El investigador onubense Juan Carlos Ruiz participa en la identificación de un posible marcador biológico de la esquizofrenia

Juan Carlos Ruiz Salas, investigador onubense.
Juan Carlos Ruiz Salas, investigador onubense.
Juan Carlos Ruiz Salas, investigador onubense.

R.M. Según datos del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), la esquizofrenia afecta a 400.000 personas en toda España, uno de los trastornos mentales más severos sobre los que sigue persistiendo una inmensa falta de información en gran parte de la sociedad.

El diagnóstico precoz de esta patología, como en la mayoría, se torna fundamental. En esta línea, la investigación adquiere un rol muy relevante en todo a lo que al diagnóstico y tratamiento se refiere.


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Recientemente investigadores del Laboratorio de Conducta Animal y Neurociencia de la Facultad de la Universidad de Sevilla y del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBis) han publicado un estudio en la destacada revista del campo de la Psiquiatría ‘Frontiers in Behavioral Neuroscience’, donde explican haber identificado un posible marcador biológico en el trastorno esquizofrénico. Entre los investigadores se encuentra el joven bollullero Juan Carlos Ruiz Salas.

Graduado en Psicología, actualmente realiza su tesis doctoral en la Universidad de Sevilla.
Graduado en Psicología, actualmente realiza su tesis doctoral en la Universidad de Sevilla.

Graduado en Psicología en la Universidad de Sevilla (2009-2013),  Juan Carlos Ruiz Salas cursó el Máster en Estudios Avanzados en Cerebro y Conducta (2014-2016) concluyendo con Matrícula de Honor su Trabajo Fin de Máster, el cual llevó por título ‘Análisis de disociaciones en el aprendizaje afectivo en humanos’. El onubense actualmente realiza su tesis doctoral bajo la dirección de la Dra. Estrella Díaz Argandoña, vicedecana de Investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla.


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Por otro lado, tal y como explica a Huelva Buenas Noticias, entre los meses de abril a julio de 2016, Juan Carlos Ruiz Salas realizó una estancia de investigación en el Centro de Psiquiatría y Neurociencia del Centre Hospitalier Sainte-Anne de París, bajo la dirección de la prestigiosa psiquiatra Marie-Odile Krebs, en colaboración con la Universidad Descartes y el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica (INSERM) de Paris.

Paralelamente, Juan Carlos Ruiz se encuentra inmerso en las investigaciones del proyecto ‘Modulación Asociativa de la Actividad Dopaminérgica’, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y dirigido por el Dr. Gonzalo de la Casa Rivas en el Laboratorio de Conducta Animal y Neurociencia de la facultad de Psicología (US), en colaboración con el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS) y el área de Psiquiatría del Hospital Virgen del Rocío.

De izquuierda a derecha: Juan Carlos Ruiz Salas, Juan Carlos Ruiz, Luis Gonzalo de la Casa y Auxiliadora Mena.
De izquierda a derecha: Juan Carlos Ruiz Salas, Juan Carlos Ruiz, Luis Gonzalo de la Casa y Auxiliadora Mena.

Huelva Buenas Noticias ha conversado con el investigador onubense en relación al estudio recientemente publicado.

– ¿Qué objetivo os marcasteis a la hora de llevar a cabo la investigación?
– La idea inicial fue comprobar la existencia de un posible biomarcador del trastorno psicótico. Un biomarcador es una característica biológica presente en las personas que son propensas a padecer una determinada patología, incluso cuando no están presentes los síntomas de la enfermedad. La identificación de estos biomarcadores nos ayuda a desarrollar pruebas simples y rápidas que indiquen la posible propensión a la aparición del trastorno, aunque no indica que la enfermedad se vaya a desarrollar necesariamente.

– ¿Cuáles han sido vuestras principales conclusiones?
– Hemos comprobado que la respuesta natural de sobresalto ante un sonido intenso que ha sido precedido por uno de menor intensidad está alterada en personas con esquizofrenia. Realmente esto ya se sabía, pero lo novedoso de la investigación es que hemos registrado el reflejo de sobresalto en dos momentos diferentes para los pacientes que han participado en el estudio: al poco tiempo del ingreso en el hospital, cuando los síntomas eran muy evidentes, y tres meses después del alta, cuando los síntomas ya habían remitido. Hemos observado que la alteración del reflejo se produce en ambos periodos y ese es precisamente uno de los más importantes criterios de un biomarcador, su presencia aunque no se manifieste sintomáticamente la enfermedad.

El estudio en el que ha participado el onubense ha sido publicado en una prestigiosa revista en el campo de la Psiquiatría.
El estudio en el que ha participado el onubense ha sido publicado en una prestigiosa revista en el campo de la Psiquiatría.

– Y exactamente, ¿Cuál es la relevancia de haber podido identificar este posible marcador biológico?
-La identificación de biomarcadores de un determinado trastorno se ha convertido hoy en día en un área muy prometedora de las ciencias de la salud. Particularmente en el ámbito de la psiquiatría y la psicología, donde tradicionalmente se han diagnosticado a los pacientes en base a la presencia o ausencia de determinada sintomatología, en la actualidad se tiende a complementar el diagnóstico con este tipo de indicadores psicofisiológicos. Este tipo de registros son importantes cuando estudiamos a poblaciones de riesgo de padecer determinadas enfermedades, porque pueden ayudarnos a predecir la existencia de ciertos trastornos. Ahora mismo estamos centrados en analizar si, al igual que en la esquizofrenia, está presente este biomarcador en otros trastornos psiquiátricos, como por ejemplo, el trastorno bipolar.

También estamos analizando el efecto de diferentes fármacos sobre la normalización de los procesos que se estudian en los pacientes. En concreto, se trata de experimentos con animales en los que, partiendo de modelos que simulan la sintomatología de la esquizofrenia, analizamos el efecto regulador de diferentes fármacos sobre el fenómeno de la inhibición prepulso.

– ¿Qué metodología seguisteis?
– Para el estudio se registró la intensidad de la respuesta muscular responsable del parpadeo a través de unos electrodos colocados cerca de uno de los ojos mientras se presentan diferentes sonidos que producen respuestas de sobresalto. Estas respuestas  dan lugar a la contracción muscular que le sirve al organismo para enfrentarse a un posible peligro. El sonido intenso hace que nos pongamos inmediatamente en tensión (respuesta de alerta), lo que facilita la huida o el enfrentamiento a la situación de peligro potencial. Esta respuesta de alerta la podemos modificar en el laboratorio presentando justo antes del sonido intenso un sonido más débil. Aunque perceptivamente, en la mayoría de los casos, no somos consciente de que hemos escuchado dos sonidos sino solo uno, sabemos que nuestro cerebro procesa ambas señales. Cuando recibe el primer sonido de menor intensidad y comienza a procesarlo se produce un bloqueo temporal en el sistema nervioso que impide la entrada de cualquier otro estímulo hasta que no se haya analizado completamente el significado del anterior. Debido a esta situación de bloqueo, el sonido intenso no se percibe con toda su intensidad y la respuesta de alerta ante el mismo es mucho menor que cuando se presenta solo. Este proceso de bloqueo, que nosotros llamamos técnicamente ‘Inhibición Prepulso’, dura poco tiempo ya que se extiende aproximadamente hasta 100 milisegundos tras la presentación del estímulo débil , y parece estar en la base de una percepción correcta y ordenada de todo lo que nos rodea.

– A nivel personal, ¿Cuáles son sus aspiraciones?
– Mis aspiraciones profesionales giran en un doble sentido: la investigación y la docencia. Es cierto que, aunque actualmente la situación en nuestro país no nos augura un futuro prometedor a los que nos dedicamos al mundo de la investigación, día a día intento, junto a mis compañeros, hacerme un hueco en este apasionante campo y poder, algún día, ejercer como docente e investigador en la Universidad.

– Muchas gracias. 

Referencia: Reduced Prepulse Inhibition as a Biomarker of Schizophrenia. Auxiliadora Mena, Juan C. Ruiz-Salas, Andrea Puentes, Inmaculada Dora, Miguel Ruiz-Veguilla y L. Gonzalo de la Casa. Frontiers in BehavioralNeuroscience. DOI: 10.3389/fnbeh.2016.00202

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