos ofrece la opción de elegir entre otros muchos artículos favorecedores del amor sin freno.
Una vez comprado, envuelto y guardado bajo 7 llaves tu regalo, el regalo, deberá llegar con anexo, una especie de manual de instrucciones con la liturgia idónea para su estreno. Será en tarde-noche de teléfonos apagados, con una agenda libre de visitas. Conviene preparar una playlist apropiada para poner banda sonora de fondo, velas aromáticas, pétalos de rosa esparcidos por suelo y cama, copas, cubitera con hielo y un blanco espumoso con el que brindar para comenzar la velada. Eres preso del deseo, como lo era el teniente Gonville Bromhead de los nativos que acechaban a sus soldados en proporción de 40 a 1. Ya resuenan a lo lejos los cánticos y tambores de guerra de 4.000 zulúes. Ríndete. Hazle y hazte ese regalo.