A.R.E. No es su profesión, es su pasión. El onubense Manuel García Quintana lleva haciendo fotos desde que era un adolescente. Aún recuerda cuando su padre, por entonces, le hizo la típica pregunta de qué quería estudiar. Él, ni corto ni perezoso, le respondió que su deseo era irse a la Guerra de Vietnam a hacer fotos porque le gustaba el reportaje. Por supuesto, su padre no aceptó aquella opción, «de eso no se podía vivir», así que Manuel estudió una carrera y acabó trabajando en otra cosa, aunque también es verdad que desde entonces siempre ha ido de la mano de su fiel compañera, su cámara.
Echando la vista atrás, el onubense considera positivo el no haberse dedicado plenamente a la fotografía pues, de haber sido así, «me hubiera acabado aburriendo porque no me habría gustado hacer fotos de plenos de ayuntamientos, discursos, etc. Yo quería hacer fotos artísticas”, explica.
Manuel comenzó colaborando como freelance, captando por ejemplo, momentos históricos tan significativos como la primera manifestación en Huelva para reivindicar la autonomía de Andalucía. Pero sus tiempos de reportero gráfico no son los más señalados de su trayectoria como fotógrafo, es su lado más innovador y experimental y su capacidad de capturar instantes bellos los que hacen de él un profesional único, con un estilo propio cercano al lirismo. Un término que aplican a su obra, y a su ojo, artistas de la palabra como los escritores José Juan Díaz Trillo o Carmen Ciria.
Precisamente la primera exposición que mostró Manuel, allá por el año 1991, fue gracias al citado poeta y, curiosamente, ambos volverán a trabajar juntos en la próxima muestra de García Quintana, que los onubenses podrán disfrutar el próximo 2017 en el Museo Provincial de Huelva. Se cerrará de esta manera un círculo, una relación de arte y amistad que se fraguó casi por casualidad, como explican sus propios protagonistas: «mi intención no era por entonces exponer nada, ya que para mí la fotografía es una afición que uso como medio de expresión, una forma de contar algo más, pero José Juan me instó a ello», recuerda García Quintana.
El escritor lo convenció y Manuel acabó participando, junto a otro artista, Manolo Parrales, en el Mes de la Fotografía Iberoamericana, un evento que se organizaba en otoño en la capital onubense y al que acudían fotógrafos notables. Expusieron sus respectivas obras en el Museo de Huelva, consistiendo la de García Quintana, titulada ‘Interiores’, en primeros planos de flores, imágenes hermosas en las que pétalos y estambres servían al fotógrafo para transmitir diferentes ideas y sensaciones.
Como Díaz Trillo explica: «me sorprendió entonces la madurez artística de García Quintana, tanto en su mirada como en su factura. Artísticamente había expuesto poco, pero se veía que tenía personalidad, una mirada propia. En el arte hay dos elementos clave: qué contar y cómo contarlo. Trasladar al espectador alguna inquietud, algo que decir de forma bella y verdadera, el quid es cómo hacerlo. En ese sentido, Manuel tiene y ha tenido siempre esa voluntad de estilo, de contar a su manera lo que ve y no sólo lo que mira”.
En aquel año 1991, los onubenses descubrieron a un notable fotógrafo que luego se ha prodigado poco… De hecho, desde entonces, en la provincia de Huelva García Quintana ha mostrado sus imágenes en menos de una decena de ocasiones. En concreto, de él sus paisanos han podido disfrutar de las muestras “Sueños de Piedra” y “De las luces, las Sombras” (1997), que exhibió con anterioridad en la Galería Babel de Madrid; “Particular Cuba” (1999); “Algunas Mujeres” (2001-02); “Interiores II” (2003); “Borderline” (2005) y también participó en las colectivas “Paisajes. Huelva, Patrimonio Natural y Cultural” (2000) y “Exposición Colectiva Artistas de Huelva» (2004).
Pero al margen de su tierra, Manuel ha llevado sus fotografías a la capital de Madagascar, donde colgó la exposición “Corazón de Coco” (2000) -un reportaje sobre la ONG Agua de Coco- en el Centro Cultural de Antananarivo, y también al Bulb Center-Zagreb de Croacia, en 2007, al que llegó con “Letters of Love and Desire”. Sus últimas muestras las ha realizado en Estados Unidos, en concreto estuvo en el Photo Media Center que organiza el Pennsylvania Council on the Arts con “The birds can fly so high” (2011) y en el LA Mobile Art Festival, en San Diego, California (2012) con “Six Visions”.
De muchas de estas exposiciones, su autor ha realizado interesantes publicaciones, como es el caso de “Interiores”, “Sueños de Piedra” o “Corazón de Coco”, entre otras, pero además Manuel ha mostrado sus imágenes de “Letters of Love and Desire” en la revista de Zagreb (Croacia) Blur Magazine y ha sacado los libros de artista “Casa Pilatos” (imágenes de este edificio sevillano tomadas entre los años 1995 y 2000) y “Luz de Agosto”. Asimismo, ha publicado en USA “The secret erotic life of a Salesman´s Clouds” y es el autor de un cuaderno de botánica de técnica mixta titulado “Herbolarium”.
Otra pincelada de su trayectoria la encontramos en la exposición “Un cuarto oscuro en el bolsillo”, inaugurada bajo el título “iPhoneografía. Zona Cero” en el Festival de Fotografía Latitudes 2011 y de la que García Quintana fue comisario. Supuso la primera vez que en España la fotografía móvil se presentaba en el seno de un festival internacional y en la sede de un museo, un hecho del que el fotógrafo fue artífice.
La última vez que Manuel dejó que sus paisanos vieran sus creaciones fue en 2005, hace ya 11 años. Fue en la muestra ‘Borderline’, en la que se entremezclaban pintura y fotografía dado que las imágenes, de grandes dimensiones, fueron imprimidas en lienzos en lugar de en papel fotográfico. “Lo hice así porque tengo una enorme curiosidad, me gusta buscar nuevas vías de expresión. Aunque aquella exposición fue algo aislado en lo que considero mi obra en lo que a estilo respecta”, afirma García Quintana.
Entre una exposición y otra, el artista siempre ha tenido muy presente el retrato, fotografiar a gente, y lo hacía en blanco y negro. Y es que al onubense le gustaba llevar a cabo el proceso fotográfico completo, desde la captura de la imagen a su revelado e impresión. Para ello, se construyó un laboratorio en casa, pero como no tenía recursos para el color, experimentaba en blanco y negro.
Ahora, 25 años después de dar a conocer al mundo de manera pública sus instantáneas, Manuel tenía ganas de cerrar ese cuarto de siglo de exposiciones y lo ideal era hacerlo con la misma persona con quien todo había empezado. Por eso se ha aliado con José Juan Díaz Trillo, un poeta que comparte con García Quintana la misma mirada artística por la realidad.
A este respecto, Díaz Trillo afirma: «Voy a acompañar a Manuel en la exposición como comisario, un papel que es una tarea más de impulsar y trabajar con él en el catálogo de la muestra y la hechura final, la elección de fotos, etc. aunque él lo tiene claro, posee una gran lucidez en cuanto a lo que quiere descubrir, que es ‘El color de la calle’«. Y es que ése será el título de la próxima exposición del fotógrafo, un nombre que dice mucho de esta nueva creación, que es un compendio de instantes robados en las vías públicas por el artista en los últimos años.
Una muestra que tiene que ver con la concepción de la fotografía y la manera de hacerlas que posee el autor y que explica de esta manera: “Imagínate una novela a la que le arrancas una página, en el libro queda la que estaba delante y la que iba detrás de la que hemos quitado. La fotografía es así, captas una fracción de segundo, un instante al que sigue y precede otro”.
Pero a veces el artista toma la imagen siendo consciente de que ese segundo es mágico. Son escasas esas ocasiones en las que ocurre este ‘milagro’, según el autor, «a mí sólo me ha pasado tres veces y una de ellas la enseñaré en ‘El color de la calle’. Es una imagen que hice un día que estaba en Punta, tomando un café en un chiringuito con la cámara encima de la mesa. Mirando por los ventanales hacia la arena, vi que de pronto, las personas que estaban en la playa se ordenaban compositivamente hablando. Te das cuenta de la maravilla, del mundo, un instante único en el que levantas la cámara y haces la foto», afirma Manuel.
A este respecto, José Juan Díaz Trillo reconoce que “el trabajo del poeta es el de dejarte sorprender por el poema, que es el que tiene que venirte a buscar. La foto, al igual que el poema, tiene magia, tiene sentido lírico, ‘duende’ como diría Lorca. ‘El color de la calle’ es una exposición muy poética. Manolo ha sido capaz de dejarse secuestrar por la belleza y la verdad. Me gusta mucho de esta exposición que ese color que estalla en medio de la urbe, a veces desagradable, da lugar a una explosión que hace que se confunda Huelva con Londres. Esa mirada universal sobre la Plaza Niña es como si fuera un paisaje londinense. ‘La luz con el tiempo dentro’ que diría Juan Ramón”.
Y es que lo que trata de representar García Quintana en su próxima muestra es la búsqueda de la belleza, encontrada y captada de una manera plenamente irracional. En sus imágenes aparecen lugares, algunos muy conocidos por los onubenses, que el autor trata de mostrar de una manera diferente, con otro ojos: «es una forma de enseñar deleitando, de abrir una nueva mirada hacia la propia ciudad», reconoce. Asimismo, en cada foto aparece una figura humana dentro del encuadre, pero el tema principal en todas ellas es siempre la luz y el color.
‘El color de la calle’ es fruto de la capacidad de García Quintana de dejarse sorprender por el mundo en cuanto a la mirada se refiere, de pasear por las calles, cámara en mano, dejándose impregnar por la realidad y esperando a que la fotografía lo encuentre, y no al revés.
Por todo ello, el fotógrafo volverá a presentar en el Museo de Huelva el próximo 2017 un compedio de imágenes muestra de su inconformismo, «de su capacidad de innovar y buscar espacios nuevos», pone de relieve José Juan Díaz Trillo, y añade: «el de Manuel es un trabajo riguroso, de investigación constante de su mirada particular que expresa a través de la fotografía”.
Así pues, habrá que esperar unos meses para ver el fruto del reencuentro de estos dos artistas, cada uno en su disciplina particular, pero que a buen seguro sorprenderá a todos los onubenses mostrándoles ‘El color de la calle’.