HBN. En la avenida de Sevilla de La Palma del Condado se encuentra Bodegas y Viñedos Garay, una empresa que nació «por casualidad y por amor», el que se profesa el matrimonio que las dirige compuesto por Ana González Díaz y Mario Garay Basante. Curiosamente, el vino unió las vidas de esta pareja, que se conoció durante un proyecto europeo en torno a los caldos. Él, natural de El Bierzo, en León, abandonó su tierra para instalarse en La Palma del Condado, de donde es natural su mujer y, como no podía ser de otra manera, se compraron un viñedo en el llamado ‘Camino de Hinojos’.
«Al principio la idea era hacer vino para consumo doméstico, no para comercializarlo, y la uva sobrante llevarla a los lagares», explica Mario. Poco a poco fueron haciendo cada vez más cantidad de producto, que compartían con familiares y amigos, hasta que llegó un momento en el que algunos bares, que habían probado su vino, comenzaron a pedirles que les dieran un poco. Al final el matrimonio se animó y decidió poner en marcha su propia bodega, a la que bautizaron como Bodegas Garay.
En 2013 se instalaron en un local que les dejó un familiar, «era la mitad del espacio de la exposición de azulejos de un almacén de material de construcción», explica Mario. Hicieron su proyecto, sacaron los permisos correspondientes y acondicionaron con el material necesario las instalaciones para empezar a funcionar, como los depósitos de acero inoxidable, la cámara de frío o la embotelladora. «Somos una bodega atípica, porque cuando entras esto no parece una bodega tradicional, pero en ella entran uvas y sale vino«, reconoce divertido el empresario.
El matrimonio comenzó su aventura cultivando una extensión de media hectárea, guardándose además un as bajo la manga: las cepas que habían adquirido, todas de la variedad zalema, tenían más de 55 años de edad media, cuando lo habitual son los 25-30 años. Y es que, como destaca el dueño de las bodegas, «nuestras cepas viejas es uno de los cuatro pilares básicos de nuestro vino«, siendo los otros tres el cultivo ecológico; la fermentación del vino con levaduras indígenas, las que vienen en la propia uva y que le confieren a éste un carácter distinto cada año; y el paso de los caldos por crianza en madera.
En este último aspecto, Mario indica que en 2013, cuando empezaron a funcionar, no había referencia en la zona de una zalema con crianza en roble, un proceso que, asegura, ha funcionado muy bien. «Hace poco hemos hechos una cata vertical y la de 2013 es espectacular, lo cual confirma que la zalema con un cuidado en el campo, naturalidad, sin añadidos, crianza en roble y años ¡es una bomba de vino!», afirma el bodeguero.
La primera añada la obtuvieron en 2014 y la comercializaron bajo dos marcas: Bleu y Red, sacando al mercado unas 1.500 botellas de cada una. Ambos vinos son hermanos, pero su diferencia estriba en que, una vez que se han elaborado y se encuentran en la sala de crianza, una parte se deposita en barricas de roble francés (Bleu) y otra en roble americano (Red). En el primer caso, la madera tiene los poros más pequeños y la oxidación es más lenta, lo que le aporta al vino un toque más sutil, mientras que la madera de roble americano es más porosa e imprime su carácter al caldo en un tiempo menor. Estas características hacen que Bleu sea un vino ideal para copeo o aperitivo, mientras que Red combina muy bien con todo tipo de carnes.
En las dos últimas campañas, las Bodegas han ampliado sus terrenos de cultivo hasta las dos hectáreas que ahora poseen, incrementado la producción de sus dos líneas y sacando, el pasado 2015, un tercer vino al que han bautizado como Negro Roto y que obtuvo en la Guía Peñín, que es el manual de vinos españoles más completo del mundo, 91 puntos, la mayor puntuación de un vino blanco de Huelva. Negro Roto es un caldo elaborado de manera diferente, con una crianza biológica, bajo el velo de flor, pero en sólo un año y una barrica, sin criadera ni solera, y sin añadir alcohol. Como explica Mario Garay, «de este modo hemos conseguido un vino con características de criadera y solera pero solo con un año de crianza. Casi toda la producción, unas 1.000 botellas, la hemos mandado a Estados Unidos«.
Y es que un dato muy destacable de Garay es que tienen la primera uva zalema certificada en ecológico de la zona, además de estar en trámite de obtener el certificado ecológico de la bodega.
Esta filosofía empresarial de promover lo natural es la base de la entidad palmerina, pues como bien defiende Mario, «nos fundamentamos en la tradición, en cuidar la cepa, en utilizar abonos ecológicos… Vendimiamos en cajas y todo lo hacemos con nuestra propia uva porque lo más importante, la base, es la uva y es ahí donde hay que hacer la labor. Determinar el momento de la vendimia es importante, porque determina qué tipo de vino quieres hacer. Además, si la materia prima está sana, en buen estado, cogida en su momento, con equilibrio en acidez (nosotros no la corregimos en la bodega), azúcar, el paso por madera… si todo eso tiene buenos condicionantes, sale un vino excelente que no debe estropear a corto plazo».
Sobre la última cosecha, la empresa comenta que ha sido más bien corta, siendo la previsión inicial obtener en total unas 2.500 botellas de sus distintos vinos. La mayoría de la producción se distribuirá por Andalucía, en concreto por Sevilla, Cádiz, Málaga, Córdoba y Huelva, aunque también se exportará una parte.
Asimismo, este 2016 las bodegas han ampliado sus instalaciones y han construido un lagar exterior y una sala de crianza independiente, aislada con doble pared y muros de piedra natural, para llevar a cabo este proceso en las condiciones más idóneas posibles.
De cara al futuro, el objetivo de Garay es crecer manteniendo su calidad y nivel, aumentando poco a poco la producción. Además, forman parte de la reciente Asociación de Amigos del Vino del Condado de Huelva, una entidad nacida con el fin de promocionar y dar a conocer los caldos onubenses, además de promover la formación vitivinícola en la zona y el conocimiento de sus potencialidades.
Por último, Bodegas Garay invita a los ciudadanos a visitar sus instalaciones para mostrarles el proceso de elaboración de sus vinos, unos caldos elaborados con cepas añejas y uvas ecológicas que son seña de identidad de la cultura vinatera de la provincia de Huelva.